miércoles, enero 07, 2015

Las trágicas lecciones de la violencia _ Escribe: Víctor de Currea-Lugo / Colombo, Sri Lanka / EL ESPECTADOR





La violencia es la epidermis de una infección profunda. Los "tratamientos enérgicos" solo ocultan el foco oculto.

Cuando el mundo se encuentra conmocionado por los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa y ahora mismo por el ataque al semanario francés 'Charlie Hebdo', vale la pena reflexionar acerca de las causas y los causantes de que no podamos vivir en paz.


Leamos con atención este importante artículo acerca de lo que ocurrió en Sri Lanka, un país pobre y olvidado, como muchos de nuestros pueblos de América Latina (Jesús Hubert)



Sri Lanka luego del conflicto (1993-2009)

El día después de la guerra


Aunque el Estado logró la victoria militar, muchas de las causas, políticas y étnicas, que originaron el enfrentamiento siguen latentes en el país

Sri Lanka es de los casos que citan los militares sobre cómo acabar una guerra exterminando a las guerrillas, rechazando cualquier proceso de paz. Y tienen razón en que las guerrillas tamil fueron derrotadas, pero no lo fueron las causas de la guerra.

La visa de turismo me prohíbe hacer trabajo periodístico y por eso evito los nombres de mis fuentes. Un líder me dice “una vez publiques esto, tu nombre entrará a la lista negra y no podrás venir a comprar té” y se ríe.

Orígenes del conflicto 

Sri Lanka es también llamada “la lágrima de India” por su forma y ubicación. Mi primera impresión es que es menos caótica que su gigantesco vecino y un poco más amable. Como en otras guerras, en Sri Lanka la mano colonial creó una élite que se benefició del poder (hasta 1948) y que luego cayó en desgracia una vez se acabó el régimen colonial. Los tamil (minoría en Sri Lanka pero mayoría en el norte) fueron literalmente importados por el Reino Unido desde India y gozaron del apoyo inglés hasta su partida.

Una vez Sri Lanka se volvió un país independiente, la mayoría cingalesa impuso su idioma como lengua oficial para oficinas públicas y universidades. Se fabricó la idea de dos naciones insistiendo en diferencias étnicas (cingalés y tamil), lingüísticas y hasta religiosas (budistas e hinduistas). Estas políticas revanchistas contra los tamil fueron creciendo y esto alimentó su deseo independentista.

Las reivindicaciones de los tamil buscaban, al comienzo, un modelo federal y solo después optaron por defender un modelo separatista. Ese cambio de la agenda se acompasó con un cambio en los métodos: de las marchas pacíficas de los años sesenta, se pasó a la lucha armada.

No fue una guerra por ser diferentes, sino la politización de la diferencia por más de 150 años, alimentada en la idea de que unos tenían más derechos que otros. Un político tamil lo resumió en una famosa frase: “o bien vamos a tener dos lenguas y un país o vamos a tener una lengua y dos países”. El profesor Norbert Ropers lo define como “un conflicto etno-político”.

Y llegó la guerra 

Al sur de India hay más de 50 millones de tamiles, algunos de los cuales apoyaron el entrenamiento de los rebeldes. En 1983 empezó la guerra y mal acabó en 2009. El grupo rebelde más conocido es el de los Tigres de Liberación de la Tierra Tamil, o simplemente los Tigres Tamil. El poder de los rebeldes fue tal que contaron con una fuerza naval y aérea, en buena parte gracias al apoyo soterrado de India.

Los informes coinciden en un altísimo nivel de violencia contra los civiles. La guerra se intercaló con intentos de negociación que fracasaban para dar paso a nuevos enfrentamientos que se prolongaron por décadas, dejando entre 70.000 y 100.000 muertos.

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