domingo, diciembre 11, 2011

Los falsos dioses del miedo _ Editorial de la Revista “Fusión” / Diciembre, 2011






Lo que van a leer se ha escrito en España, en otro continente. Pero -¡oh coincidencia! - empata perfectamente con el siguiente post que publicamos. A esas confluencias, los dueños del poder, acostumbrados como están, a coordinar sus intereses más allá de las fronteras territoriales, les llaman “orquestaciones”. Y nada de eso ocurre. Lo que pasa es que los intereses legítimos de los pueblos siempre van a dar a la misma mar de la indignación, o de la lucha por la verdad y la justicia.

Los sacerdotes religiosos y políticos del orden establecido, siempre han buscado infundir miedo. Y en eso están siempre unidos.

Afortunadamente, esperemos que por muy largo tiempo, la red de redes esta sirviendo de supremo exorcizador de tabúes, fantasmas y mitos, que aun atan la conciencia de las mayorías.

Este editorial de la edición de Diciembre, de la revista española “Fusión”, se levanta como un oportuno “vade retro” para desarmar los demonios con los que pretende controlar las conciencias el poder de este mundo. Por favor, déjense limpiar. (Jesús Hubert)


El imperio del miedo
Editorial de la Revista "Fusión"


Sólo quieren que vivamos asustados, con miedo, temerosos incluso de levantarnos por la mañana y disponernos a vivir. Es su método, su fórmula mágica, la que anula nuestro potencial y nos convierte en sus esclavos.

Nos amenazan con todo lo posible, casi con todo lo que existe y se mueve a nuestro alrededor. Pero, sobre todo, nos amenazan con aquello que ellos crearon, inventaron, y luego nos convencieron de que era indispensable para vivir.

Pero para vivir no son necesarias muchas cosas que nos vendieron, que nos ofrecieron como imprescindibles, que nos atraparon y nos redujeron a zombis bailando a su gusto, a su criterio y, sobre todo, a su egoísmo y a su sed insaciable de poder.

Están por todas partes, en todo el planeta, se parecen todos, hablan el mismo lenguaje, son como clones.

Miran al resto de la humanidad por encima del hombro, la consideran inferior, instrumentos para conseguir sus propios fines. Es algo heredado de los orígenes, de los tiempos en los que el hombre fue creado y utilizado como una subespecie.

Pero el hombre, el ser humano, ha evolucionado, ha desarrollado parte de su potencial y algún día se convertirá en algo muy poderoso. Por eso le temen, por eso le esclavizan, por eso le ocultan la verdad.

Los poderes del imperio del miedo se turnan para ejercer su influencia maligna sobre la humanidad. Primero fueron los religiosos. El poder de las religiones sometió al hombre a la ignorancia y al miedo. La humanidad vivió, y aún vive una parte, preocupada por su “condena”, temerosa de un “dios” cruel y vengativo, atemorizada por unos “intermediarios” crueles, déspotas y carentes del más mínimo sentimiento sensible hacia el dolor del hombre. Pero las religiones han perdido su fuerza, basada en el miedo, y ya no ocupan el lugar de privilegio que ocuparon.

Luego están los políticos, los “dioses” ascendidos de entre el pueblo que dieron la espalda a los suyos para servir a los poderosos. Esta degeneración de la especie humana, corrupta y vulgar, aún ocupa un lugar destacado entre la humanidad, pero su valoración y credibilidad va poco a poco perdiendo peso. Además, ha quedado en evidencia a quien sirven en realidad, ha quedado claro su subordinación al poder financiero, han demostrado sin lugar a dudas a quienes vendieron su alma.

Y ahora aparece en toda su expresión el poder que siempre estuvo detrás de los otros pero que pasa a ocupar el primer plano, el poder financiero, los banqueros.

Sus armas son las mismas, inculcar el miedo, la dependencia de ellos, presentarse como “dioses” y “salvadores” de los males que previamente ellos diseñaron y llevaron a la práctica. Su ambición es ilimitada, su falta de respeto hacia la vida es sólo comparable a su frialdad ante los daños ocasionados por su ambición. Las personas son números en sus balances. La dignidad humana no cuenta en sus “negocios”. El sufrimiento humano, consecuencia del hambre y las enfermedades ocasionadas por la pobreza que ellos ocasionan, son sólo daños colaterales inevitables.

Y ahora mismo, en estos tiempos de cambio, los tres están presentes y activos. El religioso queriendo recuperar el poder perdido. El político no queriendo perderlo. Y el económico cogiendo las riendas de todo porque lo que realmente importa es el poder. Pero, mientras, el hombre va despertando, se va dando cuenta de lo que ocurre, se está empezando a unir y a levantar su voz reclamando sus derechos y en contra de la dictadura de los poderes.

Ellos, los poderosos, sabían que eso iba a llegar, y saben que ya ha llegado. Por eso aprietan más el lazo, por eso amenazan más que nunca con el miedo a un futuro negro, por eso están llevándolo todo a una situación límite.

El pulso ha comenzado, y el hombre, el ser humano, debe de ser consciente de su poder, del poder que da la unidad de los pueblos, porque esa es la gran arma contra la que nada pueden hacer. Ya se está demostrando en algunas partes del mundo.

El imperio utiliza el miedo, la amenaza con el caos. El hombre debe utilizar la unidad, la fuerza que emana de ella, para desenmascararles y expulsarles de sus ficticias posiciones de privilegio. Están ahí gracias a la ignorancia y el miedo de los pueblos.

Pero conociendo la verdad sobre el origen y el destino del hombre y uniéndose todos como uno solo, no existen “poderosos” que nos detengan.

Porque el planeta es de todos y para todos. Porque la riqueza que en él existe es suficiente para vivir todos. Porque el vergonzoso y repugnante control que “ellos” ejercen sobre la riqueza del planeta, no puede ni debe continuar por más tiempo.

Ellos actúan en contra del diseño original del planeta y de la humanidad. La verdad no está de su lado. Su tiempo se acabó.

La humanidad, unida, tendrá a su lado la fuerza de la Verdad, la fuerza Original, la fuerza de la Madre Tierra, la fuerza de la Vida. El tiempo de la humanidad, como creación con un fin determinado, comienza.

No dejemos que su miedo se apodere de nosotros. No creamos en nada de lo que dicen, porque todo es mentira. No confiemos en ellos, porque están demostrando que sólo les interesa su riqueza y su poder. Para ellos, nosotros solo somos materia prima utilizable y luego desechable.

Luchemos. Luchemos. Luchemos.

“La unidad y la verdad nos harán libres”

César Hildebrandt expresa la indignación del país _ Editorial de “Hildebrandt en sus 13”


Se podrá discrepar con el periodista César Hildebrandt, pero sin mezquindades, es evidente a ojos de cualquiera, que su prestigio lo ha logrado en base a valentía y honradez. De allí su autoridad moral.

En un país como el nuestro, en que los políticos “profesionales” se mantienen en la palestra en base a la impostura y en muchos casos, gracias al recurso de la payasada, la palabra de César Hildebrandt bisecciona la realidad política como una espada flamígera, que brilla en medio de la noche de las componendas y los intereses bastardos.

Creemos por ello un deber de conciencia reproducir la última editorial de su semanario: “Hildebrandt en sus 13”.

Lo que dice Hildebrandt, nuestro mandatario solo podrá borrarlo, si le devuelve la esperanza al Perú que lo eligió. (Jesús Hubert)


LA DERROTA DE LA INTELIGENCIA
Escribe César Hildebrandt

Las decepciones son mayores cuando las esperanzas son más intensas.

A pesar de que la segunda vuelta obligaba a Ollanta Humala a la moderación y a la búsqueda de consensos, era obvio que quienes votaron por él conservaron la expectativa de que un gobierno suyo iba a traer algunos cambios cualitativos. De eso se trataba, precisamente, la pelea política y moral con Keiko Fujimori.

Esa esperanza de cambios ha terminado.

En un proceso semejante a la progeria, esa enfermedad que envejece a los niños a la velocidad del infortunio, Humala se ha resignado a gerentear el Perú.

El poder económico ha hecho con él lo que logró hacer con casi todos: ensillarlos, adobarlos, engullirlos. Al empresario salitrero Billinghurst no lo pudieron convertir en sirviente y por eso le dieron un golpe de Estado. Al general Velasco no lo pudieron asustar y por eso lo han convertido en el demonio temido al que hay que seguir aporreando desde sus medios de comunicación.

Todos los demás entraron al redil.

Humala acaba de hacerlo a paso redoblado.

La declaratoria del estado de emergencia cuando se estaba a punto de llegar a un acuerdo no sólo dejó mal parado a Salomón Lerner sino que fue un mensaje hacia el futuro: los acuerdos son peligrosos cuando uno no está dispuesto a cumplirlos, mejor es militarizar "las ciudades alzadas".

Cajamarca no es una villa levantisca. Cajamarca está harta de esa minería avariciosa que todo lo enmugra con sus ácidos, sus humos ponzoñosos, su dinástica mierda.

Cajamarca no está contra la minería que respeta y concede. Está en contra de ese antro aurífero, colonialmente prepotente, llamado Yanacocha.

Ahora Cajamarca es una ciudad tomada "por las fuerzas del orden".

¿De qué orden?

Del orden tal como lo entiende la derecha pre Gutenberg peruana. Es decir, palo y bala si es necesario con tal de que nadie se oponga a nuestro destino de vendedores de rocas molidas. Y palo y bala para los que osen enfrentarse a 200 años de desprecio.

Humala es nuestro nuevo Zelig. Habla como Sánchez Cerro, actúa como Alan García, decide como lo hubiera hecho Luis Bedoya.

Ya ni siquiera disimula, lo cual, en efecto, es un mérito. Caída la máscara del reformador, apagadas las luces del centrista, Humala marcha a paso ligero a ser el albacea del modelo que aquí impuso una banda de delincuentes cuyo cabecilla tiene una sentencia de 25 años por delitos de lesa humanidad.

Que Humala se prepare para otros Cajamarcas. Si cree que va a intimidar actuando como un matón que ordena detener durante diez horas, sin mandato judicial alguno, a dirigentes que salían de una cita en el Congreso, se equivoca.

Si cree que invirtiendo 500 millones de soles en infraestructura (mientras congela, irregularmente, las finanzas del gobierno regional) va a comprar a Cajamarca, se equivoca dos veces.

Y si cree que los aplausos de la derecha y su plebe amaestrada suponen un veredicto popular, se equivoca tres veces.

Ya ni siquiera disimula, lo cual, en efecto, es un mérito

Saldrá este fin de semana una encuesta que dirá su popularidad ha aumentado, señor Humala. No se la crea. Detrás de esas cifras está la verdad. La rabia polvorienta de los pueblos que se sienten fuera de toda inclusión política no la miden las encuestas, que a Fujimori también le sonreían.

No les crea, señor Humala, a los incondicionales que le dicen que usted ha recuperado la autoridad. Eso le decía El Comercio a Sánchez Cerro cuando mandaba bombardear Trujillo, y a Odría, cuando mandaba matar a Negreiros.

La historia del Perú está plagada de ovaciones siniestras venidas desde los palcos. Los éxitos "del orden" siempre serán provisorios cuando la meta no es hacer justicia sino durar, congraciarse con los inversionistas mineros, ser plausible para los de siempre.

Era justo borrar a Conga de la cartera de proyectos mineros. No sólo porque es incompatible con la agricultura y la conservación de recursos hídrico de la zona sino porque su Estudio de Impacto Ambiental era, como lo demostró el ex viceministro José de Echave, maliciosamente incompleto. Y porque, además, Conga es hija de Yanacocha, una empresa que ha hecho todo lo posible para que los cajamarquinos la odien y teman.

Ahora usted repite a Alan García con eso de que el suelo es privado pero el subsuelo es del Estado. Es argumento tan indigno, intelectualmente tan mísero, que debería avergonzar a quien lo esgrima.

Vayamos al absurdo: ¿y si mañana unos exploradores chinos o canadienses descubren, en las proximidades de Machu Picchu, un millón de toneladas de oro y varios trillones de metros cúbicos de gas? ¿Nos deshacemos de la zona de amortiguamiento de Machu Picchu? ¿Ponemos en peligro esa maravilla? No, ¿verdad?

Machu Píichu, al fin y al cabo, es el testimonio de una civilización que tuvo una relación amistosa con el medio ambiente. ¿y por qué el pasado, por más majestuoso que sea, puede resultar más respetable que límpidos presentes de una región que vive hace siglos de producir cosas fragantes que se comen?

Para llegar al subsuelo hay que perforar los suelos, abatir las propiedades, cambiar los paisajes, matar aguas. Decirle a Cajamarca que el suelo es suyo pero el subsuelo es "nuestro", es decirle que el suelo no suyo y que está expuesto a la voracidad minera y a la complicidad del Estado con los poderes fácticos.

Somos una república unitaria, pero no somos una dictadura unitarista. Somos un país, no un cuartel. Y usted prometió (tengo las grabaciones respectivas) aguas y lagunas conservadas para Cajamarca, un nuevo país para los que han esperado tanto, cambios y reformas en los contratos de Inversión que, tomando como base el interés público, así lo requirieran.

Presidente Humala: no crea que es usted muy original. Tiene usted una ascendencia histórica abundante, aquí y en América Latina.

Y a usted, que ahora profesa tan auténtica amistad por Chile, le contaré brevemente la historia de Gabriel González Videla, un probable clon suyo que gobernó a nuestro amable vecino del sur.

González Videla llegó al poder en Chile en 1946. Logró eso porque contó con el apoyo de un frente popular que incluía al poderoso Partido Comunista de Chile. Y obtuvo el respaldo de ese frente, que incluía al Partido Radical, porque prometió un Chile nuevo y más justo.

Pues bien, la presión de los conservadores, las amenazas de Washington (un diálogo con Truman fue decisivo), la falsedad o endeblez de sus convicciones empujaron a González Videla a reprimir salvajemente las huelgas de mineros que reclamaban mejores salarios y a quienes él, precisamente, había prometido nuevas perspectivas y trato más digno. De inmediato, dictó la famosa Ley de Defensa Permanente de la Democracia, declaró al Partido Comunista ilegal; censuró las publicaciones de izquierda y convocó a conservadores y liberales a integrar un gabinete que se llamó "de concentración nacional". Pablo Neruda, que en ese entonces era senador por el Partido Comunista, fue perseguido, vivió durante meses en la clandestinidad y, al final, penosamente, por tierra, pudo salir en secreto de Chile.

En su Canto General, Neruda escribió estas líneas bajo el título "González Videla":

“...En Chile no preguntan, los puños hacia el viento.

los ojos en las minas se dirigen a un punto, a un vicioso traidor que con ellos lloraba, cuando pidió sus votos para trepar al trono ...

A mi pueblo arrancó su esperanza, sonriendo, la vendió en las tinieblas a su mejor postor, y en vez de casas frescas y libertad lo hirieron, lo apalearon en la garganta de la mina, le dictaron salario detrás de una cureña, mientras una tertulia gobernaba bailando con dientes afilados de caimanes nocturnos".

En el Perú no tenemos, fatalmente, a un Neruda. Pero quizá hemos empezado a tener a un González Videla.

Alguien que pierde los ideales, un gobierno que abandona su esencia, un horizonte de bala y pragmatismo, la política hecha medición de PBI y aplauso de las agencias de calificación de riesgo, ¿qué son, qué galaxia de sentido forman? El fenómeno tiene un nombre: es la derrota de la inteligencia y el triunfo de la administración.