lunes, enero 07, 2008

Todos podemos ser "magos"_ Escribe: Virginia Poggi

La creatividad no es algo que se tiene o no se tiene. Es el talento de todos. Hemos sido creados creadores. Es nuestro propósito como seres humanos. Es lo que es natural. Ser creativos es el destino de la humanidad. Por eso en todas las personas hay una búsqueda, a veces muy inconsciente, de poder expresar la creatividad.

La mayoría de las personas no sabe que es creativa. No reconoce este potencial que tiene infinitas posibilidades de desarrollo. En rasgos generales la sociedad no educa para crear, sino para producir-consumir. El ritmo de vida habitual tiende a recluirnos en una rutina, en hábitos, en formalidades, nos enseña a copiar modelos y a repetirnos. Incluso las personas «artistas» poseen un potencial más vasto del que han podido expresar y muchas veces en lugar de crear, recrean. Muchos artistas trabajan la mayor parte del tiempo desde el ego, y el ego humano no es nada creador.

Hace muchos siglos que se ha disociado de la vida el aspecto intuitivo, sensible y mágico de la expresión creativa. Desde niños se nos orienta rápidamente hacia el lado racional, y acabamos creyendo que esto es lo real y lo normal. Crecemos así disociados de nuestra naturaleza esencial.

De espaldas a nuestro infinito talento.

Cuando hablamos de creatividad a veces nos confundimos y pensamos sólo en los artistas. No todos somos artistas. Pero todos somos creadores. Todos tenemos un potencial riquísimo a explorar e infinitas posibilidades de desarrollarlo. En algunas personas este potencial subyace profundamente enterrado, en otras está más a flor de piel. Esta capacidad creativa, independientemente del canal de expresión que se utilice, es la forma como nos manifestamos y movemos por la vida, como nos vestimos y adornamos, como diseñamos y decoramos nuestras casas, como organizamos la sociedad, o una empresa; lo que elegimos vivir o no vivir, la capacidad de poder dar respuestas nuevas a las situaciones planteadas por la vida, es hacer algo nuevo, original. Fluir con la vida como el movimiento del agua o del aire.

Cuando por fin conectamos con nuestra creatividad, ésta se expande; luego podemos aplicarla indistintamente y expresarnos en cualquier faceta: mundana, mística, artística, científica. El punto es cómo reconocerla en nuestro interior. Cómo permitirla y comenzar a manifestarnos como los auténticos seres creadores que somos en verdad.

La creatividad es un movimiento de energía que se expande desde el interior hacia fuera, trayendo algo nuevo. Un movimiento que fluye desde el ser y que está en armonía con la energía vital. Y cuando la vida plantea una situación a resolver, la creatividad nos hace responder con espontaneidad y nos da la habilidad para encontrar la mejor solución. Es descubrimiento, comunicación, diálogo, manifestar a través de contenidos innovadores.

Esta capacidad innata surge cuando se produce una chispa de conexión con nuestro ser interior, que nos traslada de la dimensión ordinaria, donde mora el ego con su mundo de pensamientos de separación y miedo a una dimensión de unidad. Para crear pues, la primera conexión es con uno mismo y desde allí se desencadenan todas las posibilidades.

Expresar la creatividad es profundamente sanador, pues nos conecta con nuestra verdadera naturaleza y nos abre a poder comunicarla. Nos conecta con la dimensión que faltaba, con la parte que estaba reprimida, silenciada debajo de las capas de la «normalidad».

Cada vez que creamos algo nos sentimos plenos, satisfechos. Es una experiencia que nos hace sentir muy felices, porque nos hemos dejado SER. El espíritu que se libera a través de la experiencia creativa es pura medicina. Aunque se trate de momentos aislados o de creaciones pequeñas, ínfimas. No es una cuestión de cantidad. Es un instante de unión con nosotros mismos en nuestra verdadera dimensión espiritual y material.

Ser creativos es sencillo

Al revés de lo que podría parecer experimentar la creatividad es algo sencillo y no requiere conocimientos previos. No hace falta saber nada. Realmente es al revés: aprender las técnicas viene después. Requiere volver a ser como niños. Hay que estar dispuestos a jugar. A permitir que la energía se mueva a través nuestro.

La clave para crear es dejar la mente en silencio, relajarla, para que podamos conectar con el ser interno, con nuestra parte sabia y resplandeciente, ya que la creatividad no surge de la mente racional o del intelecto. Es el resultado de estar presentes, aquí y ahora, fuera del ámbito de la mente y de los pensamientos. El ego no es creador porque es repetitivo, no posee imaginación, no se inspira, tiene respuestas automáticas, es rígido, tiene miedo, depende de lo que ya conoce.

Tal como está diseñada, la mente está en el pasado o en el futuro, pero no puede estar en el ahora. Para crear necesitamos estar en el ahora. Es nuestro Ser el que crea, nuestra chispa divina, nuestro Yo Soy, nuestro espíritu, o como queramos llamarlo. Cuando estamos en el momento presente nos despegamos de la mente racional y nos fundimos con el espíritu. El acto creativo surge de este encuentro. Cuando se produce esta conexión nos inspiramos y sentimos como si nos iluminara un haz de luz. Es como «enchufarse» a otra dimensión, más profunda. Inspiración significa respirar dentro de uno mismo, a la vez que nos hacemos eco de una voz que viene de un espacio más allá de los límites de la propia piel.

Eckhart Tolle nos enseña que cuando necesitamos crear, sea lo que sea, o cuando buscamos una respuesta o la solución de un enigma planteado por la vida, en lugar de pensar, por un instante busquemos enfocarnos en la sensación de la energía dentro nuestro, siendo conscientes de la quietud y del espacio interno. O procurando cualquier otra forma de escucha interior que nos haga sentir esa dimensión de serenidad profunda. Al regresar a nuestro tema, la mente estará fresca y creativa. Estaremos dispuestos y el movimiento que surgirá será algo nuevo, original. Vendrá del Ser. Eckhart Tolle, en su libro «El Poder del Ahora» lo expresa así: «No pienses con tu cabeza, piensa con la totalidad de tu cuerpo».

La creatividad que poseemos habla de nosotros mismos. En qué punto estamos. Pero no sirve juzgarnos o comparar con otra persona o disgustarnos porque lo que conseguimos hacer no posee la calidad que deseamos. O no somos todo lo creativos que soñamos. Hay que calibrar nuestra capacidad como un proceso que se despliega. Y observarnos con total desapego para dejar que el proceso se desarrolle. Aquí tenemos que ser amorosos y tiernos con nosotros mismos para no bloquear la fluidez de nuestra creatividad. El miedo y los juicios cierran el «grifo» automáticamente. Necesitamos valorarnos y alentarnos para poder continuar. La creatividad se va desplegando como si fuera un proceso alquímico, donde la búsqueda del oro=luz comienza de cero, trabajando una materia basta, oscura, rudimentaria, y poco a poco, laboriosamente, se la va refinando hasta hacerla resplandecer como una estrella.

La excelencia viene después de pulir y pulir y volver a pulir. Es un proceso largo, requiere paciencia y gozar del momento presente.

La experiencia de permitirnos ser creativos abre muchas puertas, nos permite manifestar lo que queremos en cualquier área de la vida. Nos permite aprender a transformar/nos, a cambiar, a movernos de lo viejo a lo nuevo, a flexibilizarnos, a sanarnos. Nos permite ser libres y espontáneos. Aumenta nuestra calidad de vida y nos prospera. Toda la riqueza humana viene de la creatividad humana.

La dinámica creativa nos da alternativas insospechadas, nos enseña facetas que permanecían ocultas, por ello es un camino de autoconocimiento. Cuanto más creativos nos volvemos más belleza, aventura y satisfacción obtenemos en la vida. La creatividad es un proceso infinito, no hay un final, nunca.

Crear es canalizar

Canalizar es algo natural. Todos estamos haciéndolo constantemente. Hay una interconexión entre todos los seres, a través de la intuición y de otros sentidos sutiles. Estamos permanentemente captando información que viene de todos los planos dimensionales, y del conjunto humano, del inconsciente colectivo. Formamos parte de un entretejido, de una red con millones de millones de centros pulsantes, emisores y receptores de información, luz.

Hace poco leí un artículo sobre Bob Dylan, que además de músico es un extraordinario poeta; cuenta que «él se ve a sí mismo como una antena donde van a parar rayos, truenos, lluvias y vientos de todos los planetas reales o imaginarios» y luego añade: «Es como si un fantasma las hubiera escrito. Te regala las canciones y desaparece. Tú no sabes lo que significan, solo que el fantasma me eligió a mí para escribirlas».

Canalizamos a nuestro Yo superior, al dios interior, al espíritu del Sol, al espíritu de una piedra, a un antepasado, a una musa o a un fantasma como dice Bob Dylan. Muchas veces sabemos quien viene, otras no tenemos la menor idea. En el juego de la creación podemos invocar a los ángeles o a Picasso. Pero a lo mejor la fuerza que se mueve viene de una galaxia del interior de nuestro estómago. ¿Cómo saberlo? ¿Importa realmente? Si nos abrimos a jugar las sorpresas no es que vengan a guiarnos potestades invisibles, sino que el universo creativo se vuelva fluido, y podamos expresarnos y divertirnos mientras lo hacemos.

La creatividad se manifiesta en el ahora

Steve Rother, canalizador de El Grupo (o canalizador de su propio Yo superior como una vez el mismo sugirió), es muy inspirador y ha lanzado esta visión: «Transformar nuestra acción creativa para mantenerla en un constante fluir, gozando del proceso creativo más que de la obra y su resultado final». Esta nueva perspectiva pone en movimiento la posibilidad de permanecer en un estado creativo en constante fluir, no sujetos a ninguna meta, ya que cuando buscamos el resultado de la obra acabada nos volvemos rígidos. Para conseguirlo necesitamos alinearnos con nuestro ser infinito, creando desde allí creaciones sin final, transformando nuestro quehacer y nuestra vida en una creación fluida en constante movimiento. Interesante propuesta ¿verdad?Poder crear es un regalo, una gracia concedida por la Gran Madre. Un acto de amor.

Imaginemos cuál es el mundo que queremos. Imaginemos cómo hacer de nuestra vida una obra de arte y pongamos manos a la obra.

Tomado de la pàgina web: http://www.revistanatural.com/

La salud fìsica depende del alma_Entrevista a la Dra. Ghislaine Lanctôt

Que la salud es solo reflejo del estado de nuestra vida interior, de nuestras emociones, sentimientos y pensamientos, es una verdad revolucionaria que puede cambiar nuestra forma de vivir.

Atrevàmonos pues a leer esta entrevista a una mujer que de mèdico
del cuerpo se convirtiò en mèdico de la raiz: del alma. (Jesùs Hubert)

La polémica autora del libro "La mafia médica" prepara el lanzamiento en España de su segundo libro "¿Qué he venido a hacer en esta tierra?" (What the Hell Am I Doing Here Anyway?), que estará a la venta a finales del mes de abril. Ambos libros han sido publicados por ediciones Vesica Piscis. Desde que Ghislaine publicó su primera obra en la que pone en tela de juicio el funcionamiento del sistema médico –por ocuparse de la enfermedad, más que de la salud–, muchas conciencias han quedado inquietas. Para avivar estos temas la autora, que transmite paz y seguridad, nos ha concedido un poco de su tiempo para compartir con los lectores de Natural su filosofía de vida.

Ghislaine Saint-Pierre Lanctôt nació en 1941, su padre y su abuelo eran farmacéuticos y ella empezó la carrera de Medicina para complacerles. «Yo quería ser filósofa. Pero creía que lo de pensar no iba a aportarle nada a la gente. Pensé, voy a hacer algo útil, que beneficie a la población, y como me crié en este ambiente decidí hacer la carrera de Medicina. Al final he dejado todo eso y lo que hago ahora es lo que quería hacer desde el principio».

Guislaine está divorciada y tiene cuatro hijos. «Lo que a mí me abrió los ojos –continúa la escritora– fue mi divorcio. Es lo que me despertó. Cuando los niños estaban en casa con su padre tenía tiempo para mí, no sabía lo que era eso, me había olvidado de mí misma. Yo trabajaba pero me ocupaba mucho de la familia, para mí era la prioridad. Entonces como un fin de semana de cada dos no tenía a los niños, estaba obligada a ocuparme de mí misma y es así como empecé a evolucionar, a conocer gente y a descubrir cosas, a salir de la prisión de la familia. Después de esto, viví seis años en Estados Unidos. Yo nací en Montreal (Canadá), pero entre 1984 y 1990 estuve en Estados Unidos. Esta experiencia me abrió los ojos sobre lo que es el negocio de la medicina porque es así como lo llaman allí, aquí en Europa y en Canadá hacen creer que es como trabajar por el bien del enfermo, que es un tema social. A la vuelta de Estados Unidos escribí La mafia médica cuya primera edición se publicó en 1994».

El colegio de médicos le hizo una demanda, el proceso duró un año y desde entonces la escritora imparte seminarios para que la gente entienda y tome conciencia de que es el estado del alma lo que determina la salud mental. «Cómo mejorar el estado de mi alma para mejorar el estado de mi cuerpo», dice Ghislaine.

Pregunta: Su visión actual de la salud es completamente distinta a cuando era médico ¿En qué momento y por qué dio usted un giro radical a su carrera?

Respuesta: A lo largo de los años empecé a ver cosas que no me parecían sensatas, que no tenían lógica, como por ejemplo seguir dando medicamentos aunque no funcionaran, aunque no se curara la persona. Yo no entendía, por ejemplo, como en un cáncer se aplicaba la quimioterapia si lo que hace es enfermar aún más a la persona que acaba por morirse de todos modos.

Cuando aparecieron las medicinas suaves pensé que eso era interesante, y yo he ido a encontrarme con personas que practicaban la medicina alternativa y entonces me di cuenta de que lo que hacían ellos era muy interesante, incluso mejor que lo que hacíamos nosotros en la medicina convencional. Esas personas me acogieron, me mostraron lo que hacían, cómo actuaban. Y yo pensé: ¿por qué no nos han enseñado esto a los demás médicos? ¿Cómo puede ser que no lo enseñen en la facultad y que además a estas personas las tachen de charlatanes y de estafadores?

Yo me encontré con ellos y vi que eso no era cierto, no eran charlatanes. Así fue como me empecé a plantear cosas. Cuando acabé la carrera de Medicina yo estaba convencida de que hacia el año 2000 ya no habría más enfermedad en el mundo, tenía una confianza ciega en la medicina que me habían enseñado. Sin embargo, yo veía que el tiempo pasaba y que la salud de las personas iba empeorando. Me percaté también de que medicamentos que no funcionan se siguen recetando, y que se practicaba una guerra en contra de las medicinas alternativas. Además yo era flebóloga y había abierto centros de flebología en distintos lugares del país, lo que me llevó a experimentar de cerca el negocio de la medicina tradicional. Y ahí sí que entendí muchas cosas.

P: ¿Qué papel juegan para usted las medicinas alternativas?

R: Las medicinas alternativas producen un bienestar más interesante que el que proporciona la medicina convencional. La medicina convencional corta, quema y envenena. Corta con las operaciones, envenena con la quimio y envenena con los rayos. Las medicina suaves pueden poner orden de forma temporal en el cuerpo, pero como el problema está en el alma, antes o después habrá que afrontar el problema del alma.

Es el alma quien enferma a los demás cuerpos. Por ejemplo: mi trabajo ya no me conviene, tengo náuseas por la mañana cuando pienso que tengo que ir a trabajar, entonces empieza a dolerme la espalda, las rodillas, la tripa. Puedo ir a ver a alguien que practique la medicina suave, va a ayudar a mi cuerpo, puedo tener tratamientos de técnicas energéticas que ayuden a mi cuerpo emocional y mental; pero hasta que no solucione lo que pasa con mi trabajo voy a seguir enfermando porque mi alma me dice «sal de aquí». Es interesante porque el alma entrega un mensaje cada vez más fuerte y cuando no entiendes te lanza un ladrillo a la cabeza: un accidente de coche, un divorcio, alguien que muere en la familia, una enfermedad, perder el trabajo… Algo fuerte para que tú reacciones.

P: ¿Puede ser que a unos les sorprenda un accidente y a otros les anuncien que tienen metástasis?

R: Sí, pero la metástasis no existe, son cánceres secundarios, cánceres que se desarrollan después del primario. Pero no existe esta idea de metástasis, es otra mentira de la medicina convencional.

P: Desde su punto de vista como «médica del alma» ¿cree que hay alguna solución a este tipo de enfermedades?

R: Nunca es demasiado tarde, la sanación puede ocurrir en cualquier momento. El problema es que cuanto más acuda al médico, más miedo voy a tener y más voy a enfermar. Es un círculo vicioso. Por eso yo digo «deja de ir al médico».

P: ¿A usted le va bien esta filosofía de vida?

R: A mucha gente le funciona, no sólo a mí. No es el médico el que puede sanarme, él hace que yo enferme más y acabo muriéndome.

P: Cada vez hay más casos de cáncer cuyos enfermos reciben quimioterapia. ¿No cree que en algunos casos la quimioterapia cura?

R: La quimioterapia es veneno. Normalmente no hace bien a nadie. Hay que saber que hay siempre un conflicto, cualquier enfermedad es psicosomática. Siempre hay un conflicto a raíz de una enfermedad, pero si yo identifico el conflicto y lo soluciono, la enfermedad se va. Es así que yo entendí que la medicina estaba totalmente controlada por el dinero. Entonces, lo que nosotros hacíamos como médicos era enfermar más a las personas para así generar ganancias para la industria. Entonces, ¿qué es la salud? En la facultad sólo me enseñaron lo que es la enfermedad. Entonces, ¿qué es gozar de buena salud? Yo llegué a la conclusión de que el cuerpo sólo manifiesta el estado del alma. Y cuando mi cuerpo está enfermo es porque mi alma está enferma. Entonces el cuerpo por sí solo no enferma, es como un espejo que refleja lo que pasa dentro. Para ver mi alma, miro mi cuerpo y veo lo que hay en mi alma. Entonces no sirve de nada tratar sólo el cuerpo. Hay que mirar el alma, ¿qué es lo que no funciona en el alma, cuál es la enfermedad del alma? Es la guerra.

Porque mi alma me dice internamente que haga algo y mi ego me dice que haga lo contrario. Entonces hay una guerra interna. La enfermedad es siempre la manifestación de un conflicto dentro de mí. Hay dos aspectos: el cuerpo y el alma. ¿Qué quiere el alma? El alma quiere la emancipación del ser y el cuerpo quiere la seguridad del haber, del tener. Cada uno tira por un lado, el estrés significa la guerra interior. Cuando trato el alma, todo el cuerpo se alinea sobre este equilibrio. No quiero decir que no haya que cuidar el cuerpo físico, sino hacer las cosas en el orden correcto. Primero el alma, después el cuerpo mental, después el cuerpo emocional y después el cuerpo físico. Y lo solemos hacer al revés. La medicina convencional se encarga del cuerpo físico, y no trata el resto.

P: ¿No cree que la propia sociedad demanda que el médico se ocupe del cuerpo físico y le dé una medicina para el dolor?

R: Absolutamente. La sociedad misma, nosotros somos los que creamos esta mafia a nuestra imagen y semejanza. El problema es que damos prioridad al «tener» sobre el «ser», ése es el desorden, priorizar el cuerpo en vez del alma. Para volver al orden hay que dar prioridad al alma en lugar de otorgársela al cuerpo, eso genera orden, paz y salud. Eso, en definitiva, es la salud.

P: Eso es mucho más complicado que tomarse un pastilla…

R: Cierto, pero ¿qué hace una pastilla? Te da la ilusión de que estarás mejor, pero con el tiempo reaparecen los síntomas.

P: En el caso del paludismo, por ejemplo, alguien sano se enferma por beber agua contaminada, ¿también en este caso insiste en su teoría?

Eso es válido para todo. No hay ningún microbio exterior que pueda enfermar, soy yo la creadora de mis enfermedades. Y ésta es la verdadera enfermedad del alma, el no saber que soy yo quien la está creando. Como yo pienso que no soy responsable, me imagino creadores exteriores: microbios, tumores, etc. Por ejemplo un simple catarro: hace frío, me cojo un catarro. Y por lo tanto puedes tener un catarro en verano, es un sinsentido, no tiene nada que ver con el frío. Con esta estructura de pensamiento voy generando la guerra hacia los factores exteriores. Y por eso se crearon las vacunas. ¿Qué son las vacunas? Dar la enfermedad de forma más debilitada para que el cuerpo reaccione. Es decir, no tengo la enfermedad pero si algún día la contraigo, sería menos grave porque ya me he puesto la vacuna. Te voy a dar otro ejemplo, tengo miedo de que mi hija sea violada. Entonces le voy a dar un violador debilitado, entonces si un día la violan será menos grave porque habrá tenido un pequeño violador y entonces estará preparada. La vacuna funciona igual. Es algo de locos. Vivir en el desorden lleva a este tipo de locuras. Por ejemplo, la gripe aviar. ¡Es extraordinario! Cerca de donde vivo había una experta muy seria que vino de parte de las autoridades médicas y nos ha dado cifras: en el plazo de nueve años se murieron cerca de 152 personas de gripe aviar en el mundo, solo en Canadá mueren cada año 10.000 personas por errores médicos, no de enfermedad sino de equivocaciones. ¡Yo creo que más bien habría que vacunar a los médicos! (risas). No hay epidemia, no hay nada. Entonces se ha creado una pandemia a escala mundial, en la cual se han gastado millones de dólares para tratarla pero no hay nada. Esto está en preparación desde hace muchos años. Llevamos de cinco a siete años oyendo hablar de una pandemia. ¿Cómo se puede anunciar que va a haber una pandemia? Una epidemia surge, ocurre, pero no la puedo prever, es un montaje.

P: Pero la gente tiene miedo…

R: Sí, es una forma de manipulación mental para llevarles a pensar que va a ocurrir una epidemia. Y un día cuando ocurra las autoridades dirán que ya lo habían previsto. Es algo que está preparado desde hace mucho tiempo, hay un proceso escondido detrás de esto. Yo no sé exactamente lo que es, puede ser por ejemplo ponerle a todo el mundo un chip electrónico porque cuando hay una campaña de vacuna se puede poner cualquier cosa en la jeringuilla. Así que es posible que haya una estrategia que consista en decir que hay una epidemia y que hay que vacunar a todo el mundo y entonces pondrían el microchip. Yo estoy segura de que hay algo detrás, un propósito escondido en decir que hay una epidemia y que hay que tener cuidado. Es una hipótesis. De todos modos sea para lo que sea el propósito es el control sobre la población.

P: ¿Tiene todo esto algo que ver con la trilogía de la mentira de que habla en su libro La mafia médica?

R: Absolutamente. Hablo mucho de las vacunas en el libro y lo que yo digo a este respecto en el libro es lo que desencadenó la ira del colegio médico. Porque las vacunas no se tocan, son sagradas, puedes hablar de cualquier cosa, la industria, los medicamentos, pero cuidado con las vacunas. Porque las vacunas otorgan importantes ganancias a la industria, pero a las personas les puedes transmitir cualquier cosa. La vacuna es un medio para producir genocidios con un blanco específico.

Cuando se quiere destruir a un pueblo o a una raza, la administran, mira lo que está ocurriendo en África. Ellos lo llaman sida, pero ¿qué significa sida? «Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida». Entonces es el propio sistema inmunitario que se ha debilitado, de modo que cualquier afección es mucho más grave.

P: ¿Quién está detrás de toda esta estrategia?

R: Los que mandan. Hay un gobierno mundial que tiene todos sus ministerios, para la salud es la OMS, pero también están la UNESCO, UNICEF, FAO, FMI, Banco Mundial, etc. Todos los países miembros de la ONU obedecen las órdenes del gobierno mundial.

P: ¿Ve solución para esta situación?

R: Sí (risas) sino mal vamos. La solución que yo propongo en el libro es la soberanía individual. Es tomar conciencia como persona individual de que soy yo la que tiene el verdadero poder. Por ejemplo, los McDonald’s, cuando la gente deja de ir a estos restaurantes la empresa se debilita, son las multinacionales, que son todopoderosas. Si yo dejo de comprar y de dar dinero a las multinacionales ya no valen nada, no ganan dinero. Si los enfermos dejan de ir al médico, se derrumba el sistema médico, si dejo de pagar impuestos no hay gobierno. Entonces ¿dónde está el verdadero poder?, en la persona y la palabra SOBERANÍA, significa el poder último, el más alto, que siempre hemos pensado que estaba fuera y está dentro de nosotros.

Si pensamos en el poder más elevado, pensamos en Dios. Y ¿qué es Dios? Es el espíritu que crea todo el universo y esto está dentro, no fuera. La solución viene cuando yo tomo conciencia de quién soy verdaderamente y que voy a comportarme tal y como yo soy, encontraremos la salud perfecta y la inmortalidad, que es más interesante que morir ¿no?

P: Y ¿Cuál es el primer paso que debemos dar?

R: Primero empieza por tomar una decisión, que consiste en dar rienda suelta a mi alma, es mi alma quien manda y no el ego, entonces dejo de pelearme, significa escuchar lo que me dice mi alma. Por ejemplo, mi alma me dice: «deja este trabajo, ya no resuena contigo, deja de hacer eso»; pero el ego me va a decir: «No, ¿estás loca o qué?, tienes que pagar el alquiler, sostener la familia, ser buena madre o buen padre...». Esa es la guerra, entonces dejo de pelear y escucho a mi alma. Y el ego empieza a agitarse y a ponerse inquieto ¿qué va a pasarme? Quiere controlar, es su función. ¿Qué va a ser de mí? Pues no lo sé, soy yo la que va creando qué va a pasarme. ¿Me voy a pelear conmigo misma? No, voy a hacer las paces.

Algo que se puede hacer varias veces al día y que mejora automáticamente cada vez la salud es decir la verdad. Mentimos todo el tiempo, pero incluso sin darnos cuenta, estamos tan acostumbrados a hacerlo… tenemos mentiras gordas y otras que se llaman «medias verdades», pero la mitad que falta es una mentira. Y hay otra categoría de mentiras que son por omisión. Y esto se llama un secreto. A veces mi hijo viene a verme y me dice: «Mamá, tengo que decirte algo, pero no se lo digas a nadie». Si es un secreto y tú no puedes guardarlo, no me pidas a mí que lo guarde. Si para ti es un secreto y me lo transmites a mí porque pesa mucho sobre tus hombros, yo tampoco lo voy a guardar.

Son cosas del día a día. Si me quedo en la mentira y siempre estoy mintiendo, poco a poco voy destruyendo mi salud. Miento porque tengo miedo, es el ego el que miente, el alma nunca miente, dice que diga la verdad. Cosas así pequeñas hacen que vaya mejorando mi salud en vez de empeorarla.

¿Qué es la fiesta del día del padre o del día de la madre? Son fiestas comerciales que me están obligando a celebrar la fiesta y comprarle algo. ¿Qué estoy celebrando con esto? Celebro que mi madre se ha sacrificado toda su vida por sus hijos, que ha luchado toda su vida para mantener su papel de madre o celebro que mi padre toda su vida ha trabajado para conseguir que su familia viva bien. En definitiva, celebro que mi madre y mi padre han hecho todo lo posible para seguir juntos y mantener a la familia unida. Celebro la enfermedad y la muerte, hay que pensar en eso.

¿Qué es el padre y la madre? La muerte. Cuando esas personas se han quedado juntos aunque no tengan nada que ver unos con otros, ya se ha acabado la cosa, pero se han quedado juntos para que la familia se mantenga unida, en vez de escuchar a su alma. Y yo voy y digo, «gracias». Otro ejemplo cercano sería celebrar el día del padre o de la madre. Y podría explicar a mis padres que no voy a celebrar ese día, que tengo gratitud y reconocimiento por todo lo que han hecho por mí, pero que no voy a celebrar un rol, un papel que destruye el alma, hace que envejezcamos y muramos. Y entonces, ¿qué dirá mamá? Lo que me impide tomar esta decisión es el miedo a que mamá o papá no me quieran porque sigo esperando el amor exterior. En vez de darme cuenta de que el amor está dentro de mí, soy yo quien puedo amarme a mí misma. Si voy buscando el amor exterior, sufro. Si yo vivo con amor por mí enfocado hacia mi interior, no por miedo de lo que la gente pueda pensar de mí, mi salud mejora. Entonces vamos a ser seres inmortales, eso no significa que nos vamos a quedar por siempre vivos aquí, sino que puedo encarnarme y desencarnarme a voluntad. Puedo materializarme y desmaterializarme, depende de mí.

Es una cuestión de la evolución de la conciencia humana y cuando haya suficiente número de personas que sean conscientes de esto, vamos a alcanzar la masa crítica. Hay personas que darán el salto y otras que no. Eso ya se pude ver, son más o menos 100.000 personas sólo en el planeta. Por ejemplo, toco aquí y siento un bulto en el pecho. Tengo dos posibilidades o me quedo aquí quieta y no hago nada o me voy corriendo al médico. Si voy al médico me va a decir que tengo un cáncer. En la mente está escrito «Cáncer igual a muerte». Entonces si yo he sentido miedo y he ido al médico, el doctor me ha asustado aún más y me recomienda quimioterapia. A mí eso no me agrada porque la gente que conozco que se la ha hecho se pone verde, siente náuseas, no tiene pelo y tienen un estado muy debilitado y triste. Entonces cada vez tengo más miedo, cada vez estoy más enfermo y cada vez me acerco más a la muerte.

Eso ocurre si tomo la opción del médico. En el otro caso mi cuerpo me muestra que hay un conflicto interno, el bulto en este pecho es un regalo que me hago a mí misma, no quiero quitármelo, es mi espejo el que me está indicando algo. Le voy a decir al bulto: ¿qué tienes que decirme?, háblame. Gracias por manifestarte. Te escucho, háblame de mi conflicto. Entonces yo digo a mi alma: te dejo libre. Voy a vivir y sentir el miedo a morir. De esta forma yo puedo sanar definitivamente, no una remisión temporal, una verdadera sanación.

Por ejemplo, ¿qué es un divorcio? Una ruptura. Algo me dice: «no, no te tienes que divorciar, quédate junto a esa persona» y algo me dice: "no, ya se acabó". Actualmente hay más divorcios porque la conciencia se eleva y la gente hace más caso a sus sentimientos. El divorcio y dejar un trabajo no son buenas opciones para la seguridad del haber. Hay cada vez más personas que dejan carreras brillantes porque ya no le encuentran sentido a lo que hacen. Es normal porque la conciencia se eleva.

Si no hago caso a mi alma y sigo en ese trabajo me enfermo y cuando voy al médico me manda antidepresivos. ¿Y qué son los antidepresivos? Son drogas que hacen que yo ya no sienta nada. «Mi trabajo bien, seguiré con él». Con ayuda de estas pastillas soy efectivo y puedo seguir pagando la hipoteca.

Algo que causa mucho estrés es el endeudamiento de las familias. Una manera de sanarse es salir de este sistema de endeudamiento porque supone esclavitud. Es la «simplicidad voluntaria» es un movimiento social de gente que lo adopta deliberadamente. Yo no lo recomiendo como movimiento social, pero sí como medida temporal para salir de esta trampa. De forma que las necesidades materiales dejan de ser la prioridad en mi vida y más bien es el alma lo prioritario. La «simplicidad voluntaria» consiste en reducir las necesidades materiales. Por ejemplo si tengo una casa grande con una hipoteca muy elevada, un cochazo a juego con la casa, hijos que visten de marca, van a una escuela privada, etc. Todo eso cuesta dinero y tengo que seguir trabajando, pero ya no me gusta mi trabajo y ahí estoy preso y eso es un estrés tremendo. La persona piensa que no tiene salida: si dejo mi trabajo ya no seré capaz de ofrecer caprichos a mis hijos, perderé a mis amigos pijos, mi prestigio, mi mujer, reputación… No se puede imaginar la vida sin nada de eso, pero es posible. Vendo la casa, vendo el coche, vamos a una casa más pequeña, los niños dejan de ir al colegio público y se les manda a uno privado y así tengo tiempo para mi alma. Eso es realmente la salud, esas cosas de la vida cotidiana son las que hacen que mi salud esté mejor o peor.

P: Usted demostró ser muy valiente cuando escribió el libro La mafia médica que le costó la expulsión del colegio de médicos, supongo que vivió un conflicto importante. ¿Cómo se decidió a dar el paso?

R: Yo sabía que publicando este libro se acababa para mí la carrera de medicina. Yo me acuerdo de ese momento y me dije: «Si no escribo este libro, me muero». Quizás no hubiera muerto rápidamente, pero sí a nivel del alma. No fue tan difícil, más difícil fue dejar mi papel de «buena madre».

P: ¿A qué se refiere?

R: Mis niños ya no lo son, ya no soy madre. Tuve que dejar de preocuparme por mis hijos. Un pasaje importante fue que mi casa ya no era más su casa. Yo tengo dos hijas y cada una de ellas había dejado en mi casa dos tazas para el desayuno. Hace más de un año llegó una amiga y me ofreció dos tazones, no tenía sitio para ponerlas todas y decidí quitar las tazas de mis hijas. ¡Eso fue tremendo! Era como un enlace, un símbolo del vínculo con mis hijas y se trataba de cortar ese tipo de lazos. Entonces una dijo que vale y la otra dijo que ni hablar y volvió a colocar la taza en su sitio. Yo le dije: «pues tú haz lo que quieras, pero yo ya he hecho lo que tenía que hacer».

P: El desapego, entonces, ¿tiene que ver con conseguir una buena salud?

R: Sí, desapegarse de los papeles de madre, de hija, etc. Cuando estoy apegada a algo es que tengo miedo de perderlo y si tengo muchos apegos no puedo avanzar. Con mi libro La mafia médica todo se fue, el título de médica, la profesión, pero para mí era muy fácil. Cada uno tenemos cargas y apegos distintos. También hay gente que tiene apegos a los apellidos y tiene hijos para perpetuar el apellido de la familia.
Extraido de la pagina web: http://www.revistanatural.com/