viernes, abril 04, 2014

Pablo Fajardo : Abogado de la humanidad _ Escribe: María Eugenia Eyrás, Revista FUSIÓN


 
Pablo Fajardo un héroe colectivo


Los superhéroes no están en los comics. Y los villanos no son de papel. Pablo Fajardo pasó de ser parte de las víctimas colectivas de la contaminación petrolera a abogado defensor no solo de su pueblo sino de la humanidad. Que la transnacional Chevron pague por el daño ecológico a la amazonia, por la cual ha sido condenada en los tribunales ecuatorianos, es la causa de todos. Debemos unirnos a Pablo para demostrar que el dinero no puede aplastarnos impunemente. <Únete también. (Jesús Hubert)

No dejen de ver también, al final de la nota, el video de la entrevista a Pablo Fajardo en la televisión española el 19/02/2014


El 'Hijo del Rayo'

Escrito por María Eugenia Eyrás 10 Marzo 2014

Se lo denominó “el juicio del siglo”. Hace justo tres años, el 14 de febrero de 2011, un juez de Lago Agrio, en la Amazonia ecuatoriana, dictó una sentencia histórica: condenó a la compañía Chevron (ex-Texaco) a pagar 9.500 millones de dólares para reparar los gravísimos daños causados a la naturaleza de ese lugar y a sus habitantes.

El protagonista de esa lucha desigual, que muchos han equiparado a la de David con Goliat, ha sido un abogado ecuatoriano de 41 años, viudo y con cuatroaconciencia hijos, Pablo Fajardo Mendoza, hijo de campesinos analfabetos.

Nacido en una choza como el quinto de diez hermanos, Pablo trabajó de niño desbrozando maleza con un machete. Al mismo tiempo, a instancias de sus padres, estudiaba en la misión que dos frailes capuchinos de origen navarro habían construido en la selva. Ellos también le enseñaron a rebelarse contra las injusticias.


Lo que más sublevó al joven Pablo fue ver a los indígenas trabajando por sueldos míseros y envenenándose con la contaminación. Y comenzó su rebelión. A los 16 años fundó un comité de derechos humanos formado por 50 campesinos e indígenas damnificados por la contaminación. También se dedicó a investigar…

Desde 1964 Texaco había perforado en la Amazonia 356 pozos petroleros. Por cada pozo que perforaba construía cuatro o cinco piscinas para arrojar desechos tóxicos, siempre cerca de un río. La idea era deshacerse de ellos de forma fácil y barata.

Desde 1964 Texaco había perforado en la Amazonia 356 pozos petroleros. Por cada pozo que perforaba construía cuatro o cinco piscinas para arrojar desechos tóxicos, siempre cerca de un río.

Los ríos, así contaminados, llevaban en sus aguas azufre y otros tóxicos que, al evaporarse, caían sobre la selva en forma de lluvia ácida. El objetivo de la compañía transnacional era extraer petróleo con la menor inversión posible, por lo que se ahorró 8.500 millones de dólares incumpliendo las normas más elementales de seguridad y gestión de desechos. 

Chevron no sólo intoxicó y destruyó parte de la selva amazónica, provocó abortos, leucemia y  cáncer en más de 2.000 de sus habitantes, a quienes también desplazó y alcoholizó, sino que en sus campamentos se violó al 10 % de las mujeres indígenas y, en una verdadera campaña de terror, hasta llegó hasta a secuestrar a niños en helicópteros para abandonarlos muy lejos. Dos de ellos debieron caminar a través de la selva durante ocho días para regresar a sus casas… De las cinco tribus indígenas que vivían en esa zona, dos, las de los Tetetes y los Sansahuaris, ya han desaparecido para siempre.


Al poco tiempo de comenzar su labor social Pablo fue despedido de su trabajo. Los frailes que lo protegían lo emplearon, entonces, en la misión y le consiguieron becas para que continuara sus estudios. El adolescente aprovechó para fundar, junto a otros niños, una escuela que todavía funciona.

Muy pronto, los afectados de otros pueblos comenzaron a unirse al movimiento de damnificados por la contaminación que había creado Pablo. Una abogada estadounidense, Judith Kimberling, publicó sobre el tema el libro Amazon Crude (El crudo de Amazonia), que atrajo la atención internacional. Tres abogados estadounidenses aceptaron representar a los afectados y el 3 de noviembre de 1993, en un juzgado de Nueva York, presentaron la primera demanda contra Texaco.

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Camila Vallejo, una chilena que no tiembla_ Escribe: Antonia García Castro - Radio Universitaria de Chile


 
Camila Vallejo demuestra cuando estar sentada es ponerse de pie



Los medios nos presentan un Chile tembloroso. Pero ante lo inevitable, preferimos presentar a un Chile digno y de pie. Por eso, en medio del dolor y la conmoción, levantamos como un paradigma de lo mejor de este pueblo hermano, el gesto elocuente y superior de la ayer dirigente universitaria y hoy parlamentaria por elección popular: Camila Vallejo. Léanlo por ustedes mismos. (Jesús Hubert)


Homenaje a Jaime Guzmán en el Congreso

La distinción de Camila Vallejo

Antonia Garcia Castro

Radio U de Chile

Jacques Rancière, el filósofo, el profesor Jacques Rancière, pronunció años atrás una conferencia respecto de lo que consideraba constitutivo de la política. No sé citarlo de memoria pero es una idea que ha podido desarrollar en distintos escritos. La idea de que existe un gesto, más bien una actitud política por excelencia, que consiste en interrumpir algo que no admite interrupciones. Ese algo es la lógica policial. Alguna vez lo comentamos en este espacio, la lógica del “siga su camino”, del “vamos, vamos”, del “circulen”. Una suerte de movimiento continuo que, sin duda, es el ideal de quienes ejercen el poder. No hay que interrumpir. No hay que irrumpir. En esa conferencia, para ejemplificar su pensamiento, Rancière evocaba situaciones comunes. Un agente, tras un accidente, enfrenta un grupo de curiosos. La actitud que emana del poder es la que consiste en asegurar que esos curiosos sigan su camino: mantener el flujo, la sensación de normalidad. En esta configuración, la actitud política sería, por el contrario, detenerse, no aceptar la invitación (¿la orden?) de hacer como si nada hubiera sucedido y, además, preguntar: ¿qué pasó?

Un insolente en potencia, además de un curioso, ése sería, entonces, el homus politicus. Ocurre que en la historia del pensamiento político ese homus politicus ha sido, en ocasiones, una mujer.

Existe un ejemplo paradigmático. Paradigmático de esta mirada que postula la política como toma de posición, como toma de palabra en un escenario dado. Se trata del caso de Antígona. El poder, en la obra de Sófocles, siempre estará encarnado por Creonte. Pero la política –como irrupción y como interrupción- emana en el momento en que Antígona se niega a aceptar el decreto de Creonte que prohíbe enterrar a su hermano, Polinices, considerado traidor. Y no solamente se niega sino que además discute sus razonamientos, la lógica implícita en esa orden para oponerle otra lógica, inmediatamente descalificada como “locura” o falta de “razón”. Se puede extrapolar y mucho se ha extrapolado, pero lo que importa señalar hoy es que previo a la argumentación, hubo un “no”. Un simple “no”.

Un “no” en soledad. Porque Antígona estaba sola cuando optó por no acatar la orden del poder y enterrar a su hermano. Es decir, cuando optó por desobedecer. Por mostrarse “insolente”, según los parámetros de un poder que puede también dictar lo que es la insolencia.

I
nsolencia y política. El tema puede ser abordado de muchas maneras. Hay una que hoy no interesa. Remite al uso del lenguaje. En especial a cierto vocabulario con el que algunos políticos (del mundo entero pero en Chile no nos quedamos atrás) creen que pueden dirigirse a otros políticos, o a periodistas, o a cualquier otra persona que tengan enfrente. En cambio interesa el gesto de ruptura que consiste no sólo en interrumpir lo que está dado sino además en generar preguntas: ¿qué pasó? ¿Qué pasó? Eso es lo que me gustaría preguntar. Y es por lo siguiente. Hoy Camila estuvo sola. La misma Camila que uno se acostumbró a ver rodeada de muchos, hoy estuvo sola. No hace falta ser admirador(a) suya para ver el hecho. Pero sí hace falta no ser opositor(a). Aunque quizás sólo fue una apariencia. Es muy posible que hoy, en el Congreso, en el momento en que se le rindió homenaje a Jaime Guzmán, Camila pudo quedarse sentada, restarse al homenaje, porque –precisamente– no estaba sola. Totalmente conciente de que estaba en representación. En representación de otros. Conciente sí de que otros, muchos, comparten su sentir y su pensar respecto al rol que jugó Jaime Guzmán durante la dictadura en tanto pensador de un sistema político que hoy se cuestiona. En todo caso, Camila lo cuestiona.

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