viernes, febrero 05, 2010

“La Teta Asustada” o el derecho de los pueblos a su identidad _ Película completa en línea



A propósito de la nominación de la película peruana “La Teta Asustada” para el Oscar, creemos necesario señalar varios aspectos.

No se trata de una película fácil. Aunque el perfil de sus personajes del universo popular puedan dar la impresión de lo contrario.

Hay varias lecturas que podemos hacer de la película. Una argumental, histórica, que es evidente y refiere alguno de los traumas que ha dejado la guerra interna que vivió el Perú en los años 80.

Sin embargo, consideramos que el simbolismo social y cultural que presenta, es más consistente y valioso. Hay allí un mensaje que trasciende el localismo y la hace una obra de arte universal.

Fausta, el personaje principal, encarna no solo la herencia sicológica de la madre, violada en medio de la violencia de la guerra. Representa la cultura tradicional, “madre”, las raíces, la conciencia de identidad de un pueblo que se niega a diluirse en el proceso de transculturización.

Que mejor simbolismo que la papa, como fruto original de nuestra tierra, la que utiliza Fausta en su vagina para evitar ser violada. Fausta representa allí a las culturas y pueblos originarios que se resisten fieramente a ser violados (disueltos) en su esencia telúrica y cósmica. Porque es lo que lo que les da sentido y las hace SER, “sin calco ni copia”.

Veamos: El tío, el migrante aculturándose, quiere deshacerse , enterrar a la madre de Fausta donde sea y ella quiere llevar el cadáver a su tierra. Como no puede trasladar el cuerpo, (no es posible volver atrás en la impronta de la historia), al final de la película la entierra junto al mar, como para que su esencia (su espíritu, su cultura) se multiplique en las aguas y se funda con el universo. Esa cultura que es la tradición andina y está sintetizada en su idioma matriz: el quechua.

Por otro lado, vemos tres universos sociales, claramente definidos. Uno, el de abajo, el popular, cuyos protagonistas son los migrantes andinos y provincianos en general, reelaborando su cultura al fragor de la lucha por imponerse en la capital. Es un mundo caótico pero lleno de vida, en ebullición, recreándose y creándose, formándose, deformándose y volviéndose a formar.

Este universo no es estrictamente pobre, pero tampoco rico. Se va haciendo consumidor como forma obligada de integración. En la película representa los planos luminosos, bulliciosos y alegres. Representa la vida.

El segundo, es el mundo de arriba, un universo frío, representado en la película por una casa que más parece un mausoleo, solemne, casi sin vida, cuya tranquilidad sepulcral solo es rota por lo sonidos de la tecnología como los del taladro o el pito de la tetera hirviendo o cuando se abre el portón, por el deslumbramiento de la vida exuberante y bullente del pueblo, que prácticamente tiene cercado (¿amenazado?) a ese mundo.

Allí el personaje es la patrona, vieja y en decadencia, como el sector social que representa. Una pianista y compositora, que ya no tiene nada que decir (ya no tiene espíritu, cultura viva) y necesita “robarle” al pueblo la riqueza de su espíritu, de su cultura.

Eso se ve claramente en las melodías que la patrona copia del canto de la sirvienta Fausta. Pero no solo hay robo, si no también apropiación. La patrona le niega a Fausta su autoría y cuando ella intenta comentarle su pertenencia, el origen de las melodías que vuelven a darle éxito a la patrona en el escenario, ésta la baja del carro. La deja en el camino, la margina. Que mejor símil de lo que ocurre en la sociedad.

Las clases dominantes están vacías de alma y creación y lo que exhiben como propio, es producto del robo y la apropiación de la cultura popular. Esa es la enseñanza, el mensaje que entre líneas, para quien quiera leerlo, deja la película.

La directora Claudia Llosa ha hecho así una memorable radiografía de la sociedad desigual y al margen de que logré o no la codiciada estatuilla, tiene ya un lugar en la historia con mayúscula, como una especie de genial científica-social del cine.

El tercer universo, es el de Fausta que ya hemos mencionado porque se entrecruza con los otros mundos. Que representa a las raíces y la conciencia de identidad de un pueblo que se defiende con todo para no morir y ser reconocido en igualdad de condiciones en el mundo.

Y la verdad es que la actriz principal, autodidacta, Magaly Solier, en la vida real también es auténticamente Fausta, porque ella con sencillez, transparencia y valentía, defiende el derecho del pueblo a su cultura, a su lengua matriz y a expresarse con toda libertad, con esa autoridad que le confiere a los pueblos andinos la ancestral comunión con la tierra y el universo.

Con verdadero orgullo les presentamos la versión completa de la película “La Teta Asustada”. Esperamos también su amable y valioso comentario. (Jesús Hubert)