martes, diciembre 16, 2008

La Voz de las Abuelas_ Reportaje de Marilò Hidalgo / Revista Fusiòn

La magia se hace realidad. Las dimensiones se entrecruzan en este tiempo.

Sabiduria y luz brotan a borbotones. Caen los muros y los misterios dejan de serlo.

Una nueva era està despertando con el nuevo ser humano-divino, es decir el mismo terrìcola, pero reconciliado con su ser total.

El YO SOY EL QUE SOY encarnado, re-asumiendo su potestad como ser hecho de la misma materia prima del Padre Creador, "este es mi cuerpo, esta es mi sangre".

La comuniòn ha empezado ya. Y , el Consejo de las Trece Abuelas, nos dice còmo.(Jesùs Hubert)


Hace mucho tiempo los ancianos eran venerados. A ellos se acudía para pedir respeto, eran la última palabra dentro de las familias. La sociedad actual ha perdido todos estos valores. Sólo los que han vivido en contacto estrecho con la naturaleza, los grupos indígenas, han conseguido mantener vivo el legado de los antepasados. Allí los ancianos siguen siendo ejemplo, consejo y guía. De entre ellos, son las abuelas quienes alzan la voz para transmitir un mensaje. Su tiempo ha llegado.

El Consejo Internacional de las Trece Abuelas Indígenas

La Abuela Bernardette, originaria de Gabón (Africa) tuvo una visión. En ella vio a trece abuelas venidas de los cuatro rincones del mundo hablando a través de una sola voz. Esta visión toma forma cuando conoce a la psicóloga clínica Jyoti que viaja precisamente a África para estudiar con ella. Al comprobar que ambas coinciden en ese sueño, Jyoti moviliza a su organización -el Center For Sacred Studies (CSS)- para preparar la reunión de Abuelas. Se envían al menos cien invitaciones a ancianas de todo el mundo pero sólo trece responden. Cuando se juntan por primera vez en octubre de 2004, la Abuela Rita Pitka venida de Alaska abre un paquete que llevaba con ella y con lágrimas en los ojos, dice: “Mi bisabuela me dio esto cuando tenía ocho años y me dijo que era para el Consejo de las Trece Abuelas, un consejo del que yo también formaría parte”. Al abrirlo aparecieron trece piedras y trece plumas de águila. Explica que el trece es un número sagrado porque trece son los planetas, trece las lunas llenas del año y trece las abuelas que iban a participar en el consejo porque así se lo habían transmitido a cada una de ellas de distintas formas. Trece mujeres que llegaban para cumplir la antigua profecía: “Cuando las abuelas de los cuatro puntos cardinales hablen, comenzará una nueva era”. Ellas deberían de compartir sus secretos más sagrados con la misma gente que muchas veces las había oprimido porque “la supervivencia de la humanidad e incluso del planeta, estaba en juego”. “Nos hemos reunido porque tenemos una visión común para formar una alianza global nueva”, explican en su Declaración las Trece Abuelas (...)

“Nos hemos reunido porque tenemos una visión común para formar una alianza global nueva”, explican en su Declaración el Consejo de las Trece Abuelas.

Estamos muy preocupadas con la destrucción sin precedentes que está sufriendo nuestra Madre Tierra: la contaminación de nuestro aire, nuestra agua y nuestro suelo, las atrocidades de la guerra, el azote global de la pobreza, la amenaza de las armas y los residuos nucleares, la cultura del materialismo, las epidemias que amenazan la salud de los pueblos de la tierra, la explotación de las medicinas indígenas y la destrucción de las formas de vida indígena (...) Nos unimos para proteger las tierras donde viven nuestros pueblos y de las que dependen nuestras culturas, para cuidar la herencia colectiva de las medicinas tradicionales y para defender la Tierra misma. Creemos que las enseñanzas de nuestros antepasados iluminarán nuestro camino hacia un futuro incierto”.

El futuro incierto

Muchas de las profecías que han llegado hasta nuestros días señalan al año 2012 como el de la gran transformación. Los mayas hicieron cálculos para saber que nuestro sistema solar se desplaza alrededor de la galaxia dibujando una elipse que lo aleja y acerca del centro de la misma. La duración de este ciclo es de veinticinco mil años aproximadamente. En diciembre de 2012 la Tierra se alineará durante un breve espacio de tiempo con el centro exacto de la galaxia y entraremos -según la profecía maya- en un campo electromagnético muy fuerte, una región del espacio donde se irradia una intensa energía. En ese breve tiempo asegura la Abuela maya Flordemayo en el libro “La Voz de las Trece Abuelas” (editorial Luciérnaga) “es esencial que nos movamos con la rapidez de la luz hacia la luz. En caso contrario, las vibraciones espirituales que irán siendo cada vez más y más intensas, podrían dejar a muchos atrás. Debemos aprender a despertarnos y a mantenernos despiertos durante estos oscuros tiempos de cambio”. Los indios hopi llaman a este tiempo “La gran purificación” y sus profecías hablan de la limpieza que va a tener lugar sobre la Tierra. Muchas de las cosas que ahora están pasando en nuestro planeta -hambrunas, agujero de ozono, huracanes- fueron profetizadas por esta tribu que asegura que nos encontramos en el principio del fin.

Todas las abuelas coinciden en señalar que los cambios de la Tierra traerán consigo un despertar espiritual de la conciencia de las personas. Y que a pesar de que las profecías que hablan de grandes cambios en el planeta son muy graves, ellas creen que sólo afectarán a aquellos que no hayan hecho caso de las advertencias. Los supervivientes serán personas abiertas a un nuevo nivel de conciencia y que buscan la verdadera comunicación entre la Tierra y el Creador, aseguran.

La Abuela Flordemayo

“Yo provengo del pueblo de las estrellas que habitaba las Pléyades y también soy hija de América Central”, se presenta la Abuela nicaragüense Flordemayo en “La Voz de las Trece Abuelas”. Ella y el resto de ancianas recorren el mundo compartiendo el conocimiento de sus ancestros, sus oraciones, rituales, visiones, profecías, métodos de sanación y pautas de educación para las futuras generaciones. En su viaje esperan inspirar y contagiar a otros para juntos “participar conscientemente en el desarrollo de la creación”. Este año y gracias a la Asociación Arboleda de Gaia, el Consejo de las Trece Abuelas indígenas visitó nuestro país. Aprovecharon la ocasión para presentar públicamente el libro “La Voz de las Trece Abuelas” (Luciérnaga). Ocasión que aprovechamos para dialogar con una de ellas, la Abuela maya Flordemayo.

-¿Cuál es el origen de su nombre?

-Soy Nicaragüense y esta es la flor nacional de mi país. Mi mamá era partera y utilizaba esta planta en las sanaciones después del parto -ayuda a lactar y curar el vientre- y florece en mayo, mes en el que nací. Además mi piel es clara y rosadita y la flor es de colores pastel. Ella me vio como esa flor y me puso el nombre.

-¿Qué labor tienen en común las Trece Abuelas?

-Representamos una alianza mundial de rezo y sanación de la Madre Tierra y de todas las criaturas hasta la séptima generación y posterior a ella. Queremos ayudar a recuperar una forma de vida en equilibrio con el Orden Divino de las cosas.

-¿A qué se refiere cuando habla de la Séptima Generación?

-Esto viene de los indígenas de Norteamérica. Ellos dicen que todo lo que hagamos en esta vida dura hasta la séptima generación. Esa profecía anuncia que la Séptima Generación regresará al sendero de los ancianos después de un periodo de alejamiento y de ruptura de diálogo. Lo que nosotros hacemos es utilizar esa palabra en común para decir a la gente que esto es para la séptima generación y que el tiempo ha llegado.

“Durante toda nuestra vida, las mujeres caminamos al lado de la Madre, somos cuidadoras y cada célula de nuestro cuerpo guarda el antiguo conocimiento de lo femenino”.

-Muchas profecías coinciden en señalar que habrá un día donde las mujeres recobren el poder y de un modo hermoso cambiaran el mundo. ¿Ha llegado ese día?

-¡Madrecita, no sólo que ha llegado ese día sino que nosotras, las abuelitas, estamos presentes!. Somos la profecía caminando. La profecía dice que se cumplirá antes del año cero -según la gente de Centroamérica- y el año cero es el treinta de diciembre. A partir de ahí empieza la cuenta otra vez. Estos son los momentos -según la tradición- en que las mujeres liderarán las naciones. Son las mujeres las que traerán el Poder. Tenemos por delante un viaje y sobre todo una responsabilidad muy grande. Durante toda nuestra vida caminamos al lado de la Madre, somos cuidadoras y cada célula de nuestro cuerpo guarda el antiguo conocimiento de lo femenino. Tenemos que ser capaces de retomar todo esto y equilibrarnos, no dejar que la vida nos arrastre. No podemos esperar a que las cosas cambien solas debemos de vivir cada instante.

-Ha comentado en alguna ocasión que este cambio primero debe darlo la mujer y luego el hombre seguiría sus pasos. ¿Qué responsabilidad tiene ahora la mujer en sus manos?

-Lo que pasa es que la mujer ha perdido su poder. Perdido quiere decir que ha estado dominado hasta ahora y debe recuperarlo. Por eso nosotras lo que hacemos es recordar a la mujeres, a las jóvenes y a las muchachitas que son responsables; porque ellas -sus vientres-, son las semillas del futuro. Son las creadoras de vida y en sus manos está el futuro.

Hoy en día las mujeres se están destruyendo, no saben cómo cuidarse, cómo hacerse sus medicinas de mujer, no se cuidan después de los partos, tienen problemas con la matriz, con la menopausia cuando nunca fue un problema. Muchas de esas cosas son provocadas por una alimentación inadecuada, por productos químicos que llevan incorporados los maquillajes, perfumes, champús, etc. que luego provocan alergias que se transmiten de la madre al hijo. Por eso hacemos especial hincapié en la educación de niñas y jóvenes para enseñarles que no es necesario todo eso. Tenemos que cultivar nuestros productos aunque sea en terrazas para no depender de otros. Si no somos autosuficientes no tendremos futuro. Si existe un colapso de la economía -como ya está sucediendo- nos podemos volver locos.

-¿Es usted representante de alguna tradición?

-Quiero corregir que yo no estoy aquí representando a la nación maya. Soy maya de sangre pero no de cultura ni de tradición. Lo he estudiado. Mi abuela viene de Guatemala pero no puedo hablar por los mayas. No vengo en representación de nadie, me considero una persona universal. Me crié con el curanderismo pero también aprendí la tradición maya porque la estudié siete años en Guatemala. No me gusta la tradición maya porque es muy estricta, tienen muchas restricciones y como clarividente, el Dios-Diosa, Nuestra Madre-Padre me habla a mí de distintas maneras y no puedo decirle a Mi Dios que me hable en tono maya. Visité la tierra de mis antepasados, recogí su lengua, conocí a mi familia y recuperé el vestido de mis abuelitas. Ahora visto la ropa maya por dos cosas. Para honorar a mis antepasadas y para recuperar el espíritu de la mujer porque a nosotras, en Nicaragua, nos dejaron desnudas, nos despojaron de las ropas indígenas y nos quitaron también nuestra lengua.

-Por todo el trabajo que está realizando, será usted muy reconocida en su tierra.

-Aunque nací y me crié en Nicaragua, a todos les digo que soy universal. Soy criatura de las estrellas porque no tengo país, lengua ni etnia. A día de hoy tengo libertad total para expresarme, como abuela no tengo que pedir permiso a nadie. El permiso me lo da el gran dios y puedo hablar, no tengo restricciones.

-Flordemayo, sus palabras suenan con poder. Supongo que ese es lenguaje universal en el que se habrán entendido todas las Abuelas provenientes de distintas tribus del mundo -Alaska, Tíbet, Nepal, Africa, Norteamérica y Centroamérica-...

-... además del lenguaje del corazón, que es como una lengua sagrada. Pero lo que más tenemos en común es la responsabilidad de enseñar a la gente por todo el mundo cómo honorarnos como seres, cómo vivir en balance con todo. Cuando estamos fuera de ese equilibrio no nos entendemos, cometemos errores y eso trae consigo guerra que puede ser de muchos tipos: interior, en el seno de la familia, entre los pueblos... Todo tiene la misma raíz: la falta de comprensión.

Eso es lo que nos preocupa a las abuelitas. Estamos en medio de una gran destrucción, una destrucción universal y nos estamos olvidando de donde venimos, cuál es nuestra raíz. Somos criaturas de Dios, no sólo un cuerpo físico. Hace cien años muy pocos tenían acceso a la educación. No se sabía leer y escribir pero en cambio se vivía en balance con la Madre Tierra, con rezos, agradecimiento por todo lo que recibíamos de ella. Ahora estamos en medio de una epidemia comercial, una competición que está destruyendo la mente y el corazón. Tenemos que regresar a la naturaleza para recuperar nuestras raíces.

Nos estamos convirtiendo en máquinas de metal que no se expresan. No comemos si no es con microondas; no hablo si no es con el celular; somos un 70% de agua, la necesitamos para vivir y resulta que la venden cuando los ríos son gratis. Vamos a la universidad y en cambio no sabemos de dónde vienen las zanahorias.

-¿En qué consiste su trabajo?

-Cada abuela tiene el suyo. Yo soy la fundadora de un instituto de medicina natural en Centroamérica. Allí enseñamos a hacer comida orgánica y cómo mantener el cuerpo en equilibrio. La comida orgánica conserva toda la sustancia y la luz de la planta. Nosotros somos seres físicos y de luz, si no comemos alimentos con luz nos podemos convertir en máquinas.

-Se enviaron cartas a un gran número de abuelas y sólo trece respondieron. ¿Cómo acudió a la llamada?.

-Aunque físicamente me llegaron cartas, mi don es la clarividencia. En el 2003 estaba muy ocupada con mi trabajo y cogí un reposo. Me fui a la base de la montaña Everest, estuve en Katmandú, casi un mes en meditación. Antes había tenido una visión donde las Abuelitas de las cuatro direcciones me llamaban. Eran unos seres invisibles que tenían sus manos unidas alrededor del globo. Cuando me llamaron, las paredes y el techo de mi habitación desaparecieron y me fui volando hacia las 4 direcciones con las manos para fuera y los pies en punta como una forma de flecha. La Abuela del Este me llamó, me tocó la frente y me dio una transmisión y así el resto de las Abuelas.

Me quedé despierta pensando qué me querían decir. Así que me fui a mi retiro a un lugar de la India y de ahí a la base del Everest a un monasterio. Allí en mi habitación había un gran ventanal desde el que se veía la montaña que salía por encima de las nubes, el espectáculo era impresionante. Una noche la Abuela del Este volvió a llamarme y me encontré con ella a los pies del Everest. Me entregó un regalo: una bandera de rezo, triangular que tenía una inscripción en la lengua sagrada de ellos pero yo no sabía qué quería decir. Después de mucho tiempo de trabajo y meditación cuando llega el helicóptero para recogernos -allí sólo se puede llegar de esa forma-, seguía muy preocupada porque me marchaba y no conocía el sentido del sueño. Cuando levanté un pie para subir, aparecieron unos rayos en el cielo antes despejado que hicieron retumbar todo. Entonces escuché una voz que me decía: “Tenés el poder, tenés la esperanza y tenés la protección”. Aquella bandera con forma de triángulo era la clave. Las células de nuestro cuerpo físico son redondas, pero las células de nuestro cuerpo de luz tienen forma de triángulo, y el triángulo es base de la geometría sagrada. Nosotros como criaturas de luz formamos multitriángulos que irradian. Así llegué a la reunión de abuelas pensando en un principio que no tenía capacidad, no representaba a nadie ni me sentía merecedora de estar allí. Hice la presentación y cuando invoqué a nuestra Creadora, ella se materializó y bañó de luz dorada a más de quinientas personas que allí estaban. Ese es el color de la Flordemayo, de la luz del Sol y de la profecía de los antepasados que dice que cuando las criaturas nazcan con la luz color de miel, se cambiará el mundo. Allí se cumplió la profecía y se realizó la transformación.

-Gracias Flordemayo por compartir con nosotros su experiencia, sus pensamientos y su trabajo.

Fotos: Gentileza Asociación Arboleda de Gaia.
Tomado de la Revista "Fusiòn"/ ediciòn internet del 14/12/2008

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