En un mundo lleno de sofisticación y tecnología, de ruidos seudo musicales, donde el hombre pareciera tener miedo al silencio o, tal vez, al sonido de su corazón, la obra de Luis Paniagua ingresa con melodias elementales y maravillosas, por esa rendija emocional que hace los cimientos de un ser humano: los primeros tres años de vida.
Escuchando y viendo este espectáculo de Luis Paniagua y su equipo, uno siente renacer la alegría y la paz que nos da la sencilla conciencia de estar vivos.(Jesús Hubert)
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