Hay que recordar que el Valle del Tambo nunca quiso minería en sus tierras, y solo aceptó la versión del Ejecutivo cuando fue para bajarle el dedo al cuestionado proyecto. Y eso hubiese sido todo. El fin…

Pero no. Pasaron los años y la empresa continuó con su objetivo, esperando que todo se tratase de subsanar las observaciones para contentar al nuevo gobierno. Nunca reparó en el factor socio-cultural, el más importante de todos. La verdad sí lo hizo, pero esperó que las promesas de trabajo a algunos sectores, el debilitamiento político de los dirigentes y el apoyo policial reemplazaran la “licencia social”, en la que por supuesto no creen.

Entonces vino el segundo EIA , por el que una ministra pone las manos al fuego y que aún no pudo ser revisado por el SENASE (entidad surgida por los reclamos en Conga y no tan dependiente del Minem), regresaron también los talleres con pobladores cercanos a la mina, y regresó sobre todo la soberbia.

Creer que en el 2015 Tía María sí iba a ser viable porque durante cuatro años nos bombardearon con discursos sobre la ignorancia de la gente versus las bondades de la extracción minera fue un exceso de optimismo, por decirlo educadamente.

Y los ERRORES de los “pro” regresaron también. Con Conga debieron aprender que Lima ya no impone una opinión ni decide por el resto del Perú. Los titulares ya no desvirtúan los descontentos. Eso se acabó. Pero los empresarios -tan sabiamente- salieron a insultar, los congresistas a insultar, los analistas a insultar, el presidente igual, los ministros salieron a defender a una empresa privada como si su vida dependiese de ello. Y todos los provincianos son ovejas azuzables, por supuesto, y conspiran con Chile para tumbarse el PBI peruano. Faltaba menos…

Mientras tanto el Valle del Tambo aprendió la única fórmula que ninguna fuerza puede romper: organización/resistencia. Como dijo un manifestante al llamar a una radio limeña: “aquí tenemos ollas comunes, y si se acaba vamos a comer de nuestras cosechas, y cuánto tiempo creen que van a vivir los policías y el ejército aquí… tarde o temprano se van a cansar, pero nosotros vamos a vivir toda nuestra vida aquí sin movernos. A ver, que empiecen a venir las máquinas…”.

Otra lección que nos dejó Conga: en realidad los dirigentes no son tan imprescindibles como se cree. Si cae uno, habrá otro y otro que lo reemplace. Cualquier puede tomar el lugar. Estos son empujados a seguir el sentir mayoritario o a retirarse del camino. Aunque metan presos a todos los dirigentes (incluyendo a los corruptos que sí negocian sus posturas a cambio de dinero) la gente no va a amar a las empresas al día siguiente. La indignación ya ha alcanzado a estudiantes universitarios, a algunos sectores urbanos de Arequipa, y a otros departamentos sureños

Ha habido violencia por parte de los manifestantes, se han excedido y han cometido delitos. Ha habido excesos de la policía. Hay muertos y heridos de ambos lados. Hay gente que no quiere saber nada de esto y está exiliada por temor a las represalias. Hay oscuros personajes ofreciendo lentejas (no solo recibiéndolas). Hay periodistas lanzando huaracazos desde Lima a todo aquel que se atreva a hablar de agricultura o medio ambiente.

Se habla de una salida: que la Unops revise el segundo EIA de Tía María. A estas alturas eso ya no resolverá el conflicto. La gente no quiere ni a ese proyecto ni a esa empresa. Lo único que esperaría la población de una nueva revisión del EIA es su observación negativa definitiva. Aún si la Unops santificara al nuevo EIA el proyecto va a tener la misma o más resistencia que antes. Se trata –como dijimos- de un factor más poderoso que el económico o ambiental: el cultural.

En realidad Southern sí había anunciado su retiro del proyecto debido a la existencia de “terrorismo antiminero”, pero el Ejecutivo le lanzó un enorme salvavidas con rectificación incluida. El Gobierno temía que otros proyectos le reclamasen por dejar naufragar a Southern, además no quería quedar como un débil ante la oposición y la opinión pública. Ahora vemos a qué costo.

Por ahora nadie quiere suspender el proyecto, menos cancelarlo. Su estatus es “pausado”, y se vienen nuevos paros regionales y movilizaciones. En Lima todos esperan que el próximo gobierno dé una salida. ¿Creen en realidad que con García, Keiko o PPK la cosa terminaría mejor?