jueves, enero 14, 2010

2010: La lucha por el tiempo y el conocimiento _ Escribe: Rocio Silva Santisteban / La República



Cuando se habla de la humanidad, el concepto es ambiguo y discutible. Hay en realidad muchas y variadas condiciones de existencia .

Con información precisa y contundente, Rocio Silva Santisteban, poetisa y periodista, señala las diferencias abismales que separan a los hombres, tanto, como si fuésemos unos terrícolas y otros extraterrestres.

Sobreabundancias y carencias, polarizadas y extremas, que no se refieren solo a dinero y comida, sino sobre todo a dos aspectos vitales que establecen la condición misma de ser humano: conocimiento y tiempo…¿se dan cuenta?. (Jesús Hubert)


Para los multiempleados el tiempo se vuelve cruel y maligno. Y nos chupa la vida. Con algo de tiempo podemos activar el pensamiento crítico.

Hace años entrevisté a un filósofo español que escribió sobre la ética de los náufragos: ¿podemos tener ética en un momento de precariedad y desesperación? Él respondió que sí, siempre, que aun en casos desesperados y de precariedad extrema se deben tomar decisiones apelando a una ética elemental. Y me advirtió que la indignación es un gran sentimiento para lograr ese primer paso. Unos cuantos años antes, entrevisté a una señora que vendía tejas en el camino a Humay. La señora era muy pobre, tenía apenas una casa de madera, una cocina de kerosene, en donde, acondicionadas en situación apretujada, estaban las tejas sobre un mantel de lino blanco impecable. Las condiciones de su repostería eran paupérrimas, pero de una blancura de nieve. Le tomé unas fotos y ella me pidió previamente un tiempo para arreglarse, colocarse delicadamente unos pendientes baratos, y esas fotos fueron la imagen de la mujer más digna que he tomado en mi vida. La dignidad no está en la pobreza, pero es más difícil, es muchísimo más difícil, encontrarla entre los ricos.

Dignidad e indignación parecen ser dos lados de la misma moneda. Hace doscientos años la relación entre los ingresos de pobres y ricos era de 9 a 1; ahora, es de 60 a 1. ¿Qué significa en buena cuenta eso? Que, por ejemplo, tres de los multimillonarios de la revista Forbes son dueños de la misma cantidad de dinero que el PBI de los cuarenta y ocho países más pobres. La fortuna de Bill Gates, nomás –por nombrar a uno de los “ricos buenos”– es igual a la suma de la fortuna de 106 millones de estadounidenses. ¿Qué hacen con esa cantidad de dinero? La re-invierten, pierden y ganan, la juegan en Wall Street casi como si fuera Las Vegas y a veces producen terremotos económicos que pueden llevar a la pobreza, precisamente, a esos 106 millones mencionados. Por eso es falsa la hipótesis de que la riqueza no genera pobreza, como sostienen algunos mantras del libre mercado; quizás no en un laboratorio de índices al vacío, pero cuando se tienen que tomar decisiones éticas, y estas responden al afán de acumulación capitalista, los productos de estas decisiones pueden ocasionar la caída de hipotecas, de precios y hasta de los índices de PBI de países ninguneados.

La globalización ha creado un efecto de “aparente” igualdad de acceso a la información y a ciertos bienes que circulan por el mundo más baratos que hace cien años; pero esto es potencialidad pura pues, en la realidad dura y cruda, el acceso a esos bienes e incluso a otros intangibles, como la salud, la educación, la democracia, está cada vez más limitado. Por eso los afanes de Rupert Murdoch por organizar un sistema de copyright inescrutable para pretender cobrar por el acceso a sus periódicos en Internet; y por eso nosotros, en nuestra resistencia pasiva precaria, seguimos pirateando a diestra y siniestra, sobre todo, software. Una de las luchas del 2010 tiene que ser el acceso libre al conocimiento.

Pero otra, la principal, es el acceso al tiempo. El tiempo de los países capitalistas periféricos, como el nuestro, nos rompe la espina dorsal con sus angustias, sus premuras, sus colas interminables, sus combis a velocidad de tortuga. El tiempo para los multiempleados se vuelve cruel y maligno. Y nos chupa la vida. Con algo de tiempo podemos poner en marcha el pensamiento crítico, la conciencia sobre los discursos autoritarios, la indignación ante actos tan indignos y viles como esos vergonzosos indultos, esos vergonzosos archivamientos de pruebas en los Petroaudios, esos silencios cómplices, o ante la ignominia de las universidades chicha.

Para este 2010 les deseo tiempo, dignidad e indignación.

Publicado originalmente en el Suplemento “DOMINGO” del diario La República de Lima-Perú del 03/01/2010 con el título: “Resistencia: ¿los ricos son dueños del 2010? “