domingo, agosto 30, 2009

Obama se blanquea _ Escribe: Guillermo Giacosa / Perú 21


El gran espejismo de la democracia son las elecciones. Llegar al gobierno no significa llegar al poder. Esta magistral lección nos la está dando Obama.

Mientras su censura a los golpistas hondureños se la lleva el viento de los medios de comunicación, sectores del poder real respaldan al gobierno de facto y preparan la instalación de bases militares norteamericanas en Colombia, que apuntan no solo a las FARC sino al nuevo “eje del mal” , esta vez latinoamericano, verbigracia: Venezuela, Ecuador y Bolivia. (Jesús Hubert)


No se blanquea, por supuesto, en el sentido psíquica y fisiológicamente patológico de Michael Jackson, sino en el más peligroso, patológico y expansivo sentido político. El 10 de agosto escribimos sobre las bases militares de EE.UU. en Colombia: “Vale la pena preguntarse –y esta es la gran preocupación del Brasil que el Perú debiera compartir–, si todo este despliegue no apunta también a la Amazonía. Circula por allí un texto teóricamente originado en los Estados Unidos y que parece extraído de un 'cómic’, en el que se señala que ese inmenso territorio es un espacio despoblado que nuestras autoridades –latinoamericanas– no están en condiciones de administrar. Repetí varias veces que se trataba de una mala broma o de una provocación que no expresaba el pensamiento oficial de la superpotencia. Hoy no estoy tan seguro. Es tan extravagante la soberbia de los muchachos del norte que, con Bush –y parece que con Obama también–, cualquier cosa es posible”.

El jueves 20, Lula, presidente de Brasil, tomó la iniciativa y se comunicó con Obama. Las evasivas respuestas de su homólogo robustecen la teoría de que las bases están destinadas, potencialmente, a algo más que combatir el narcotráfico y a las FARC. Para Brasil, la mayor preocupación gira en torno a la posible transformación de Palanquero –en el centro de Colombia–, en una base operativa para el transporte de tropas en aviones capaces de alcanzar puntos estratégicos sudamericanos sin necesidad de reabastecerse. Brasil presume que esa estrategia a largo plazo de EE.UU. deja 'a mano’ el Amazonas y las reservas de petróleo en la plataforma submarina brasileña.

¿Se trata del diseño de la estrategia gringa para Latinoamérica en el siglo XXI? Si fuera así, estaría en consonancia con las políticas desplegadas por la administración Bush, cuyos resultados han sido lesivos para el prestigio de EE.UU., aunque hayan contribuido a aumentar los ingresos de las grandes corporaciones que manejan el negocio de la guerra y la energía. Obama no solo mostró ningún interés por asistir a la cumbre de Bariloche, sino que tampoco enviará a un representante. Un desaire, sin duda, casi tan espectacular como los de su desprestigiado antecesor. Eso, y decir 'ustedes no existen’ es, en lenguaje diplomático, casi la misma cosa. ¿Existimos realmente? Pienso que, al margen de la soberbia estadounidense –y hasta quizá estimulados por ella–, los países del área disponen de recursos y alianzas como para jugar un papel más protagónico en este siglo –que anuncia, con el calentamiento global, más desafíos y más agonías–, que los mezquinos cálculos militares y económicos intentan prever. Desafíos y agonías que reclaman la unidad de los seres humanos como especie y ya no como representantes de naciones diferentes.

Pretender medrar con un futuro tan incierto significa no solo miopía política, sino también una insensibilidad que puede resultar muy cara e irreversible al conjunto de la humanidad, y a todas las formas vivientes que hoy habitan nuestro planeta.

Tomado del diario "Perú 21" de Lima/Perú del Lunes 24/08/2009

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