miércoles, julio 24, 2013

La Vida es...¡AHORA! cumple seis años

 



Desde que nace el ser humano busca diferenciarse de sus semejantes. Ser distinto. Y en ese proceso de individuación, cada uno construye su propia interpretación del mundo. El hombre impulsado por su propia naturaleza subjetiva se va separando de los “otros”. Y en ese proceso de separación se va creando una serie de “capas” de ideas, creencias, sentimientos y emociones “propias”.

Como decía mi amiga Cecilia Durand, en una frase para identificar su skype: “El problema del mundo es cada uno tiene el suyo”. Y es verdad.

Aun coincidiendo en muchos aspectos, nunca pensaremos igual que otro. Porque para llegar a esa conclusión, aparentemente común, cada uno ha llegado por la vía de la experiencia por diferentes caminos.

En nombre de la “verdad” absoluta de un individuo o de un grupo, se ha matado a millones de personas. Desde las cruzadas, pasando por las razzias hitlerianas, la “Revolucion Cultural” China o las diversas guerras, que de “santas”, no han tenido nada.

Mi silencio de estos meses, que ha dejado muchos posts sin publicar en la “La Vida es…¡AHORA!”, se debe en gran medida a este proceso de experiencia y reflexión.

Capas de ideas nos separan. Capas que causan disensiones familiares, ruptura de hogares, hijos a la deriva, enfrentamientos fratricidas, asesinatos físicos y morales de todo tipo. La gran tragedia de la humanidad es la separación. Ninguna idea por “luminosa” que parezca, justifica la separación.

Y en este proceso de decantamiento, y también de desencantamiento, hay que incorporar la forma de manifestar y aplicar las ideas. La forma puede ser más importante que la idea misma. También se puede aporrear con una rosa.

Nada puede reemplazar a la capacidad y el derecho del hombre de poder decidir libremente, de discernir, de elegir un camino en conciencia, siempre y cuando este no corte u obstaculice al que tienen derecho también nuestros semejantes.

Hay momentos en la vida en que las ideas y creencias tienen que aterrizar ante la dureza de las circunstancias personales o colectivas. Algunas se caen y se hacen añicos, definitivamente. Otras siguen dando energía al caminante, pero tal vez con otros brillos…u otras sombras.

Haciendo un alto en el camino, pregúntense conmigo, cuánto de lo que pensamos y sentimos vale la separación con nuestra familia, amigos y la humanidad misma. ¿Valen tanto la pena para separarnos ?

Revisemos las “capas” que hemos ido acumulando en los años vividos y tratemos de ir desnudandonos de todo aquello que nos hace más difícil el encuentro con nosotros mismos, en los otros. Emprendamos el camino de regreso a la unidad. Recordemos, que no solo con barro fuimos creados, si no esencialmente con amor y en unidad, “a imagen y semejanza”.

Al sexto año de nuestro blog “La Vida es…¡AHORA!” los invitamos nuevamente a seguir buscando con nosotros, el camino de regreso…(Jesús Hubert)