domingo, abril 17, 2011

Documental “Trabajo confidencial” (Inside Job) muestra cómo los banqueros causaron la crisis mundial del 2008




En España y varios países latinoamericanos se está estrenando “Inside Job” (Trabajo confidencial), el documental que, en su categoría, ganó el Oscar este año.

Ojalá que podamos verlo en el Perú antes de la segunda vuelta electoral. Viéndolo, entenderemos por qué necesitamos de un gobierno con autoridad, autonomía y respaldo de la población para poder ponerle un cause definido , en resguardo de la sociedad, a la ambición sin límites de estos todo poderosos empresarios. Entenderemos también, por qué los medios de comunicación, vinculados y/o dependientes de la publicidad de los grupos económicos, se oponen a cualquier proyecto político que no sea incondicional al gran capital.

Les presentamos el comentario a la película del semanario colombiano SEMANA y la versión completa de este explosivo documental (gracias a la página VERCINEMA) que esperamos llegue prontoa los cines nacionales…si llega . (Jesús Hubert)



Título original: Inside Job

Año de estreno: 2010

Género: Documental

Dirección: Charles Ferguson

Guion: Chad Beck y Adam Bolt

Narrada por Matt Damon

Trailer: http://bit.ly/g4Ypp5

Es, de lejos, lo mejor de la cartelera de hoy. Pero hay que estar de ánimo para sentarse a verla. Porque prueba, punto por punto, que todo el tiempo nos están robando. Explica, con sentido del humor pero con sumo cuidado, cómo los grandes bancos lograron convertir al mundo -a punta de leyes borrosas plagadas de letra menuda- en un solo país gobernado por una dictadura invisible: en una pirámide global dominada por un puñado de empresarios avaros a los que, tal como sucedió durante la brutal crisis de 2008, todos les damos una mano cuando quiebran sus propias empresas. Y revela que estamos lejos de salir de ese círculo vicioso en el que nos vemos obligados a trabajar más y más para sostener un sistema que no tiene ninguna intención de sostenernos a nosotros: que tendrá que suceder un milagro para que vuelva a existir algo semejante a la clase media.

Trabajo confidencial, este documental exigente pero hecho para todos los que quieran saber la verdad, es lo mejor de lo mejor que hay hoy en nuestros teatros. Gracias a una irónica e impasible narración del actor Matt Damon, a una estupenda edición de las noticias de última hora que no entendimos del todo en su momento y a una serie de entrevistas corajudas con los poquísimos economistas caraduras que se atrevieron a dar la cara, Trabajo confidencial recrea la prehistoria, revela los peores secretos y predice las consecuencias del desplome, en 2008, de la economía norteamericana: que en la era de la globalización, por supuesto, significa el desplome de la economía mundial.

Describe cómo, siguiendo las órdenes del presidente hollywoodense Ronald Reagan, los estados comenzaron a renunciar uno por uno al control sobre las operaciones de los bancos. Demuestra que esa nueva libertad empresarial, diseñada por mentes brillantes que han hecho parte de los últimos cuatro gobiernos estadounidenses (del Bush original al decepcionante Obama) y enseñada en la cuna a los estudiantes de economía de las universidades que trazan el futuro de las sociedades, empobreció a la inmensa mayoría del planeta, que antes sobrevivía a la ley de la oferta y la demanda con menos angustia. Retrata, en el proceso, casi sin querer, a una serie de delincuentes de cuello blanco que jamás irán a dar a la cárcel: "Tres años después de nuestra horrible crisis financiera, ningún ejecutivo se ha ido a la cárcel, y eso está mal", dijo Charles Ferguson, el brillante director del documental, en su discurso de aceptación del Óscar.

Quien ve Trabajo confidencial y después se atreve a ver aquel nuevo documental de Michael Moore titulado Capitalismo: una historia de amor (que ya se consigue, en DVD, en algunas tiendas colombianas) se da cuenta de que ha vivido engañado. O bueno: que esa extraña sensación, tan cercana a la paranoia, de que seguimos siendo esclavos de unos pocos seres inescrupulosos es, a la larga, la verdad.







Islandia: Un ejemplo de soberanía popular que oculta la “libertad de prensa” mundial / Revista Fusión / España




“Los islandeses han recordado al mundo

que el auténtico poder y la soberanía sigue residiendo en el pueblo,

...para los que lo hayan olvidado.”


El caso habla por si solo. Islandia, un pequeño país del noroeste de Europa, nos ha dado una lección de dignidad y soberanía. Esta experiencia resulta una elocuente parábola para exorcizar los miedos con que nos manejan los periodistas, economistas y políticos neoliberales, de manera que no osemos tocar al gran capital, ni con el pétalo de una rosa, menos siquiera, con el pensamiento.

Compartimos este artículo con nuestros amables lectores, con nuestra invocación para que hagamos un esfuerzo para informarnos libremente y así no dejarnos manipular (Jesús Hubert)


El rescate bancario le ha costado a cada español cinco mil euros que hemos pagado sin rechistar mientras las entidades bancarias -y a pesar de la crisis-, han seguido acumulando beneficios.

Los islandeses en cambio, ante la misma situación, han decidido plantar cara. Han conseguido que dimita el gobierno en pleno, que se nacionalicen los principales bancos y han acordado por referéndum no pagar la deuda contraída por las entidades bancarias y su mala gestión. Y todo ello, de forma pacífica. ¡Bravo Islandia!

Islandia es un país muy pequeño, trescientos veinte mil habitantes, con un PIB anual de 14.000 millones de euros. Para hacernos una idea la deuda a la que se enfrentaban superaba cuatro veces su PIB anual. A pesar de ser un estado pequeño se habían instalado en su suelo, entidades financieras de gran tamaño que desde aquí, hacían negocios con otros países de Europa -especialmente Gran Bretaña y Holanda-, sin ninguna supervisión ni control por parte de las instituciones competentes. La que en su día fue considerada la "Wall Street del Ártico" por su alto crecimiento, se había convertido en un país endeudado.

En 2008 los tres bancos principales de Islandia quiebran y llevan al país a la bancarrota. La indignación de los ciudadanos no se hace esperar. Salen a la calle a pedir explicaciones y consiguen que dimita el gobierno en pleno por su mala gestión. Es el primer caso que se conoce donde un gobierno cae víctima de la crisis.

Cuando sale a la luz la cantidad que cada islandés tenía que abonar para pagar la deuda contraída por el poder financiero -3.500 millones de euros a pagar en 15 años al 5,5%-, los ciudadanos vuelven a alzar su voz ante la cara de asombro de los responsables; salen a la calle y solicitan un referéndum. El resultado fue de un 93% de votos a favor de "No pagar la deuda". El FMI intenta presionar al país congelando las ayudas económicas que hasta el momento recibía. Pero las cosas van más allá.

Los ciudadanos movilizados, eligen una asamblea popular y deciden iniciar una investigación para dirimir jurídicamente las responsabilidades de esta crisis. Ya lo advirtió el Premio Nóbel de Economía, Joseph Stiglitz, en su día, "hasta que banqueros y responsables de las instituciones supervisoras del sistema financiero no terminen en la cárcel, la crisis financiera no se resolverá". Así que ni cortos ni perezosos, una vez que se demuestra la malas práctica de las entidades financieras y la complicidad de quienes debían haber supervisado su actuación, los equipos directivos de los bancos son llevados a los tribunales con petición de cárcel y sanción económica. La Interpol emite una orden de detención contra aquellos banqueros que consiguieron escapar del país.

Los islandeses han recordado al mundo que el auténtico poder y la soberanía sigue residiendo en el pueblo para los que lo hayan olvidado. Y además, lo han hecho de forma pacífica. Han conseguido una investigación y justicia, mientras en el resto del mundo nadie investiga a los responsables ni sus decisiones, ni a los gobiernos que los protegen, ni al sistema judicial que mira hacia otro lado. Hace unos días el pueblo islandés volvió a decir en las urnas, 'No' al suicidio financiero al que empujaban las autoridades de la UE. Y todo ello a pesar de que el actual gobierno socialdemócrata y verde animase a la población hacia el 'Si', temiendo las consecuencias que la negativa podría ocasionar. Está claro que ni Verdes, ni Liberales, ni Conservadores han podido con la decisión del Pueblo.

Sería deseable que se nombrara una comisión en el Parlamento español que se atreviera a poner encima de la mesa y a hacer público, el grado de responsabilidad de los equipos directivos, así como de las instituciones reguladoras y supervisoras del sistema financiero -Banco Central Europeo y por supuesto, Banco de España-.

Comportamientos que han llevado a la ruina y al paro a millones y millones de personas mientras las empresas del Ibex-35 seguían acumulando ganancias y el Banco Santander conseguía 35.000 millones de euros de beneficios netos, convirtiéndose en la entidad que acumulaba más beneficios de todo el mundo, después de dos bancos chinos.

El caso de Islandia nos recuerda que los ciudadanos debemos de recuperar nuestro poder para recuperar la democracia. Ahora entendemos por qué lo ocurrido en ese país no ha salido en los medios de comunicación ni ha sido objeto de debate. Temen el efecto contagio.

Tomado de la edición del 14/04/ 2011 de la Revista Fusión, de España

http://www.revistafusion.com/201104142047/Actualidad/Actualidad/ibravo-islandia.htm