lunes, septiembre 24, 2007

De cómo la industria militar privada ha llegado a facturar 120 mil millones de dólares al año_Leonard Doyle · Daniel Howden / SIN PERMISO


Las empresas militares privadas son ya el sector industrial de mayor crecimiento en la economía global.

En Nigeria, comandos de corporaciones empresariales intercambian fuego con rebeldes atacantes de una plataforma petrolífera. En Afganistán, guardaespaldas privados ayudan a evitar el enésimo intento de asesinato del presidente Hamid Karzai. En Colombia, un piloto contratado cae bajo el fuego de las guerrillas cuando estaba regando campos de coca con pesticidas. En la frontera entre Irak e Irán, helicópteros Apache de propiedad privada transportan fuerzas especiales estadounidenses a una operación encubierta.

Esto no es sino una cala, en un día de trabajo normal, en el hervidero del mundo de las empresas militares privadas, desde luego la industria en más rápido desarrollo de la economía global. El sector factura ahora por un valor total cercano a los 120 mil millones de dólares anuales, con operaciones en al menos 50 países, de acuerdo con Peter Singer, un analista de la industria de la seguridad de la Brookings Institution en Washington.

"La tasa de crecimiento en la industria de la seguridad ha sido fenomenal", dice Deborah Avant, una profesora de ciencia política en la Universidad de California de Los Ángeles. La mayor pista aislada visible de ese boom es el conflicto en Irak

Los procederes de esta industria han sido objeto de intenso escrutinio esta semana, en la enojosa estela del asesinato de civiles iraquíes por la empresa Blacwwater, de propiedad estadounidense, en Bagdad. El gobierno iraquí ha pedido la retirada de esta empresa con base en Carolina del Norte. Pero, siendo Blackwater responsable de la protección de cientos de altos funcionarios norteamericanos e iraquíes, desde el embajador de EEUU hasta las delegaciones de congresistas visitantes, existe la certidumbre en los círculos diplomáticos y militares de que eso no ocurrirá.

Los orígenes de esos ejércitos en la sombra se remontan a comienzos de los 90 y al final de la Guerra Fría, explica Bob Ayers, un experto en seguridad que trabaja para Chatham House en Londres: "En los buenos viejos tiempos de la Guerra Fría, había dos superpotencias que tapaban cuanto ocurriera en sus respectivas partes del mndo".

Compara el colapso de la Unión Soviética con la "retirarada de la tapadera de una olla a presión". Lo que tenemos desde entonces, dice, es el auge de grupos internacionales de disidentes, ultranacionalistas y múltiples amenazas a la seguridad global.

La nueva era vio también una reducción significativa de las dimensiones de los ejércitos regulares, al tiempo que un drástico incremento de la inseguridad global aumentaba tanto la oferta de expertos militares, cuanto la demanda de los mismos. Una oportunidad de negocio que no podía ser ignorada.

Ahora, el comercio mercenario viene con su propia jerga. Los fusiles en alquiler llegan bajo el término paraguas acuñado por las empresas militares privatizadas, que disponen ya de su porpio acrónimo, PMF [Empresas Militares Privatizadas, por sus siglas en inglés]. La industria misma ha hecho todo lo posible por prescindir del adjetivo "mercenario", y el grueso de las compañías evitan el término "militar", prefiriendo "seguridad". "El término 'mercenario' no es preciso", dice el señor Ayers, quien sostiene que habría que distinguir entre el personal militar en misiones defensivas y los soldados de fortuna.

Los soldados en régimen de alquiler no son ninguna novedad; las compañías privadas simplemente representan en una forma nueva el comercio. "Organizadas como entidades de negocios y estructuradas a modo de corporaciones, representan la evolución del comercio mercenario", de acuerdo con el señor Singer, quien fue uno de los primeros en urdir la trama de la explosión mundial en el uso de empresas militares privadas.

Refleja en muchos respectos tendencias más amplias en la economía mundial, cuando los países pasan de la manufactura a los servicios y externalizan funciones otrora tenidas por privativas del estado. Irak ha sido una plataforma de ensayos para esta industria en auge, creando asombrosas oportunidades financieras y dilemas éticos igualmente inmensos.

Ninguno de los más de 48.000 operativos militares privados ha sido penalmente condenado en Irak, y nadie sabe cuántos iraquíes han resultado muertos por las fuerzas militares privadas, porque EEUU no guarda registros.

De acuerdo con algunas estimaciones, más de 800 empleados militares privados han resultado muertos hasta ahora en la guerra, y al menos 3.300, heridos.

Esas cifras son mayores que las pérdidas sufridas por cualquier división del ejército de EEUU y mayores que los daños sufridos por las fuerzas conjuntas del resto de la coalición.
Un militar de alta graduación estadounidense en Irak dijo: "Estos tipos corren sueltos por este país y hacen cosas estúpidas. No tienen quien les mande, así que no puedes sujetarles enérgicamente cuando hacen escaladas de fuerza. Disparan a la gente".

En Abu Ghraib, según se informa, todos los traductores y cerca de la mitad de los interrogadores eran contratistas privados. Camp Doha en Kuwait, el trampolín de la invasión, fue construido por contratistas privados.

No sólo lo militar ha venido a parar al sector privado; también las agencias humanitarias dependen de las PMF en prácticamente todas las zonas de guerra, desde Bosnia hasta la República Democrática del Congo.

Los soldados privados están implicados en todas las etapas de la guerra, desde el entrenamiento y la simulación con juegos de guerra antes de la invasión, hasta la entrega de suministros. Lo que apunta al próximo mercado que la industria querría ver abierto: el del mantenimiento de la paz. Y el cabildeo a este propósito ya ha comenzado.23/09/07


Daniel Howden y Leonard Doyle son corresponsales del diario británico The Independent en Washington.

Traducción para
www.sinpermiso.info: Oriol López-Segalés

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