El principal azuzador del conflicto es el Estado y la Southern |
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De ella, extraemos para ustedes, este artículo al que no le falta ni un punto ni una coma, para describir lo que está ocurriendo con el conflicto del Valle de Tambo...Islay...Arequipa y que va ampliando su radio movilizador hacia todo el sur y no sabemos, si las cosas siguen así, si llegue también a extenderse por la mayor parte del territorio peruano.
La ceguera y la intransigencia, vienen del Estado y la Southern, que siguen echando leña al fuego al negarse a aceptar, sin ningún respeto, la decisión de un pueblo que está defendiendo su forma de vida y de trabajo, frente a la que le quieren imponer.
Si la democracia es la expresión de la voluntad popular...¿qué significa esto? (Jesús Hubert)
Si la democracia es la expresión de la voluntad popular...¿qué significa esto? (Jesús Hubert)
El proyecto cuprífero de la compañía Southern murió
cuando la presión popular y una revisión de la Unops evidenciaron lo que
muchos sospechaban, que los EIA (Estudios de Impacto Ambiental) en el Perú son (en ciertos casos)
aprobados a ojos cerrados por el Minem.
Hay que recordar que
el Valle del Tambo nunca quiso minería en sus tierras, y solo aceptó la
versión del Ejecutivo cuando fue para bajarle el dedo al cuestionado
proyecto. Y eso hubiese sido todo. El fin…
Pero no. Pasaron los
años y la empresa continuó con su objetivo, esperando que todo se
tratase de subsanar las observaciones para contentar al nuevo gobierno.
Nunca reparó en el factor socio-cultural, el más importante de todos. La
verdad sí lo hizo, pero esperó que las promesas de trabajo a algunos
sectores, el debilitamiento político de los dirigentes y el apoyo
policial reemplazaran la “licencia social”, en la que por supuesto no
creen.
Entonces vino el segundo EIA , por el que una ministra
pone las manos al fuego y que aún no pudo ser revisado por el SENASE
(entidad surgida por los reclamos en Conga y no tan dependiente del
Minem), regresaron también los talleres con pobladores cercanos a la
mina, y regresó sobre todo la soberbia.
Creer que en el 2015 Tía
María sí iba a ser viable porque durante cuatro años nos bombardearon
con discursos sobre la ignorancia de la gente versus las bondades de la
extracción minera fue un exceso de optimismo, por decirlo educadamente.
Y
los ERRORES de los “pro” regresaron también. Con Conga debieron
aprender que Lima ya no impone una opinión ni decide por el resto del
Perú. Los titulares ya no desvirtúan los descontentos. Eso se acabó.
Pero los empresarios -tan sabiamente- salieron a insultar, los
congresistas a insultar, los analistas a insultar, el presidente igual,
los ministros salieron a defender a una empresa privada como si su vida
dependiese de ello. Y todos los provincianos son ovejas azuzables, por
supuesto, y conspiran con Chile para tumbarse el PBI peruano. Faltaba
menos…
Mientras tanto el Valle del Tambo aprendió la única fórmula
que ninguna fuerza puede romper: organización/resistencia. Como dijo un
manifestante al llamar a una radio limeña: “aquí tenemos ollas comunes,
y si se acaba vamos a comer de nuestras cosechas, y cuánto tiempo creen
que van a vivir los policías y el ejército aquí… tarde o temprano se
van a cansar, pero nosotros vamos a vivir toda nuestra vida aquí sin
movernos. A ver, que empiecen a venir las máquinas…”.
Otra lección
que nos dejó Conga: en realidad los dirigentes no son tan
imprescindibles como se cree. Si cae uno, habrá otro y otro que lo
reemplace. Cualquier puede tomar el lugar. Estos son empujados a seguir
el sentir mayoritario o a retirarse del camino. Aunque metan presos a
todos los dirigentes (incluyendo a los corruptos que sí negocian sus
posturas a cambio de dinero) la gente no va a amar a las empresas al día
siguiente. La indignación ya ha alcanzado a estudiantes universitarios,
a algunos sectores urbanos de Arequipa, y a otros departamentos sureños
Ha
habido violencia por parte de los manifestantes, se han excedido y han
cometido delitos. Ha habido excesos de la policía. Hay muertos y heridos
de ambos lados. Hay gente que no quiere saber nada de esto y está
exiliada por temor a las represalias. Hay oscuros personajes ofreciendo
lentejas (no solo recibiéndolas). Hay periodistas lanzando huaracazos
desde Lima a todo aquel que se atreva a hablar de agricultura o medio
ambiente.
Se habla de una salida: que la Unops revise el segundo
EIA de Tía María. A estas alturas eso ya no resolverá el conflicto. La
gente no quiere ni a ese proyecto ni a esa empresa. Lo único que
esperaría la población de una nueva revisión del EIA es su observación
negativa definitiva. Aún si la Unops santificara al nuevo EIA el
proyecto va a tener la misma o más resistencia que antes. Se trata –como
dijimos- de un factor más poderoso que el económico o ambiental: el
cultural.
En realidad Southern sí había anunciado su retiro del
proyecto debido a la existencia de “terrorismo antiminero”, pero el
Ejecutivo le lanzó un enorme salvavidas con rectificación incluida. El
Gobierno temía que otros proyectos le reclamasen por dejar naufragar a
Southern, además no quería quedar como un débil ante la oposición y la
opinión pública. Ahora vemos a qué costo.
Por ahora nadie quiere
suspender el proyecto, menos cancelarlo. Su estatus es “pausado”, y se
vienen nuevos paros regionales y movilizaciones. En Lima todos esperan
que el próximo gobierno dé una salida. ¿Creen en realidad que con
García, Keiko o PPK la cosa terminaría mejor?
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