viernes, agosto 31, 2007

Las “Iglesias” han caido: aprendamos a leer en la vida



" 16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en nosotros?

17 Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el
templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.

(Primera carta de Pablo a los Corintios / Capítulo 3: 16-12)"

Cuando era adolescente escribí en mi Biblia de lectura diaria: “La palabra de Dios es para vivirla y la Vida es para leerla”. Entendimiento que el tiempo me ha confirmado “porque en el principio era el verbo” y el verbo es Dios mismo.

Nacimos, metafóricamente explicado, del soplo divino y desde entonces Dios nos está hablando a través de su creación, a cada instante. Nosotros todos, y todo, somos su creación.

El reciente sismo sufrido en nuestro país, ha sido – como muchos dicen, sin darle mayor alcance – un sacudón no solo para la tierra sino especialmente para las conciencias. Y es cierto. El sismo ha obrado como una especie de despertador telúrico, precisamente para que abramos los ojos a la conciencia de que Dios siempre nos está hablando.

Él habla a través de los sucesos sociales mas amplios, como este, o por medio de los encuentros mas, aparentemente, triviales en nuestra vida. ¿Pero estamos atentos a escucharlo o a leerlo?.

Y qué nos dice entre otras cosas este sismo: pues que la tierra ha acelerado su transformación y es necesario ponernos a tono con ese cambio.

La tierra ha sido adulterada, contaminada, mancillada groseramente y nuestras conciencias también. Estamos contaminados, herrumbrados, embarrados literalmente, de sentido práctico y materialidad rampante. Allí están los abismos sociales y económicos, el racismo, las guerras y tantas otras heridas que nacieron primero en el corazón del hombre…en el interior de cada uno de nosotros.

Y Dios habló en el sismo: En un solo templo, en una sola Iglesia,en la Catedral de Pisco, fueron aplastadas poco mas o menos 300 personas. Más allá del hecho trágico, doloroso, sepamos leer su significado como mensaje.

El templo espiritual no está hecho de ladrillo, cemento, adobe, barro, quincha o de cualquier otro material externo a nosotros: está hecho de carne y hueso. La iglesia, el templo que no se derrumba fácilmente, para adorar al Dios único en “espíritu y en verdad”, es el corazón de cada uno de nosotros, independientemente de religiones, confesiones o creencias particulares.

Y con el templo han caído también aquellos dioses de yeso y andas de lata y oro. Ahora ¿en quién o dónde podremos protegernos?

Esa es mi lectura…¿cuál es la tuya?

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