miércoles, febrero 01, 2012

A dónde va Cuba / Escribe: Carlos Figueroa Ibarra (*)





Cuba es una herida abierta, pero también una esperanza para América y el mundo. 53 años de brutal bloqueo económico implantado por Norteamérica, la derrotada invasión de Bahía de  Cochinos y más de 600 atentados fallidos contra Fidel Castro no han doblegado al pueblo cubano y su revolución.

La vida en Cuba no ha sido fácil. No lo es ahora tampoco, entonces, como se pregunta el autor de la siguiente nota, por qué  ha sobrevivido el régimen cubano. La respuesta resulta evidente. El pueblo cubano siente como suyo el proceso político que iniciara la revolución de 1959.

La búsqueda de un hombre nuevo estuvo siempre detrás del proyecto. El Che Guevara demostró hasta el sacrificio lo que eso significaba y lo explicó en a la carta de despedida a sus hijos: “Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.”(Ver en nuestro blog el documental “Che, un hombre nuevo“ en la columna de la derecha).

Y no solamente el Che. Varias generaciones de cubanos trabajaron, alcanzando altos niveles de calidad profesional y eficiencia, en el campo de la salud y la educación y brindaron sus servicios tanto dentro como fuera de Cuba, movidos por una actitud y una voluntad solidaria, ganando sueldos irrisorios. ¿Esto habría sido posible en otro país que no fuese Cuba? La respuesta es negativa. Una sociedad mundial movida por el lucro y la competencia, muchas veces fratricida, impide que el ser humano despliegue sus capacidades por el solo hecho de realizarse y servir.

Hoy, que Cuba ingresa a una nueva etapa, en eñ matco de la crisis -al parecer definitiva- del modelo capitalista en el mundo, hay que valorar ese aporte fundamental del pueblo cubano a la humanidad: es posible trabajar por motivaciones humanas, como el servicio y la solidaridad, y no necesariamente por dinero. Gracias, Cuba. (Jesús Hubert)



Cuba en el umbral de una nueva época
Carlos Figueroa Ibarra


Año nuevo en La Habana. Momentos después de las doce de la noche del 31 de diciembre de 2011 y luego de abrazar a mis seres queridos, he salido al portal de la vetusta casa que habita mi familia política en el barrio de Luyanó. La gente del barrio también ha salido a los portales y balcones de las casas decrépitas que recuerdan una belleza ya ida. Algunos tiran cubetadas de agua hacia la calle para espantar a los malos espíritus y para que el año nuevo sea propicio. La música de salsa retumba en todo el vecindario, mientras es posible escuchar los 21 cañonazos con los cuales se saluda al nuevo año desde la Fortaleza de La Cabaña. Los barcos en el puerto de La Habana, relativamente cercano al populoso barrio en donde he pasado los últimos días, suenan sus sirenas dándole a la noche un paradójico aire melancólico porque contrasta con la algarabía que hacen los ruidosos habitantes del lugar. En las puertas de alguna de las casas de la calzada de Luyanó en donde me encuentro, veo que hay una pequeña fogata en la que se incendia todo aquello que se quiere desechar del año que ya se fue. Año nuevo en Luyanó, barrio ancestral de mi familia en Cuba, junto con Regla uno de los dos "barrios rojos" desde antes de la revolución de 1959. Zona de influencia política del que fuera el partido comunista de Cuba, el Partido Socialista Popular. No podía ser de otra manera. Luyanó y Regla fueron barrios de estibadores y obreros portuarios, parte importante de la clase obrera cubana durante la primera mitad del siglo XX. 

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