sábado, octubre 18, 2014

El caso de México: Cuando la delincuencia es la ley Escribe: Guillermo Trejo / El País



 “Delincuente adj./s. com. Se aplica a la persona que comete acciones que van contra la ley”.


Hasta ahora esa es la definición de lo que significa un delincuente, pero… ¿qué pasa si los delincuentes se convierten en la autoridad y la ley? 

En el Perú ya hemos visto la cantidad de candidatos a los municipios que estaban prontuariados o estaban vinculados al crimen organizado. Cabe preguntarse, cuántos habrán logrado pasar el filtro de las autoridades electorales…en fin.

Lo que ya empezamos a ver en nuestro país, ya es una trágica realidad cotidiana en México donde hace 21 días masacraron a un grupo de estudiantes y desaparecieron a 43 normalistas, nada menos que por acción de las mismas autoridades locales de un pueblo del estado de Guerrero. Y ello, como represalia por denunciar a las organizaciones criminales.

Por ello, reproducimos este incisivo artículo que explica las nuevas formas que va asumiendo el crimen organizado. Y quien dice crimen, dice ambición por el dinero, sin ningún escrúpulo. Y en nuestras sociedades. “deformadas” para eso, quién puede tirar la primera piedra (Jesús Hubert)

¿Por qué el crimen organizado atenta contra la sociedad civil en México?

  • En Guerrero, Michoacán y Tamaulipas, las mafias se dedican no solo al narco, sino que tienen por objetivo asumir el poder local
GUILLERMO TREJO 12 OCT 2014 - 01:03 CEST

Todo parece indicar que el gobierno municipal y el crimen organizado actuaron de manera coordinada en el artero asesinato de seis estudiantes normalistas y de la desaparición forzada de 43 de sus compañeros en la ciudad de Iguala, en el sureño estado mexicano de Guerrero. En medio del duelo, la indignación y la movilización nacional el país se pregunta sobre las razones que llevaron a un gobierno local dominado por el crimen organizado a ordenar una masacre de estudiantes pertenecientes a uno de los colectivos sociales más antiguos y combativos del país. Si el principal negocio del crimen organizado en México es el tráfico de drogas hacia Estados Unidos, ¿por qué asesinar estudiantes que no tienen ninguna relación con ello?

Para entender los motivos represores del crimen organizado hay que empezar por reconocer uno de los cambios más importantes en la industria criminal de los últimos años: en estados como Guerrero, Michoacán y Tamaulipas, el crimen organizado ya no solo intenta monopolizar el trasiego de la droga sino que ahora ha pasado a una nueva fase en la que uno de sus grandes objetivos es la toma del poder local –apoderarse de los municipios y sus recursos y extraer la riqueza local a través de la tributación forzada. En zonas del país donde diferentes grupos criminales se disputan el control del tráfico de droga, para sufragar estos conflictos el crimen organizado fue paulatinamente expandiendo su acción a industrias extractivas de recursos naturales –la toma clandestina de gasolina, petróleo y gas– y de riqueza humana –la extorsión y el secuestro. En esta nueva estrategia los grupos criminales encontraron un nuevo y valioso botín: el municipio y sus contribuyentes. Como lo demuestra la terrible experiencia de Michoacán, el crimen organizado se apropiaba del 30% del presupuesto anual de obra pública de los municipios; exigía que los contratos de obra pública se otorgaran a constructoras bajo su control; y cobraba el 20% de la nómina salarial de la burocracia local. Pero la infiltración del municipio fue más allá: los grupos criminales se apoderaron de las arcas públicas municipales donde obtenían información fidedigna que les permitiera extorsionar con mayor eficacia a los hoteles, restaurantes y pequeños negocios de las ciudades bajo su dominio.

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