lunes, mayo 19, 2008

La naturaleza no es muda _ Escribe: Eduardo Galeano / Semanario Brecha de Uruguay

El mundo pinta naturalezas muertas, sucumben los bosques naturales, se derriten los polos, el aire se hace irrespirable y el agua intomable, se plastifican las flores y la comida, y el cielo y la tierra se vuelven locos de remate.

Y mientras todo esto ocurre, un país latinoamericano, Ecuador, está discutiendo una nueva Constitución. Y en esa Constitución se abre la posibilidad de reconocer, por primera vez en la historia universal, los derechos de la naturaleza.

La naturaleza tiene mucho que decir, y ya va siendo hora de que nosotros, sus hijos, no sigamos haciéndonos los sordos. Y quizás hasta Dios escuche la llamada que suena desde este país andino, y agregue el undécimo mandamiento que se le había olvidado en las instrucciones que nos dio desde el monte Sinaí: "Amarás a la naturaleza, de la que formas parte".

Un objeto que quiere ser sujeto

Durante miles de años, casi toda la gente tuvo el derecho de no tener derechos.

En los hechos, no son pocos los que siguen sin derechos, pero al menos se reconoce, ahora, el derecho de tenerlos; y eso es bastante más que un gesto de caridad de los amos del mundo para consuelo de sus siervos.

¿Y la naturaleza? En cierto modo, se podría decir, los derechos humanos abarcan a la naturaleza, porque ella no es una tarjeta postal para ser mirada desde afuera; pero bien sabe la naturaleza que hasta las mejores leyes humanas la tratan como objeto de propiedad, y nunca como sujeto de derecho.

Reducida a mera fuente de recursos naturales y buenos negocios, ella puede ser legalmente malherida, y hasta exterminada, sin que se escuchen sus quejas y sin que las normas jurídicas impidan la impunidad de sus criminales. A lo sumo, en el mejor de los casos, son las víctimas humanas quienes pueden exigir una indemnización más o menos simbólica, y eso siempre después de que el daño se ha hecho, pero las leyes no evitan ni detienen los atentados contra la tierra, el agua o el aire.

Suena raro, ¿no? Esto de que la naturaleza tenga derechos... Una locura. ¡Como si la naturaleza fuera persona! En cambio, suena de lo más normal que las grandes empresas de Estados Unidos disfruten de derechos humanos. En 1886, la Suprema Corte de Estados Unidos, modelo de la justicia universal, extendió los derechos humanos a las corporaciones privadas. La ley les reconoció los mismos derechos que a las personas, derecho a la vida, a la libre expresión, a la privacidad y a todo lo demás, como si las empresas respiraran. Más de 120 años han pasado y así sigue siendo. A nadie le llama la atención.

Gritos y susurros

Nada tiene de raro, ni de anormal, el proyecto que quiere incorporar los derechos de la naturaleza a la nueva Constitución de Ecuador.

Este país ha sufrido numerosas devastaciones a lo largo de su historia. Por citar un solo ejemplo, durante más de un cuarto de siglo, hasta 1992, la empresa petrolera Texaco vomitó impunemente 18 mil millones de galones de veneno sobre tierras, ríos y gentes. Una vez cumplida esta obra de beneficencia en la Amazonia ecuatoriana, la empresa nacida en Texas celebró matrimonio con la Standard Oil. Para entonces, la Standard Oil de Rockefeller había pasado a llamarse Chevron y estaba dirigida por Condoleezza Rice. Después un oleoducto trasladó a Condoleezza hasta la Casa Blanca, mientras la familia Chevron-Texaco continuaba contaminando el mundo.

Pero las heridas abiertas en el cuerpo de Ecuador por la Texaco y otras empresas no son la única fuente de inspiración de esta gran novedad jurídica que se intenta llevar adelante. Además, y no es lo de menos, la reivindicació n de la naturaleza forma parte de un proceso de recuperación de las más antiguas tradiciones de Ecuador y de América toda. Se propone que el Estado reconozca y garantice el derecho a mantener y regenerar los ciclos vitales naturales, y no es por casualidad que la Asamblea Constituyente ha empezado por identificar sus objetivos de renacimiento nacional con el ideal de vida del sumak kausai. Eso significa, en lengua quichua, vida armoniosa: armonía entre nosotros y armonía con la naturaleza, que nos engendra, nos alimenta y nos abriga y que tiene vida propia, y valores propios, más allá de nosotros.

Esas tradiciones siguen milagrosamente vivas, a pesar de la pesada herencia del racismo que en Ecuador, como en toda América, continúa mutilando la realidad y la memoria. Y no son sólo el patrimonio de su numerosa población indígena, que supo perpetuarlas a lo largo de cinco siglos de prohibición y desprecio. Pertenecen a todo el país, y al mundo entero, estas voces del pasado que ayudan a adivinar otro futuro aposible.

Desde que la espada y la cruz desembarcaron en tierras americanas, la conquista europea castigó la adoración de la naturaleza, que era pecado de idolatría, con penas de azote, horca o fuego. La comunión entre la naturaleza y la gente, costumbre pagana, fue abolida en nombre de Dios y después en nombre de la civilización. En toda América, y en el mundo, seguimos pagando las consecuencias de ese divorcio obligatorio.

(Tomado del Semanario "Brecha" del 18 de abril de 2008)

Canto de andar_ Interpretes: Luar Na Lubre(*)

Hay quienes para afirmar el sentimiento de tierra y raíz, alzan fuegos de muerte y otros, como LUAR NA LUBRE, fiel expresión del folklore celta, levantan voces y melodías sublimes y envolventes, tan hondas y tiernas, de vuelo tan alto, como sus sueños de independencia y libertad, que allanan cualquier diferencia y predisponen a una adhesión solidaria, como en este caso, a la reivindicación de su patria gallega. (Jesús Hubert)




(Autor: Bieito Romero)

Canción inspirada en las antiguas cantigas galaico-portuguesas y en las tradiciones bárdicas del Atlántico.

Y seguiremos por siempre en las tierras del “más allá” caminando hacia el gran océano.


amence paseniño nas terras do solpor
as brétemas esváense coas raiolas do sol

meu amor, meu amor, imos cara o maior
miña amada, meu ben, imos polas terras do alén

acariña o silencio e escoita o corazón
que moitos dos teus soños latexan ao seu son

é tempo de camiño andar e de non esquecer
que o futuro que ha de vir é o que has de facer

e o sol vai silandeiro deitándose no mare
facéndonos pequenos con tanta inmensidade

(*) Luar na Lubre es un grupo gallego de música folk.

Luar significa en gallego resplandor de la luna; lubre era una especie de bosque mágico para los celtas.

A lo largo de su carrera como formación musical ha difundido y valorado la cultura y música gallega, llevándola a lugares recónditos del mundo. Un gran amigo y propulsor de la música de Luar na Lubre fue
Mike Oldfield, quien quedó enamorado del mítico tema "O son do ar" (El sonido del aire; compuesto por Bieito R. de LNL) y de las interpretaciones maravillosas de Rosa Cedrón. En 1992 Oldfield les propuso colaborar en su gira mundial, y de esta manera les llegó la fama internacional.

Los instrumentos que usan son:
gaita gallega (y alguna que otra colaboración con uilleann pipe), acordeón diatónico, violín, flautas y whistles, chelo, guitarra acústica, bouzouki, pandereta, bohdran y percusiones; junto con la voz de la cantante portuguesa Sara Louraço Vidal, que entró para sustituir a la emblemática vocalista y violonchelista Rosa Cedrón, que decidió dedicarse a su carrera en solitario.

Luar na Lubre resalta la cultura galega con temas tradicionales de la zona, aunque no se quedan fuera de las influencias
celtas de países con tradición musical similar, como Irlanda, Escocia o la Bretaña francesa. Este grupo también tiene conciencia y compromiso social con la actualidad.

Desde
1986 el estilo y tendencias del grupo ha evolucionado mucho, refinando su sonido de estudio y consolidando la que es su mejor baza: el directo.

Componentes del grupo (2005): Sara Louraço Vidal (voz), Xan Cerqueiro (
flautas), Xulio Varela (bouzouki, trompa, tarrañola y pandereta), Patxi Bermúdez (bodhran, tambor y djimbek), Bieito Romero (gaitas, acordeón diatónico y zanfoña), Eduardo Coma (violín), Pedro Valero (guitarra acústica) y Xavier Ferreiro (percusiones latinas y efectos). (Tomado de la pàgina web de WIKIPEDIA EN ESPAÑOL)