Alguien con conocimiento de causa, protagonismo y frivolidad,
dijo que vivimos la sociedad del espectáculo. Y se refería a que todo lo que
produce escándalo o chisme, vende y domina el imaginario de las mayorías.
Es en ese contexto que hoy observamos un inmenso vacío. Ya en
América Latina no hay artistas con mayúscula que acompañen con su canto a los procesos
históricos, como lo hizo, magistral y trágicamente, Víctor Jara. Y no estamos
hablando de que no hayan cantantes contestatarios, los hay, pero más cerca del
panfleto que del arte y más próximos también al diletantismo, que al compromiso
serio y disciplinado con el futuro de sus pueblos.
Víctor no fue de aquellos que se dejan llevar por la emoción
de una asonada pasajera. Él sabía lo que quería: encarnar la voz de un puebloque había optado por la transformación de la sociedad. No solo expresar a las
vanguardias pequeño burguesas, sino al hombre de los campos, las fabricas y los barrios, en su
propio lenguaje y con su propia música.
El legado de Víctor Jara surge de la suma de coyunturas del
proceso político chileno, encaminado a construir el socialismo por la vía democrática, cuya cúspide fue Allende y la Unidad Popular, pero las
trasciende. Ello explica que se sigan cantando sus canciones y que le hagan coro,
miles y miles de hombres y mujeres que aspiran a un cambio, no solo de personas en el
poder, sino de corazones.
Cuarentaidos años después, podemos decir con Víctor Jara que
escuchándolo el “alma se nos llena de banderas…” (Jesús Hubert)´
El Alma llena de banderas
(Víctor Jara)
Ahí, debajo de la tierra,
no estas dormido, hermano, compañero.
Tu corazón oye brotar la primavera
que, como tú, soplando irán los vientos.
Ahí enterrado cara al sol,
la nueva tierra cubre tu semilla,
la raíz profunda se hundirá
y nacerá la flor del nuevo día.
A tus pies heridos llegarán,
las manos del humilde, llegarán
sembrando.
Tu muerte muchas vidas traerá,
y hacia donde tu ibas, marcharán,
cantando.
Allí donde se oculta el criminal
tu nombre brinda al rico muchos nombres.
El que quemó tus alas al volar
no apagará el fuego de los pobres.
Aquí hermano, aquí sobre la tierra,
el alma se nos llena de banderas
que avanzan,
contra el miedo,
avanzan,
venceremos
no estas dormido, hermano, compañero.
Tu corazón oye brotar la primavera
que, como tú, soplando irán los vientos.
Ahí enterrado cara al sol,
la nueva tierra cubre tu semilla,
la raíz profunda se hundirá
y nacerá la flor del nuevo día.
A tus pies heridos llegarán,
las manos del humilde, llegarán
sembrando.
Tu muerte muchas vidas traerá,
y hacia donde tu ibas, marcharán,
cantando.
Allí donde se oculta el criminal
tu nombre brinda al rico muchos nombres.
El que quemó tus alas al volar
no apagará el fuego de los pobres.
Aquí hermano, aquí sobre la tierra,
el alma se nos llena de banderas
que avanzan,
contra el miedo,
avanzan,
venceremos
No pudieron, ni 44 balazos: A 42 años de su muerte, Víctor Jara vive y sigue siendo canción nueva
16 septiembre 2015
“Canto que ha sido
valiente siempre será canción nueva”
44 balazos ultimaron la vida del cantautor Víctor Jara de 40
años, pero contrario al objetivo buscado por sus victimarios ese mismo día
nació la leyenda, el referente, el icono que con su música valiente ha logrado
traspasar fronteras y generaciones y que hoy a 42 años sigue más vigente que
nunca, Víctor Jara vive!.
Jara fue detenido el 12 de septiembre -al día siguiente del
Golpe militar- en dependencias de la Universidad Técnica del Estado (UTE,
actual USACH) en donde se desempañaba como director teatral y fue trasladado
junto con otros detenidos hasta el Estadio Chile (actual Estadio Víctor Jara). En
dicho lugar fue interrogado, torturado por personal del ejército.
El periodista Sergio Gutiérrez Patri el día 12 de septiembre
se encontró con Jara en uno de los pasillos del Estadio Chile, al preguntarle
cómo estaba Víctor le respondió: ¡Mira mis manos, mira mis manos… me las
machacaron para que nunca más volviera a tocar la guitarra!”
El día 16 de septiembre el cuerpo de Jara fue encontrado por
unos pobladores en las inmediaciones del Cementerio Metropolitano junto a 5
personas más que habían sido dejadas en ese lugar por personal del ejército.
Según la autopsia, el cuerpo de Jara registraba 44 orificios de entrada, 32 de
ellos con salida de proyectil. El reporte evidencia que fueron 16 balas en el
pecho, 2 en la cabeza, 2 balas en su brazo derecho, 6 en su abdomen y una
ráfaga de 18 balazos en sus piernas.
Tormento, tortura y mutilación que tuvo como objetivo
intentar callar el canto de un luchador y dejar en evidencia el pánico que
causaba en sus captores ese sencillo hombre que tenían en frente. Sin embargo,
nada de ello pudo acallar ese canto sincero, sencillo, valiente que denunció la
injusticia de su tiempo, de su sociedad y que levantó el relato de un pueblo
que se movilizó para transformarla.
De oficio profesor, actor y director de teatro, Víctor Jara vio en la música un instrumento de transformación de la sociedad, un canal donde difundir y multiplicar un discurso transformador. Junto a ello, también tuvo el don de re descubrir la música tanto de Chile como del continente logrando hacer un folclore revitalizado, experimental y comprometido con los cambios sociales.
De oficio profesor, actor y director de teatro, Víctor Jara vio en la música un instrumento de transformación de la sociedad, un canal donde difundir y multiplicar un discurso transformador. Junto a ello, también tuvo el don de re descubrir la música tanto de Chile como del continente logrando hacer un folclore revitalizado, experimental y comprometido con los cambios sociales.
La escurridiza justicia
A pesar de los innumerables homenajes, del reconocimiento
internacional a su figura y de que la historia de su martirio fue traspasándose
oralmente en plena dictadura, la justicia ha sido escasa. El esclarecimiento de
su asesinato ha sido un trabajo arduo y minucioso en el que mucha gente y
testigos fueron recreando la madeja de sus últimos días y horas. La versión
oficial dada por la Dictadura -en respuesta a una nota de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos de la O.E.A- con fecha 27 de marzo de
1974 en el comunicado del Ministerio de
Relaciones Exteriores se señala: “Víctor Jara: Fallecido. Murió por acción de
francotiradores que, reitero, disparaban indiscriminadamente contra las Fuerzas
Armadas como en contra de la población civil“.
Hasta el 5 de diciembre de 2004 -la resolución del juez del
Quinto Juzgado del Crimen Juan Carlos Urrutia tiene fecha 6 de diciembre- el
Ejército nunca entregó al tribunal los nombres de los oficiales que estuvieron
a cargo de los prisioneros del Estadio Chile y la identidad de quien fue su
comandante. El ejército y su propio Comandante en Jefe en esa época, Juan Emilio
Cheyre, se negaron sistemáticamente en dar los nombres de los oficiales
involucrados señalando “que no tenían registro”. Sin embargo a raíz de la
presión mediática y del testimonio de varios testigos se pudo constatar varios
hechos que arrojaron luz sobre lo ocurrido con Víctor Jara.
A pesar de esto, en mayo del 2008 y con apenas un procesado, el ministro Juan
Eduardo Fuentes Belmar cerró el sumario (fase indagatoria) del juicio que se
instruye por el crimen del cantautor Víctor Jara, ocurrido en septiembre de
1973, eso sin identificar a un autor material. Solo logró identificarse, en
base a testigos y varios careos, al en ese entonces Comandante del Estadio
Chile, el coronel (r) Mario Manríquez Bravo, como mando a cargo del recinto.
Un largo camino judicial se ha sucedido desde entonces.
Recién en julio de este año (2015) y en base al trabajo llevado a cabo por el
ministro en visita extraordinaria Miguel Vázquez Plaza, a cargo de la investigación, -quien ya el 2012
había procesado a varios militares- se dictó una acusación en contra de 10
funcionarios del Ejército (r), por su responsabilidad en los delitos de
secuestro y homicidio del cantautor
Víctor Jara Martínez y el director de Gendarmería Littré Quiroga Carvajal.
Así, el Ministro Vázquez procesó como autores de los delitos
de homicidio calificado a los ex miembros del Ejército: Raúl Jofré González,
Edwin Dimter Bianchi, Hugo Sánchez Marmonti, Nelson Haase Mazzei, Ernesto
Bethke Wulf, Juan Jara Quintana, Jorge Smith Gumucio, Patricio Vásquez Donoso y Hernán Chacón Soto.
En tanto, como autores de los secuestros simples acusó a
Hugo Sánchez Marmonti, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Haase Mazzei, Jorge Smith
Gumucio, Ernesto Bethke Wulf, Juan Jara Quintana, Hernán Chacón Soto y Patricio
Vásquez Donoso.
Además, acusó como autor solo de los secuestros calificados
de Jara y Carvajal a Raúl Jofré Gonzalez; y como encubridor de los delitos de
homicidio calificado y de secuestro simple a Rolando Melo Silva.
Victor Jara, a la derecha de la fotografía, marchando en Santiago de Chile, en 1973. |
Jara, según quienes lo conocieron, siempre tuvo una actitud
siempre afable, de ese mismo modo siempre le dio contenido a su música y una
empatía plasmada en sus obra con lo social, de ese modo era normal verlo en
vivo explayarse por cada canción que había hecho. Y es que cada canción, cada
producción tenía un enorme sentido para Víctor Jara, y al parecer ningún tema o
canción dejó de tener un profundo sentido político y ético. Por lo mismo, su
canto fue siempre comprometido, siempre al servicio de un ideal y una lucha.
Es en su “Manifiesto” (tema que fue publicado posterior a su
asesinato) donde Víctor Jara explica y deja con total claridad su intención en
el canto: “Yo no canto por cantar, ni por tener buena voz / Canto porque la
guitarra, tiene sentido y razón”. Es el canto del compromiso por un pueblo que
en esos años se encontraba en lucha y demandando una sociedad nueva y justa.
Canto que no se ha quedado solo en los oídos de aquellos quienes lucharon en
ese tiempo, sino que ha resonado con el tiempo en oídos de quienes han sentido
la necesidad de retomar y continuar dicha lucha. Víctor, en ese sentido, ha
sido el vínculo entre ese pasado que sus asesinos intentaron destruir y quienes
buscamos revivir esa lucha y ese porvenir.
Tal vez, y por lo mismo, la mayor derrota de sus
torturadores y asesinos es que no pudieron matar ni acallar su canto ni su voz,
que a pesar de toda la barbarie, Víctor está presente y su mensaje es más vigente
que nunca. Esa ética, esa búsqueda por la justicia, ese amor al pueblo, esa fe
en el porvenir y esa ternura se encuentran intactas y resuenan en nosotros y
nosotras cada vez que lo escuchamos, cada vez que alguien usa sus acordes y
trae al presente su canción valiente y siempre nueva, cada vez que nos llama
-del mismo modo que llamaba hace más de cuatro decadas atrás- a construir una
nueva sociedad.
Manifiesto (Víctor Jara)
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