Cuando un grupo musical empieza a convertirse en objeto de culto, hay que preguntarse por qué.
Niños, y aun bebés, vestidos como ellos, jóvenes luciendo las vinchas características del grupo, público que desborda en número la capacidad de un auditorio con aforo para cuatro mil personas. El público, esperando desde las 2 de la tarde cuando el espectáculo comienza, hora real, después de las 7. Necesidad de un férreo equipo de seguridad para permitir que los artistas puedan ingresar y salir del local sin ser estrujados por sus admiradores. Gente de toda edad y hasta ancianos, al borde del fanatismo.
Ovación cerrada cuando ingresan. Arrobamiento, éxtasis, movimiento de la multitud al ritmo de su música, memoria y canto entusiasta de sus letras, a pesar de que están… ¡en que - chua!... ¡ en QUECHUA!, en un país donde la mayoría de sus habitantes tienen vergüenza de confesar su lugar de origen y su lengua nativa.
Si señores, los taumaturgos de este milagro se llaman, no por casualidad, ¡ALBORADA!.
La experiencia comenzó a fines de los años 70, en Ocobamba, Apurimac, con un grupo de inquietos jovencitos que bautizaron su grupo de teatro y música andina como "Alborada" - por inspiración de Adolfo Salazar, sentido vocalista de música andina - y comandado, desde entonces, por un "paisanito", llamado Sixto Ayvar, el mismo que decidió partir a las “europas” para ganarse la vida como músico, como tantos miles de migrantes.
Fue así que en Alemania maduró y llego el tiempo de la cosecha para el Grupo "Alborada", tal como lo conocemos ahora.
Impulsado mas que por la nostalgia, por la conciencia y el orgullo de sentirse heredero de muchas culturas yuxtapuestas y milenarias, Sixto Ayvar, puso empeño en beber allí de todos los ritmos del universo musical cosmopolita y, especialmente, de la sabia musical de otras culturas originarias. Y así, con ese rico bagaje, logro motivar a otros músicos del mundo, hasta llegar a cuajar la ALBORADA de hoy, con Victor Valle, de Argentina, y Lennin De La Torre, de Ecuador, mas su propio hermano Wilber Ayvar, con quienes ha logrado ensamblar una combinación maravillosa: la ejecución virtuosa de una gran variedad de instrumentos de diferentes procedencias del mundo con la fuerza expresiva de sus voces, inspiradas, por la identidad vigorosa que guardan con las raíces culturales de sus pueblos. Combinación y vuelo creativo que ha logrado integrarse bajo la batuta y los arreglos del músico peruano Ivan Raffo, y la excelencia de un marco de mùsicos y coros de primerìsimo nivel .
Así, paso a paso, se ha ido cociendo a fuego lento, la ALBORADA, hasta llegar a ser lo que es hoy: 23 producciones musicales y la confirmación consagratoria del público de a pie.
Pero ¿qué música toca y canta ALBORADA?
Empezaron interpretando música latinoamericana, básicamente peruana, boliviana y ecuatoriana, al estilo tradicional, luego la modernizaron, pasaron a la ejecución - con instrumentos andinos - de música “New Age”(tampoco es una casualidad…¡ojo!...Nueva Era), luego música internacional con instrumentos nativos, hasta que Sixto no pudo con su genio y le salio el indio, pero… norteamericano, y así empezaron a rescatar temas de ese origen, se vistieron como Sioux o Cherokees - ¡qué se yo! - se pintaron la cara como fieros guerreros de Western y salieron a conquistar la calles teutonas.
Pero como las raíces culturales de Sixto son de verdad profundas, el indio le siguió saliendo, pero esta vez desde sus ancestros chancas y pocras, y fue naciendo así la fusión de nuestros huaynos, carnavalitos, danzas de tijera y demás ritmos autóctonos, con los ritmos del mundo, en un matrimonio armonioso, con instrumentos invitados de los cuatro puntos cardinales del planeta, para amalgamar así un género nuevo.
Es ¿huayno?…se le parece, por momentos, ¿san juanito?... a veces da esa impresión, ¿música de indios “gringos”?, de eso también tiene, pero definitivamente es ya otro género que suma, resta y multiplica, pero no divide, esos ingredientes rítmicos locales.
Definitivamente el sonido de ALBORADA es la mezcla de todos ellos, pero alumbrando un género que suena como nuevo y viejo, viejo y nuevo, a la vez.
Un sonido musical que logra establecer una conexión visceral con el público andino o citadino, costeño, oriental, o de cualquier otra latitud del mundo, por igual.
Qué impulsa a cualquier persona a que con solo oírla, empiece a amarla y a tararearla y, sobre todo, a contonearse con su ritmo contagioso.
Qué mueve a que el público se ponga de pie, eufórico, cuando los "alboradas" empiezan a evolucionar por el escenario en movimientos místicos, ceremoniales, que recuerdan nebulosas danzas tribales dormidas en la memoria colectiva.
¿Dónde esta, pues, la raíz de esa afinidad?
Cuando ya la comunicación instantánea ha pulverizado fronteras y al mismo tiempo la supervivencia misma del hombre está en peligro, la respuesta parece evidente.
Se trata del nacimiento, instintivo, desde lo más recóndito de nuestros genes, de un folklore nuevo - ya no de un pueblo específico - sino expresión del gran pueblo del planeta tierra, de la raza humana, que siente el imperativo del regreso. Del retorno urgente a su vocación original de comunión con la naturaleza y a esa fraternidad fundadora de la sociedad humana.
Señoras y Señores, ha alboreado un nuevo género musical, la música de la integración y la unidad cósmica : el global-folk o el folklore del hombre, ya es una realidad. ¡Gracias, Alborada!
ALBORADA està conformada por Sixto Ayvar Alfaro y Wilber Ayvar Alfaro, ambos peruanos y hermanos, Víctor Valle, argentino y Lennin de la Torre, ecuatoriano. El genio musical de los arreglos, el teclado y la direcciòn es el peruano Ivan Raffo. Y los secundan un equipo de músicos y coros de gran nivel, todos peruanos: en la guitarra eléctrica, el maestro Oscar Cavero, en la guitarra andina mayor Ronald Contreras, en el bajo Fredy Gómez, en el saxo Jorge Rosas, en los vientos Dario Obregón, antiguo miembro de "Alborada", en la batería César Lescano, en la percusión, Leonardo "Giggo" Parodi y Enrique "Quique" Herrera , el violín de Maria Elena Pacheco, en el violonchelo César Pacheco y en los coros: July Pumarada, Claudia García, y Julio Cèsar Zavala y algunos otros valiosos músicos que escapan a la memoria.
Coindo contigo pese a no haberlos visto en vivo. Hace un año unos amigos se encargaron de grabar y editar en video sus presentaciones. Me quede asombrado de la puesta en escena sobre el escenario. Todo muy bien cuidado musical y coreográficamente. Luego mi perplejidad aumentó al observar la reacción del público. La gente se sabía prácticamente toda sus canciones. Sin duda se trata de uno de los grupos más interesantes con su propuesta "folklórica-latinoamericana-experimental".
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