El camino más largo es el de la razón. Muchos conocimientos,
aparentemente mágicos e inverosímiles, que la tradición espiritual ha
transmitido desde tiempos inmemoriales, la ciencia los comprueba tardíamente.
Es el caso del poder de la palabra, no entendido solo como sugestión o argumento,
sino como auténtica energía constructora o destructora de realidades materiales
y/o espirituales. De esto nos habla, el periodista e investigador, Brad Hunter. (Jesús
Hubert)
EL PODER CURATIVO DE LA PALABRA
por Brad Hunter
La palabra, junto con el poder de la vibración es capaz de
crear, sanar y también destruir.
La teoría indica que cuando focalizamos nuestra mente en
algo, y a esto le sumamos el sentimiento y la emoción para finalmente
expresarlo, estamos exteriorizando y materializando un poder que estará
afectando los reinados de la materia
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LO QUE LE DICES A TU SEMEJANTE, TE LO DICES A TI MISMO
Si cada uno de nosotros estuviésemos conscientes de que la
energía liberada en cada palabra afecta no sólo a quien se la dirigimos sino
también a nosotros mismos y al mundo que nos rodea, comenzaríamos a cuidar más
lo que decimos.
Los antiguos esenios sabían de la existencia de un enorme
poder contenido en la oración, el verbo y la palabra. Los antiguos alfabetos,
como el sánscrito, el arameo y el lenguaje hebreo son fuentes de poder en sí
mismos. Los esenios utilizaron la energía que canaliza el lenguaje – la cual
era la manifestación final del pensamiento, la emoción y el sentimiento- para
manifestar en la realidad la calidad de vida que deseaban experimentar en este
mundo. En las culturas del antiguo Oriente eran utilizados los mantras, los
rezos, los cánticos y las plegarias con una intención predeterminada como
técnicas para materializar estados internos y programar, de una forma ignorada
por nosotros en la actualidad, realidades pensadas, deseadas y afirmadas previamente.
Los estudios realizados por físicos cuánticos comienzan a
redescubrir y validar el enorme conocimiento olvidado de antiguas culturas
ancestrales. Un conocimiento que se encuentra aún escondido y olvidado y que
nos aportaría el poder de cambiar nuestro mundo.
LAS PALABRAS PUEDEN PROGRAMAR EL ADN
La más reciente investigación científica rusa apunta a que
el ADN puede ser influido y reprogramado por palabras y frecuencias, sin
seccionar ni reemplazar genes individuales. Solo el 10% de nuestro ADN se
utiliza para construir proteínas, y este pequeño porcentaje del total que
compone el ADN es el que estudian los investigadores occidentales. El otro 90%
es considerado “ADN chatarra”. Sin embargo los investigadores rusos,
convencidos de que la naturaleza no es tonta, reunieron a lingüistas y
genetistas -en un estudio sin precedentes- , para explorar ese 90% de “ADN
chatarra”.
Los resultados arrojaron conclusiones impensadas: según los
estudios, nuestro ADN no sólo es el responsable de la construcción de nuestro
cuerpo, sino que también sirve como almacén de información y para la
comunicación a toda escala de la biología. Los lingüistas rusos descubrieron
que el código genético, especialmente en el aparentemente inútil 90%, sigue las
mismas reglas de todos nuestros lenguajes humanos. Compararon las reglas de
sintaxis (la forma en que se colocan juntas las palabras para formar frases y
oraciones), la semántica (el estudio del significado del lenguaje) y las reglas
gramaticales básicas y así descubrieron que los alcalinos de nuestro ADN siguen
una gramática regular y sí tienen reglas fijas, tal como nuestros idiomas.
Por lo tanto, los lenguajes humanos no aparecieron
coincidentemente, sino que son un reflejo de nuestro ADN inherente. El
biofísico y biólogo molecular ruso Pjotr Garjajev y sus colegas también
exploraron el comportamiento vibratorio del ADN. “Los cromosomas vivos
funcionan como computadoras solitónicas/holográ ficas usando la radiación láser
del ADN endógeno”. Eso significa que uno simplemente puede usar palabras y
oraciones del lenguaje humano para influir sobre el ADN o reprogramarlo.
Los maestros espirituales y religiosos de la antigüedad han
sabido, desde hace miles de años, que nuestro cuerpo se puede programar por
medio del lenguaje, las palabras y el pensamiento. Ahora eso se ha probado y
explicado científicamente. La sorpresa mayor fue descubrir la manera en que el
90% del “ADN Chatarra” almacena la información. “Imaginemos una biblioteca que
en lugar de archivar miles de libros sólo guarda el alfabeto común a todos los
libros, entonces, cuando uno solicita la información de un determinado libro,
el alfabeto reúne todo lo contenido en sus páginas y nos lo pone a nuestra
disposición”, aclaró Garjajev. Esto nos abre las puertas a un misterio aún
mayor: que la verdadera “biblioteca” estaría fuera de nuestros cuerpos en algún
lugar desconocido del cosmos y que el ADN estaría en comunicación permanente
con este reservorio universal de conocimiento.
El investigador Dan Winter, que desarrollara un programa de
computación para estudiar las ondas sinusoidales que emite el corazón bajo
respuestas emocionales, en una fase de la investigación con sus colegas, Fred
Wolf y Carlos Suárez, analizó las vibraciones del lenguaje hebreo con un
espectrograma. Lo que descubrieron fue que los pictogramas que representan los
símbolos del alfabeto hebreo se correspondían exactamente con la figura que
conforma la longitud de onda del sonido de cada palabra.
Es decir que la forma de cada letra era la exacta figura que
formaba dicha longitud de onda al ser vocalizada. También comprobaron que los
símbolos que conforman el alfabeto son representaciones geométricas. En el caso
del alfabeto hebreo, las 22 gráficos utilizados como letras son 22 nombres
propios originalmente usados para designar diferentes estados o estructuras de
una única energía cósmica sagrada, la cual es la esencia y semblanza de todo lo
que es. El libro del Génesis está escrito en este lenguaje.
Las letras de los antiguos alfabetos son formas
estructuradas de energía vibracional que proyectan fuerzas propias de la
estructura geométrica de la creación. De esta manera, con el lenguaje se puede
tanto crear como destruir. El ser humano potencia el poder contenido en los
alfabetos al sumarle el poder de su propia intención. Eso nos convierte en
responsables directos de los procesos creacionales o destructivos en la vida. y
con tan solo ¡la palabra!
EL PODER CURATIVO DE LA PALABRA
Existe una capacidad demostrada en la que la palabra puede
afectar la programación del ADN. La salud podría conservarse indefinidamente si
nos orientamos en pensamientos, sentimientos, emociones y palabras creativas y,
por sobre todo, bien intencionadas.
Los estudios del Instituto Heart Math nos abren un nuevo
panorama hacia la curación, no solo de los humanos enfermos, sino también para
la sanación planetaria. El instituto cree en la existencia de lo que ellos
dieron en llamar “híper-comunicació n”, una especie de red de Internet bajo la
cual todos los organismos vivos estarían conectados y comunicados permitiendo
la existencia de la llamada “conciencia colectiva”.
El Hearth Math declara que si todos los seres humanos
fuéramos conscientes de la existencia de esta matriz de comunicación entre los
seres vivos, y trabajáramos en la unificación de pensamientos con objetivos
mancomunados, seríamos capaces de logros impensados, como la reversión
repentina de procesos climáticos adversos.
El poder de los rezos, oraciones y peticiones, tal como nos
lo han legado los antiguos esenios -potenciado por millares de personas-, nos
otorgaría un poder que superaría al de cualquier potencia militar que quisiera
imponernos su voluntad por la fuerza.
Este poder ha sido demostrado en especies animales como los
delfines, que trabajan unificados en objetivos comunes. Los delfines utilizan
patrones geométricos de híper-comunicación, ultrasonido y resonancias que les
sirven para interactuar con las grillas energéticas del planeta. Estos animales
poseen la capacidad de producir estructuras sónicas geométricas y armónicas
bajo el agua. Podríamos afirmar que los delfines ayudan más a mantener el
equilibrio planetario de lo que lo hacen los humanos.
Posible fuente original: Revista Planeta Urbano - El artículo ha sido reproducido en varias páginas de internet.
Posible fuente original: Revista Planeta Urbano - El artículo ha sido reproducido en varias páginas de internet.
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