martes, noviembre 02, 2010

Cesa de luchar y empieza a ser _ Escribe: Robin Sharma / Revista Luz del Alma




Vivimos un mundo vertiginoso. La carrera por conseguir cosas, para poder sentirnos alguien, nos invade en todos los campos de la vida.

Precisamente en estos días que por una razón u otra no podía dedicarme a actualizar el blog, sentía que la realidad me superaba a mucha velocidad y había muchos temas que llegaban, pasaban y venían otros nuevos y no lograba cogerlos para tratarlos aquí.

Pero hoy en uno de esos “azahares”, que en realidad son solo sincronías necesarias, encontré este artículo maravilloso, que me tranquilizó y me devolvió a considerar las cosas en su justa dimensión y ritmo, y de hecho, me impulsó a compartirlo inmediatamente con ustedes, porque no se trata de palabreo, sino de verdadera sabiduría que ayuda a vivir la vida, entendiendo su sentido.(Jesús Hubert)

Cuando perdemos conexión con el corazón, esencialmente perdemos conexión con el niño entusiasta que hay en nosotros. Hay que practicar mucho para volver a conectarse con las cosas que nos hablan más profundamente y así recuperar esa chispa de la infancia. Cuesta mucho trabajo volver a saber quiénes somos realmente.

Empieza reflexionando diariamente en las cosas que te hacen feliz. Son los anhelos de tu corazón que debes satisfacer si esperas crearte una vida extraordinaria. Cuando sigues los anhelos de tu corazón y escuchas los deseos de tu verdadera persona, se te abre un universo de posibilidades y atravesarás el umbral hacia una realidad completamente nueva. Habrá coincidencias significativas, parecerá que tienes un toque mágico que atrae la mejor gente y las mejores oportunidades a tu vida. Pero estos acontecimientos sólo serán una confirmación, de parte del mundo, de que te encuentras en el buen camino.

Cesa de luchar y empieza a ser. La lucha genera estrés y el estrés es un gran obstáculo para vivir en estado de gracia, de serenidad y de flujo, para lograr ese estado que necesitas para que acuda a ti tu mejor vida. Así no funcionan las leyes de la naturaleza. Para que una flor crezca no hay ni lucha ni intentos: sólo sucede. Ocurre un amable y natural despliegue. Tratar de empujar a la flor para que crezca sólo consigue matarla. Y sin embargo a eso nos solemos inclinar en la vida. No puedes empujar el río. Tienes que dejarlo fluir. Y si no comprendes este punto y continúas el combate, estás actuando, básicamente, contra las reglas de la naturaleza.

Déjate llevar por el flujo de la vida un poco más y entonces la vida fluirá en ti. Vive en un estado de tranquila entrega, acepta que la vida te entregue lo que te tiene reservado. Deja de luchar con ella, deja de condicionar tu felicidad a que las cosas tengan un aspecto determinado. Si lo haces, tu vida empezará a mejorar y la verdadera felicidad fluirá hacia ti. Deja de analizar cada suceso como bueno o malo: experiméntalo. Este es el camino que conduce al dominio: el desapego de los resultados. No dejes escapar las mejores horas de tu vida. Deja de luchar y entrégate a la energía que verdaderamente dirige el mundo. La misma energía que creó el poderoso océano te ha creado a ti. En vez de combatirla, únete a ella, deja de luchar tanto por lo que deseas en la vida. Es una de las paradojas del mundo: aquello que persigues se te escapará. En la medida en que dejes de preocuparte por lo que te deparará la vida, mejores cosas te deparará.

Debes retirarte de esa lucha y dejarte envolver por lo que se despliega, a sabiendas de que estás precisamente donde debías de estar. Deja de controlar tu vida y simplemente entrégate a ella, confiando en que, sin que importe el aspecto que tenga, todo es parte de un plan mayor.

Disfruta del proceso, del gran despliegue de tu vida. Hazte más presente en la vida, muéstrate más y saborea los momentos. Es lo único que en realidad importa. El camino es mejor que la meta. La vida no es más que una serie de momentos. Si los pierdes, la pierdes.

Para aprender cualquier habilidad, especialmente la de vivir una vida basada en amar lo que estás haciendo y vivir el momento, hay tres pasos para alcanzar el dominio. Primero aprendes lo que necesitas aprender. Después necesitas que el aprendizaje se asiente y se integre en tu vida. Eso sucede experimentando en el laboratorio de tus días lo que has aprendido. Es la parte «hacer». No bien sucede eso, y puede tardar bastante, accedes finalmente a la parte «ser» de tu vida. Allí viven los maestros. No tratan de vivir, sencillamente viven. Y no tratan de estar presentes, sencillamente están.

Hay cuatro etapas por las cuales debes pasar si quieres convertirte de principiante en maestro. La primera es la incompetencia inconsciente. Es triste pero la mayoría de la gente pasa en ella su vida entera. En esta etapa introductoria, no sabemos lo que no sabemos. Somos esencialmente inconscientes, estamos dormidos ante lo que verdaderamente somos y ante lo que nuestra vida puede ser. Pero en cuanto abrimos los ojos y despertamos aceptando alguna responsabilidad sobre nuestra vida y la creación de nuestro destino, pasamos a una segunda etapa, la de incompetencia consciente. Aquí desarrollamos un estado de alerta ante lo que no sabemos, nos hacemos conscientes de nuestra incompetencia acerca de cómo dirigir la vida.

Una vez aquí, si nos mantenemos conscientes y continuamos trabajando interiormente para abrirnos, pasaremos a la próxima fase, la de competencia consciente. Ésta se caracteriza por los maravillosos resultados que empiezan a manifestarse en la vida. Estamos creando conscientemente una existencia extraordinaria. El único problema es que aún nos esforzamos. Todavía hay lucha y eso genera estrés. Somos conscientemente competentes en la manera como conducimos la vida. Es un buen lugar donde estar, pero verdaderamente no lo es para vivir.

Todos deberíamos aspirar a la última y más alta etapa, la de competencia inconsciente. Esta etapa de la vida es la de dominio verdadero. Y no tiene que ver con aprender más o hacer más, es sencillamente ser.

Vivir en la cabeza y lejos del corazón es una manera algo estresante de vivir. No es una manera elegante de vivir. Hay modos mejores de experimentar el sendero de la vida. En lugar de tratar de controlar la vida empieza sentir curiosidad por ella. En lugar de tratar de saber y controlar todo, vive en estado de curiosidad.

No hace falta que sepas dónde vas a estar dentro de un año, ni siquiera hace falta saber qué estarás haciendo dentro de un mes. Apártate de esa necesidad de certidumbre que todos tenemos y acércate hacia la curiosidad que todos necesitamos... Sencillamente… ¡sé! Vive el momento con toda la fuerza de tu vida y goza del regalo del presente. Los tesoros de tu vida se te presentarán por sí mismos sólo si verdaderamente estás abierto a ellos.

Es hora de que entre en acción el corazón. Deja de tratar de controlar la vida y la forma como actúa la naturaleza. Tu inteligencia no puede ser más poderosa que la inteligencia que gobierna el mundo. Ábrete más. Allí fuera hay un mundo más grande lo que crees. Vive curiosamente. Vive en el asombro. Vive maravillado.

Empieza por estar más alerta y consciente. Busca claves, detecta patrones y conecta los puntos. Verifica las sincronías y descubre que esas hermosas coincidencias sólo son tu mejor vida que acude a ti. Puedes practicar estar alerta sencillamente prestando más atención a lo que sucede alrededor. Has de estar más atento a la danza de la vida.

El universo es un lugar amistoso y suceda lo que suceda siempre es para mejor. Tu destino se desplegará como está previsto. Mientras, disfruta del presente. Vívelo en plenitud. Auténticamente. Gózalo. Vívelo desde el núcleo de tu corazón. La vida se hará cargo de sí misma.

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