sábado, septiembre 05, 2009

Comunidades indígenas: el mayor obstáculo para la dominación neo-liberal a nivel mundial: el caso mexicano _ Escriben: Simón Sedillo / Left Turn Magaz



Desde nuestra infancia en que disfrutábamos inconcientemente del exterminio de las tribus indias por la caballería norteaméricana por TV , hasta el conocimiento del genocidio de los pobladores originales de América a manos de los conquistadores, hasta hoy, en que observamos las luchas de los pueblos y comunidades indígenas por sus derechos los cuales son arrasados por las grandes empresas transnacionales y los estados nacionales, siempre hay una constante: la lucha de la llamada civilización contra quienes se consideran como atrasados y hasta salvajes, pero …¿es esto realmente así?.

Por lo que conocerán en el siguiente artículo, las comunidades indígenas son un "obstáculo" para los afanes de dominación de los grandes intereses internacionales y particularmente para los Estados Unidos de Norteamérica.

El tema viene a cuento ahora que es casi un hecho la instalación de bases militares norteamericanas en Colombia, las cuales sin ser muy perspicaces sabemos apuntan a objetivos más amplios que el simple apoyo militar al gobierno de Uribe contra las FARC y el narcotráfico.(Jesús Hubert)

Los hechos son claros: comunidades indígenas en México son acosadas por el ejército estadunidense con la ayuda de geógrafos de la Universidad de Kansas. En 2005, el departamento de Geografía de la Universidad de Kansas recibió 500 mil dólares del departamento de Defensa para mapear tierras comunales indígenas en San Luis Potosí y Oaxaca. Con la ayuda de la Oficina de Estudios Militares para el Extranjero (FMSO, por sus siglas en inglés), localizada en la base militar del Fuerte Leavenworth en Kansas, los profesores de geografía Peter Herlihy y Jerome Dobson han estado arando el camino del proyecto México Indígena, parte de un proyecto mayor: las Expediciones Bowman.

El investigador de FMSO asignado a las Expediciones Bowman, el teniente coronel Geoffrey B. Demarest, es sospechoso de usar los mapas para inteligencia militar en contra de comunidades indígenas que afirman su autonomía gobernando y poseyendo colectivamente su territorio. Según Demarest, el único camino para el “progreso y la seguridad” en América Latina es privatizar las tierras comunales.
En publicaciones de la FMSO y en Geopropiedad: Asuntos Externos, Seguridad Nacional y Derechos de Propiedad, Demarest asegura que “la posesión informal e irregulada de tierras favorece el uso ilícito y la violencia”, y que la única solución para estos campos de cultivo de crimen e insurgencia es la rivatización y titulación de la tierra.Demarest no sólo fue entrenado en la Escuela de las Américas (el centro famoso por enseñar al personal militar latinoamericano tortura y creación de escuadrones de muerte aramilitares): fue agregado militar estadunidense en Guatemala entre 1988 y 1991, tiempo de represión militar contra las comunidades indígenas guatemaltecas, con varios casos notorios de tortura y asesinato.

Antes de México Indígena, Demarest implementaba estrategias de información geográfica en Colombia, por lo menos hasta 2003. Un ensayo de Demarest en marzo de 2003, “Mapeando Colombia: información geográfica y estrategia”, declara: “Mientras el valor forense de la información de la propiedad de tierra es relativamente obvio, no es tan obvia la correlación entre información geográfica y estrategia militar, pero esta correlación marca precisamente un atributo esencial de campañas contrainsurgentes exitosas”.

En el mismo ensayo, Demarest expone las intenciones: “El poder estratégico se convierte en la habilidad de retener y adquirir derechos de propiedad alrededor del mundo. Por tanto, puede ser medido el poder nacional, sub-, supra- o transnacional”.

La misión primaria de la FMSO es evaluar amenazas para la seguridad nacional de Estados Unidos —ejércitos guerrilleros y organizaciones terroristas—, pero también la amenaza emergente que los movimientos sociales influidos por indígenas son para la seguridad de los intereses políticos y económicos en México.

Oliver Froehling, de la Universidad de la Tierra en Oaxaca, resalta el peligro de estos proyectos de mapeo: “México Indígena se suscribe a una estrategia político-militar. El mapeo empieza en medio del debate sobre un paquete de financiamiento militar de Estados Unidos que es la Iniciativa Mérida. El control y desplazamiento de comunidades indígenas pretende remover potenciales focos rojos en la política, contribuir al control militar de la región y finalmente ‘liberar’ recursos naturales para beneficio del gobierno y, a su vez, sus aliados trasnacionales”.

La noción de Demarest de que la mayor resistencia al orden mundial neoliberal en México viene de comunidades indígenas que demandan autodeterminación en su territorio comunal no es, por supuesto, una sospecha.

Así es. En 1992, después de que el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari derogara el artículo 27 de la Constitución que otorga legitimidad comunal de la tierra a los campesinos indígenas de México y en 1994, tras la aprobación del TLCAN, una serie de levantamientos de liderazgo e inspiración indígena se moviliza por la autodeterminación y la autodefensa de su territorio.

Una de las luchas más notorias es la de los zapatistas, quienes ganaron atención global capturando un tercio de Chiapas en las primeras horas del primero de enero de 1994, día en que el TLCAN entró en vigor. Denominaron su levantamiento armado indígena “lucha contra la muerte y el olvido, lucha por la paz con dignidad, justicia y libertad”.

Aunque los fusiles zapatistas se han mantenido en silencio durante los últimos 15 años, ellos continúan resistiendo e inspiran y escuchan a las muchas luchas de México y el mundo.

En junio de 2006, una de esas luchas, una huelga sindical de maestros en la ciudad de Oaxaca, explotó rápidamente convirtiéndose en un levantamiento popular con una base indígena muy fuerte. El éxito del consiguiente levantamiento de 6 meses fue alimentado por ideas sobre las formas tradicionales de la tenencia de la tierra y las estrategias subsecuentes para el autogobierno que la vida comunal indígena implica. Campesinos indígenas, maestros, estudiantes, amas de casa y trabajadores se unieron contra el gobernador Ulises Ruiz Ortiz, exigiendo su renuncia.

La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), que tomó la ciudad capital del estado por seis meses utilizando una serie de bloqueos, y que se autoproclamó cuerpo de gobierno de facto, nació de una fuerte base indígena.

La primera asamblea general de la APPO, en la que participaron 270 delegados, fue organizada bajo el principio indígena mesoamericano de “mandar obedeciendo”. La asamblea general utiliza una forma indígena de organización por consenso que existe en Oaxaca por miles de años.

La batalla por Oaxaca no es pequeña. El estado es estratégico para los intereses neoliberales y es muy rico en recursos naturales. Ahí ya se emplaza una serie de proyectos industriales del TLCAN y el Plan Puebla Panamá. Carreteras, vías férreas, puertos comerciales,corredores de energía eólica, minas, empresas agropecuarias y maquiladoras son algunos ejemplos del “progreso” que tratan de vender. Pero en los últimos 15 años, estos símbolos de progreso sólo han desplazado sistemáticamente a comunidades indígenas, a las que no consideran “económicamente viables”. La vida humana en Oaxaca es otra variable a desechar en la ecuación de ganancias del TLCAN.

Desplazar a los indígenas de sus tierras y robarles sus medios de subsistencia es equivalente al genocidio.

Al mismo tiempo que la APPO se enfrentaba al gobierno en las calles de la capital, el proyecto México Indígena movió sus operaciones en silencio, de San Luis Potosí a la Sierra Juárez, en Oaxaca, una región biológicamente diversa y rica en minerales.

Los indígenas siempre han estado más dispuestos a morir luchando por su tierras, todos los gobiernos han estado dispuestos a matarlos y arrebatárselas.

Negar y criminalizar las formas tradicionales de tenencia de la tierra es negar la vida y cultura de los indígenas.

Demarest, la FMSO y el ejército de Estados Unidos lo saben. Pero lo que han descubierto en sus estudios de territorio indígena y resistencia en México y otras regiones de América Latina, es que el arma más peligrosa para el neoliberalismo no es necesariamente la lucha por el poder del Estado, o la presencia de la fuerza física. Es la implacable creencia de que el autogobierno y la autodeterminación, la forma tradicional de poder horizontal cosechada por comunidades indígenas de México, es una gran amenaza al orden mundial.

Simon Sedillo es un organizador chicano que lucha por de defensa de los derechos comunitarios. Realiza películas documentales y su trabajo se ha centradoen poner habilidades, cámaras, yequipo de edición en las manos de comunidades en resistencia para quepuedan documentar sus propias historiasde lucha.

Ver: http://elenemigocom un.net/2625/ x/es

Publicado con el título original “Mapeo militar estadounidense en México”. Tomado del Suplemento OJARASCA del diario La Jornada (México) - 14/08/2009