domingo, marzo 21, 2010

De avatares, zonas de miedo, afganos, iraquies y pieles rojas _ Escribe: Pietro De Fina



Miles de indígenas de la selva peruana serán desplazados a la fuerza para construir una represa hidroeléctrica que abastecerá de energía al Perú y Brasil; miles de iraquíes y afganos siguen muriendo a la par que un creciente número de jóvenes europeos, norteamericanos y migrantes enrolados en las guerras de agresión de las potencias mundiales, miles de indígenas de América del Norte fueron exterminados por las mismas razones en el siglo XIX y 6 Oscar fueron entregados a “Zona de Miedo”, la película que exalta el “heroísmo” alienado de los desactivadores de explosivos del ejercito agresor en Irak.

“Avatar” no “arrasó” con los Oscar 2010, porque la premiación la confiere quienes son los amigos de los enemigos de los Navi... el otro nombre de los pieles rojas, los iraquies, los afganos o los selváticos peruanos de hoy.(Jesús Hubert)


Estimados amigos, al levantarme esta mañana de marzo brillante, acá en Monte Tabor, sobre Managua, viendo al sol hacerse añicos de luz entre las flores de los aguacates y las hojas de los mangos y una infinita paleta de colores sobre mis orquídas recién florecidas, el titular de internacionales del periódico, en el que Gates anuncia en Kandahar la voluntad del presidente Obama del incremento sustantivo de tropas propias y de la OTAN en Afganistán (55,000 y 30,000 respectivamente), enfatizando los componentes tácticos de aviación y bombardeo y con la venia de la OTAN, vino a apagar el brillo que la naturaleza me obsequiaba, dejando un tono cenizo en lo que un momento antes era luz y color.

Esa escalada, ese sinsentido, en el que la Organización del Tratado del Atlántico Norte sube a 30,000 sus hombres en territorio afgano, me llenó de dudas: ¿Qué hace en Asia una organización europea de defensa?, ¿Porqué los europeos hoy aplauden en Obama las mismas acciones que detestaban en Bush?, ¿A mis paisanos de europa se les olvida que la disminución en las bajas militares en combate ha sido producto del incremento en las operaciones de bombardeo aéreo, con el consiguiente aumento de "daños colaterales", aséptico eufemismo para "civiles muertos"?, ¿Por qué los pilotos italianos tienen que ejecutar sistemáticamente los "bombardeos profilácticos", en un escenario donde hace 24 años, los pilotos soviéticos, con una técnica aérea de ataque 20 veces superior en número y armamento, fracasaron?, ¿Es que el problema son los italianos, o los españoles, a quienes han tocado las "operaciones limpieza"? ("Cuando entro a una población a operar sé que todos los que están allí son enemigos" (comentaba un militar de 18 años a un corresponsal), o los alemanes que acaban de anunciar el envío de mil soldados más, o los canadienses que avisaron que están decididos a irse, ¡dentro de dos años!, etc, etc.

O tal vez el problema sea otro. Y no es que sea de nacionalidades, ni de partidos políticos, ni de opinión pública, ni de defensa... Tal vez el problema sea transversal, común a todos, como una filosofía de vida integrada a nuestras creencias "occidentales". Tal vez el mesianismo que ha campeado en la última década y en el último siglo, no sea más que la decantación de un credo de supremacía mucho más viejo, más viejo aún que el del "destino manifiesto" y del que éste quizás fuese una mera expresión y no un punto de partida. Un credo con cabeza de halcón, corazón de oro y pies de hierro.

Cuando veo lo hecho por Europa en América en los siglos XVI al XIX, y por los EEUU en los dos últimos doscientos años, recuerdo la carta escrita por el Jefe Seattle de la tribu Suwamish al Presidente de los Estados Unidos hace más de un siglo, en ella el Jefe indio identificaba al ladrón furtivo que llega de noche, al que obscurece sus acciones con excusas y pretextos, que vienen a ser siempre los mismos, manidos, ajados, a veces malolientes ya, por el manoseo.

Y distingo a través de los ojos del Jefe Seattle y a 150 años de distancia, el apetito voraz e insaciable que orienta y promueve todas esas acciones que hasta hace pocos minutos, aparentemente, no tenían aún para mí ningún sentido.

Carta del jefe indio Seattle

En el año 1854 el jefe indio Noah Seattle, de la tribu Suwamish al presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce, en respuesta a la oferta de compra de las tierras de los Suwamish en el noroeste de los Estados Unidos, lo que ahora es el Estado de Washington, respondió de una forma muy especial a la propuesta del presidente para crear una reserva india y acabar con los enfrentamientos entre indios y blancos. La "oferta" suponía el despojo de las tierras indias. En el año 1855 se firmó el tratado de Point Elliot, con el que se consumaba el despojo de las tierras a los nativos indios. Noah Sealth, con su respuesta al presidente, creó el primer manifiesto que ha perdurado en el tiempo. El jefe indio murió el 7 de junio de 1866 a la edad de 80 años. Su memoria ha quedado en el tiempo y sus palabras continúan vigentes.

Gran Jefe Pierce :

El Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras. El Gran Jefe también nos envía palabras de amistad y buena voluntad. Apreciamos esta gentileza porque sabemos que poca falta le hace en cambio, nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta, pues sabemos que de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego y tomarse nuestras tierras. El Gran Jefe de Washington podrá confiar en lo que dice el Jefe Seattle con la misma certeza con que nuestros hermanos blancos podrán confiar en el retorno de las estaciones. Mis palabras son inmutables como las estrellas.

Pero ¿Como se puede comprar o vender el firmamento, ni aun el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida. Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿Como podrán ustedes comprarlos?

Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto, es sagrada a la memoria y el pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas.

Los muertos del hombre blanco olvidan su país de origen cuando emprenden sus paseos entre las estrellas, en cambio nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y asimismo ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; estos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia.

Por todo ello, cuando el Gran Jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras, nos esta pidiendo demasiado.

También el Gran Jefe nos dice que nos reservara un lugar en el que podemos vivir confortablemente entre nosotros. El se convertirá en nuestro padre, y nosotros en sus hijos. Por ello consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es fácil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros.

El agua cristalina que corre por los ríos y arroyuelos no es solamente agua, sino que también representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos tierras, deben recordar que es sagrada, y a la vez deben enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.

Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed; son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también los suyos, y por lo tanto, deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. El no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemiga y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Le secuestra la tierra de sus hijos. Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres,como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el firmamento, como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorara la tierra dejando atrás solo un desierto. No se, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola vista de sus ciudades apenas la vista del piel roja. Pero quizás sea porque el piel roja es un salvaje y no comprende nada.

No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar como se abren las hojas de los árboles en primavera o como aletean los insectos. Pero quizás también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido parece insultar nuestros oídos. Y, después de todo, ¿Para que sirve la vida, si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque? Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado con aromas de pinos. El aire tiene un valor inestimable para el piel roja, ya que todos los seres comparten un mismo aliento - la bestia, el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al hedor. Pero si les vendemos nuestras tierras deben recordar que el aire no es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida, también recibe sus últimos suspiros. Y si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas. Por ello consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, yo pondré una condición: El hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.

Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudriéndose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como una maquina humeante puede importar mas que el búfalo al que nosotros matamos solo para sobrevivir.

¿Que seria del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre también moriría de una gran soledad espiritual; Porque lo que le sucede a los animales también le sucederá al hombre. Todo va enlazado.

Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra esta enriquecida con las vidas de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla.

Enseñen a sus hijos que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurriría a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a si mismos.

Esto sabemos: la tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos. Todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado.

Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; el es solo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a si mismo. Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con el de amigo a amigo, queda exento del destino común.

Después de todo, quizás seamos hermanos. Ya veremos. Sabemos una cosa que quizás el hombre blanco descubra un día: nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes pueden pensar ahora que El les pertenece lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan; pero no es así. El es el Dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco. Esta tierra tiene un valor inestimable para El y si se daña se provocaría la ira del creador. También los blancos se extinguirán, quizás antes que las demás tribus. Ustedes ensucian los lechos donde duermen y la comida que comen.

Ustedes caminaran hacia su destrucción, rodeados de gloria, inspirados por la fuerza de Dios que los trajo a esta tierra y que por algún designio especial les dio dominio sobre ella y sobre el piel roja. Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos por qué se exterminan los búfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes...

¿Donde esta el matorral? Destruido. ¿Donde esta el águila? Desapareció. Con Ustedes termina la vida y empieza la supervivencia."


pdefinam@yahoo.com.mx

Publicado con el título: "OT: Escalada de tropas en Afganistán", el 09/03/2010, en el boletín de Google Groups "PiDe_Tu_LiBRo" group.