El lenguaje de Jesús de Nazaret nunca fue el de la
diplomacia. Fue directo y por eso lo mataron. Con admiración, pero también con
preocupación, leemos las declaraciones de hoy del Papa Francisco. Ha dicho lo
que debe decirse. Pero por cosas menores
mataron a Juan Pablo I.
¿Cuál será el precio que deberá pagar por decir la verdad? Estemos atentos (Jesús Hubert)
¿Cuál será el precio que deberá pagar por decir la verdad? Estemos atentos (Jesús Hubert)
El Papa: “El actual sistema económico nos está llevando a la
tragedia”
Bergoglio, de visita en Cerdeña, improvisa una oración:
“Trabajo, trabajo, trabajo. Los ídolos del dinero nos están robando la
dignidad”
Pablo Ordaz Cagliari (Cerdeña) 22 SEP 2013-14:17 CET
El papa Francisco tiene miedo de que sus palabras suenen a
rollo falso y macabeo. “No quiero ser un funcionario de la Iglesia que viene y
os da ánimos con palabras vacías, dichas con una sonrisa”. Por eso, nada más
llegar esta mañana a Cagliari, capital de Cerdeña, y escuchar a tres de las
víctimas de la crisis –un parado, un pastor y una empresaria— quejarse de que
la falta de trabajo les está robando la esperanza, Jorge Mario Bergoglio
decidió saltarse el discurso que traía escrito: “Perdonad si estas palabras son
un poco fuertes, pero digo la verdad: la falta de trabajo te lleva a sentirte
sin dignidad. ¡Donde no hay trabajo no hay dignidad! Y esta tragedia es la
consecuencia de un sistema económico que ha puesto en el centro a un ídolo que
se llama dinero”.
Ya para entonces, el Papa había arrancado aplausos y
lágrimas a las decenas de miles de personas que abarrotaban las inmediaciones
de la basílica de la Virgen de Bonaria –advocación que dio nombre a la ciudad de
Buenos Aires– hablándoles del sufrimiento de sus padres al llegar a Argentina:Me siento muy cercano a los que
atraviesan una situación de sufrimiento,fue entonces cuando, ya olvidados los papeles, Francisco
confesó su temor a ser tenido por un charlatán piadoso y formuló una promesa:
Y como pastor de la Iglesia y como hombre que en estos
momentos lleva tras de sí toda la atención mediática mundial, Jorge Mario
Bergoglio lanzó una andanada a los líderes políticos y económicos: “El actual
sistema económico nos está llevando a una tragedia. Vivimos las consecuencias
de una decisión mundial, de un sistema económico que tiene en el centro a un ídolo
que se llama dinero. Pero Dios ha querido que en el centro estén el hombre y la
mujer y que lleven adelante al mundo con su propio trabajo. ¡Pero aquí manda el
dinero! ¿Y qué sucede? Para defender a este ídolo se amontonan todos al centro
y caen los últimos, caen los ancianos, porque en este mundo no hay un puesto
para ellos. Se trata de una eutanasia escondida: no los cuidamos, no los
tenemos en cuenta…. Los sistemas injustos quieren
robarnos la esperanza"
Y de pasar de hablar de los ancianos con lástima, el papa argentino pasó a hablar de los jóvenes sin esconder la rabia: “Fijaos, en un mundo donde los jóvenes –¡dos generaciones de jóvenes!– no tienen trabajo, no hay futuro. ¿Por qué? Porque no encuentran su dignidad. Este es vuestro sufrimiento. Y esta es la plegaria que estáis gritando: ¡trabajo, trabajo, trabajo! Es una oración necesaria. Trabajo quiere decir dignidad, trabajo quiere decir llevar el pan a casa, trabajo quiere decir amar”. Francisco volvió a clamar –ya lo hizo durante el viaje a Río de Janeiro– contra “la cultura del descarte” que deja fuera de sus planes a los jóvenes y a los ancianos.
El Papa, que el pasado mes de julio eligió la isla de
Lampedusa como su primer viaje en Italia y arremetió contra “la globalización
de la indiferencia” ante el drama de la inmigración, ha elegido otra isla,
Cerdeña, como su segundo viaje hacia la periferia, esta vez hacia la periferia
del desempleo y la desesperanza. Al final de su encuentro con los
representantes del mundo del trabajo –o de la falta de él--, Francisco
improvisó una oración que era también una queja y una exigencia a un Cristo al
que nunca le faltó el jornal: “¡Señor, míranos! Mira esta ciudad, esta isla.
Mira nuestras familias. Señor, a ti nunca te faltó el trabajo, eras carpintero,
eras feliz. Señor, nos falta el trabajo. Los ídolos quieren robarnos la
dignidad. Los sistemas injustos quieren robarnos la esperanza. Señor, no nos
dejes solos. Ayúdanos a ayudarnos entre nosotros, a olvidar el egoísmo. Señor
Jesús, a ti no te faltó el trabajo, enséñanos a luchar por el trabajo”.
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