Ya nadie duda que, desde que Washington inició su saga de guerras en el Golfo Pérsico e intento de dominio de Asia Central, la región ha vivido los días de menor intervencionismo. Ahora, en medio de las turbulencias del derrumbe de la burbuja financiera de Wall Street, muchos se preguntan si no es el comienzo del capítulo siguiente: el fin de la hegemonía estadounidense global. Y si ello redundará en más libertad para las naciones latinoamericanas. O, paradojalmente, no.
En cuanto a la preeminencia estadounidense en el mundo, expertos como Jeremy Rifkin lo ponen blanco sobre negro: "EE.UU. hoy es una economía quebrada". Y un Estado quebrado rara vez puede sostener un dominio imperial. Para el autor de El sueño europeo, además, la globalización está suspendida del hilo cada vez más tenue de lo que llama "cantidad de crudo disponible per cápita" (a nivel planetario), el cual ha estado en franco descenso desde 1979. Y cuya baratura es el fundamento de la interconexión económica mundial dominada por las instituciones estadounidenses.
Pero Toklatián, autor de Globalización, narcotráfico y violencia, estima que decir que ya estamos en un nuevo mundo multipolar es apresurado. "La misma semana en que se aprobó el paquete de rescate de US$ 700.000 millones, se votó, por 318 contra 40, el presupuesto militar 2009". Son US$ 612.000 millones. "Equivale a la suma de los presupuestos de defensa de los otros 191 países que tienen asiento en las Naciones Unidas".
También en esas horas, las FF.AA. de ese país crearon, por primera vez, un "African Command", el cual controlaría operaciones eventuales en el continente negro. Si hay una debilidad, los militares la disimulan muy bien.
Para el analista brasileño Rubens Barbosa, ex embajador de Brasil en Washington y presidente de Rubens Barbosa y Asociados, es más razonable esperar un cambio de estilo que de vigor. "La economía americana es muy fuerte y va a recuperarse antes que las europeas", dice. "Creo que van a estar más abiertos al multilateralismo y menos arrogantes". Siempre dentro de la visión de que EE.UU. es una nación única. Con una misión: "No creo que la visión del destino manifiesto desaparezca. Será quizás menos agresiva", dice.
Precisamente, que los estadounidenses crean desde el comienzo de su historia en su "destino" privilegiado (que su democracia es mejor que las otras y que el país es un faro de la libertad en el mundo), puede llevar a una transición violenta si su poder disminuye. "Si miras la historia rusa no hay un componente de ambición global, excepto en el período de la URSS, que se lo dio la ideología", dice Toklatián. Eso fue muy bueno, porque -fenecida la ideología "casual"- "esta tradición cultural hizo que el colapso fuera sencillo: a nadie en el Kremlin se le ocurrió apretar el botón o iniciar una guerra en Europa". Pero en el caso de EE.UU. "me parece que el soft landing no sería el mismo". Gran ironía. A diferencia del soviético "común" ya desaparecido, el estadounidense "común" está dispuesto a creer cosas inverosímiles del mundo exterior por amor a su América.
En este escenario de vacilación, algunos piensan que Brasil tenderá a ocupar el rol de país dominante en la región. Inicialmente, con el apoyo de EE.UU. "Que potencias regionales como Brasil jueguen un mayor rol, no es del desagrado de EE.UU., en la medida en que se orienten hacia políticas que este país favorece", dice Boris Yopo, investigador del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile. La razón es que "EE.UU. no puede, más que nunca ahora, distraer recursos que necesita en otras partes". Por eso es que "habla de apoyar a 'sus socios' en la región (Brasil, Chile, etc.), así asegurar estabilidad con esfuerzos mínimos".
Barbosa, por su parte, estima que "en los primeros años de la (eventual) presidencia Obama, alguna iniciativa habrá (Cuba), pero en general el tono actual no va a cambiar respecto de la región". La consecuencia práctica de ello "será la emergencia continua e influencia brasileña, seguida de cerca de la presencia china, especialmente en el comercio e inversiones".
Toklatián coincide en que "EE.UU. lo que está tratando de pasar a Brasil no es el comando, sino una serie de tareas". Obviamente, "esto va a ser aceptado por Brasil, que también obtiene sus propios objetivos estratégicos con ello".
Esta pareja de conveniencia se mantendrá, siempre y cuando EE.UU. no se debilite más o Brasil se fortalezca demasiado. Sobre ello, Carlos Acuña, analista político y profesor de la Universidad de San Andrés, en Buenos Aires, destaca que "no es verdad que cuando un poder se debilita, se debilita igual en todas las regiones". De hecho, "puede concentrarse en alguna y allí no se debilitará". ¿Elegirá la Casa Blanca una estrategia de control obsesivo sobre Latinoamérica una vez que cesen las turbulencias actuales? La reactivación de la IV Flota destinada a patrullar mares "y ríos" en Sudamérica puede ser vista así. ¿No le convendría a EE.UU. establecer una relación privilegiada con Brasil, como la que tiene con el Reino Unido? "No creo que EE.UU. esté dispuesto a otorgarle cierta paridad a un país de la región", evalúa Acuña. Es más, a la larga, "creo que lo pueden ver (a Brasil) como amenaza a su seguridad". Y ello, indica, es mutuo. "Las élites brasileñas, más allá de que sean de centro derecha o centro izquierda, coinciden en que -más tarde o más temprano- su autonomía está destinada a confrontar con las grandes potencias y, en particular, con EE.UU."
Como señal de esto, Acuña menciona el proyecto del submarino nuclear brasileño. Y comenta que las autoridades del país han sido claras para indicar que "está destinado a impedir que las rutas marítimas del Atlántico Sur puedan ser amenazadas por potencias externas, no por sus vecinos sudamericanos".
Se vienen tiempos movidos. No es aventurado adelantar que unos EE.UU. que no quieran o no puedan sostener la Doctrina Monroe (la política del presidente de EE.UU. James Monroe de "América para los americanos"), no necesariamente ayudarían a la paz regional. Naciones de Asia o Europa podrían sentirse tentadas de reemplazar ellas a Washington, al menos en algunos países, si no emerge un consenso o alianza medianamente fuerte liderada por Brasil.
Aunque tal temor quizás sea algo prematuro. Con una sonrisa, Toklatián concluye: "América Latina hoy está más cerca de decirle adiós a la Doctrina Monroe. Eso no quiere decir que los norteamericanos le vayan a decir adiós".
Tomado del news letter internet de la Revista América Economía, ed.367, 02/11/2008
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