viernes, abril 24, 2009

¿Obama versus el negocio de la guerra?_Escribe: Guillermo Giacosa


El artìculo que van a leer a continuación se emparenta, “sin querer, queriendo”, como diria el Chavo del 8, con el articulo que le sigue.

Y muestra como realidades, que aparentemente son infinitamente distantes, como Afganistan, Irak o el VRAE (Valles de los ríos Ene y Apurimac) en el Perù, tienen situaciones peligrosamente comunes, que frente al gigante del norte - con o sin Obama, o apesar de Obama - pueden ser un provocador bocadillo, para el siempre voraz negocio de la guerra, que manejan los insaciables “businessman” del poderoso complejo industrial-militar norteamericano.

No olvidemos, que los temores y amenazas, ahora, tambièn son globales.(Jesús Hubert)


El escritor y periodista estadounidense Alan Bock analiza la situación en Irak, y su opinión, lúcida y sensata después del desastre provocado, es la siguiente: “Estados Unidos debe llegar a la conclusión general (...) de que intentar moldear a otros países para satisfacer una versión ideal de la democracia con una sociedad civil activa es una locura. (...) Quizá deberíamos dejar que el resto del mundo se las apañe solo, siempre que no suponga un peligro para nosotros, como es el caso de todos los países en la actualidad...”. No dice nada nuevo, pero sintetiza lo que muchos pensamos respecto a los arrebatos de la superpotencia.

En verdad, teniendo en cuenta el delirante presupuesto bélico de EE.UU. y su exquisitez tecnológica para eliminar enemigos (y amigos, por error), ningún país estaría en condiciones de dañarlo. En todo caso, deberíamos ser nosotros los que tendríamos que vivir alarmados teniendo un vecino tan poderoso, tan sensible y, sobre todo, tan poco afecto a considerar visiones políticas y económicas alternativas a la suya. Que a la cabeza de semejante arsenal de guerra se encuentre una persona aparentemente sensata como el presidente Obama no nos garantiza que quienes componen el aparato bélico hayan renunciado a sus aventuras. Es posible que, por razones estratégicas, hayan decidido tomarse un respiro, pero la codicia de la industria militar no se sosiega con las buenas intenciones del poder político. No le interesa que Obama les muestre que (salvo excepciones como Afganistán y Pakistán) hacer la paz es menos complejo que iniciar una guerra, y no les interesa porque eso ya lo saben. Como saben que, con la paz, sus ventas disminuyen y sus presupuestos ligados al Gobierno enflaquecen.

Por tanto, creer que EE.UU. se arma para defenderse es infantil y nunca será el punto de partida para concertar políticas que frustren esta tendencia. A falta de enemigos concretos, se ha inventado un fantástico enemigo invisible y ubicuo (siempre está donde más conviene que esté) al que se le llama terrorismo. Sus huestes las recluta el propio EE.UU. cuando bombardea poblaciones civiles, cuando apoya explícitamente, o con su silencio, acciones bárbaras como el ataque a la pequeña e indefensa Gaza, cuando se niega a firmar acuerdos y protocolos destinados a controlar el tráfico de armas o la explotación del trabajo infantil o cuando promueve golpes de Estado en países democráticos o sostiene dictadores brutales como los gobernantes de Arabia Saudí (de donde provino la mayoría de atacantes de las Torres Gemelas).

El terrorismo nace, como decíamos en otra nota, de una sensación de frustración generalizada que quienes sostienen el complejo militar-industrial no tienen interés en resolver. Esa situación acota los poderes del presidente Obama pues, quizá a su pesar, él está a la cabeza de una estructura económica que se mantiene implementando políticas destinadas al desencuentro y al enfrentamiento. El conflicto, y no la paz, es el negocio de la industria más floreciente de EE.UU.


Tomado del diario "Perù 21" del 23/04/2009