Han pasado dos años, y un poquito más. Y retomamos el blog,la información y la reflexión.
La etapa política que vive el Perú es una de las más grises de su historia. Una sociedad,toda, encerrada en un laboratorio de manejo social. Por segunda vez en su vida republicana.
Montesinos fue el Goebbels de Fujimori,para lograr el más grande latrocinio y desnacionalización que nos ha tocado sufrir, como país y como pueblo.
Y ahora, mañosamente, aun con hilos más finos e invisibles, nos tienen adormecidos con un proceso judicial novelesco y parcializado. Dirigido a debilitar el estado, la institucionalidad y destruir a la clase política del Perú, y encubrir a los verdaderos socios del latrocinio de Odebrecht, una de las tantas empresas extranjeras que han hecho de las suyas en nuestro país.
Los políticos, presos(los que conviene al poder en este momento) y los empresarios ladrones, libres.
La misma empresa Odebrecht, con el cuento de las delaciones premiadas, vende libremente sus propiedades y recursos en el Perú ...¡y el gobierno de Vizcarra deja que se lleve la plata, impúnemente!.
Más que en ningún otro país, nuestro pueblo vive encadenado a una visión formalista de la democracia y de la política. Que comienza con el voto y termina en el parlamento. En la calle solo el consumo, el chisme y el crimen, como el pan noticioso de cada día. Nada de política, con mayúscula.
Mientras las poblaciones de las Bambas (Apurimac) y de el Valle de Tambo (Arequipa) son aplastados por las llamadas fuerzas del orden, pero que en realidad actúan como verdaderos mercenarios de las empresas mineras extranjeras. Protección y represión para que nuestros amos destruyan nuestro habitat y nuestra agricultura, y se sigan llevando nuestras riquezas y encima les sigan devolviendo los impuestos que pagan. Vergonzoso y asqueroso negocio.
Elecciones parlamentarias, sin tiempo para selección de candidatos, ni debate. ¿A dónde vamos así?
Esta noche, sin jarana, sería un túnel sin salida, si estuviéramos solos. Pero no, no lo estamos Como no lo estuvimos cuando fuimos el Tawantinsuyo, el gran imperio de los Incas que dibujó la América de hoy. No estamos solos, somos América. Con un pasado y un destino común.
La borrachera del neoliberalismo está pasando. Un baldazo helado, de sueldos miserables, de jornadas de trabajo con hora de entrada, pero no de salida, de jubilaciones de hambre y de tarjetas de crédito leoninas, impagables, nos están despertando.
El mismo sistema ha alimentado expectativas y necesidades, reales o creadas, que no puede satisfacer. La caldera hierve y hierve, hasta que vuela la tapa. Ya voló estrepitosamente, primero en Ecuador, luego en Chile. Haití muere, pero no se escucha.
Como en el tiempo del dominio español, estamos unidos. El mismo amo, las mismas cadenas. que esta vez hablan inglés, o el esperanto de las empresas transncionales, sin dios y sin patria.
La conciencia de los pueblos está aun obnubilada por las urgencias de sobrevivir y consumir. Salvo el consumo, todo es ilusión.
En la tele no hay espacio para debatir los grandes temas del país, y menos del mundo, los crímenes y la frivolidad no dan tiempo para más; así los gatos ceban a los ratones.
América espera que sigamos despertando. Somos un solo territorio, dividido solo funcionalmente, para dominarnos mejor.
Sigamos despertando, como hijos del gran imperio que volveremos a ser. Los libertadores empiezan a cabalgar de nuevo, hacia el gran encuentro en libertad y en justicia.
¡Viva América¡ ¡Viva la Patria Grande! ¡Seremos millones!