martes, octubre 09, 2012

Aleida Guevara recuerda a su padre: el Che






“El hombre nuevo no es algo acabado, es algo que se va creando y se va transformando a través de la percepción de la sociedad. Cada vez que tú mejoras la sociedad, debe mejorar el hombre. Y cada vez que mejore el hombre, va a exigir una sociedad más avanzada.”


Dra. Aleida Guevara , hija del Che, en entrevista del Diario La República(Uruguay), 14/01/2012



En las siguientes entrevistas, Aleida, hija mayor del segundo matrimonio del Che, nos dibuja  a un Ernesto Guevara la Serna, hijo, padre, hermano, como lo somos todos, pero con  un detalle vital: nunca se mintió a si mismo

Aleida Guevara, también nos da a conocer cómo se manifiesta en la sociedad cubana el espíritu de la revolución y el ejemplo de su padre, el Che. (Jesús Hubert)

 
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Entrevista con la hija del Che


Aleida Guevara March, hija del Che y de Aleida March, estuvo en Argentina presentando el libro Evocación, escrito por su madre.
 

Quien fue parte de la lucha clandestina en Cuba, guerrillera, militante revolucionaria hasta la actualidad y madre de cuatro hijos con el comandante. En esta entrevista concedida a la Central de Trabajadores de la Argentina, Aleida brinda detalles del libro de su madre, narra pasajes inéditos de su vida familiar, recuerdos de su infancia y opina acerca de la actualidad cubana.

¿Qué significó para usted cumplir años presentando el libro de su madre en el país que vio nacer a su padre?

(Se ríe) Mira, tú sabes que yo de esas cosas no soy muy sentimental. A mí me hacen llorar otras cosas, ¿no? Primero me hubiera gustado celebrar mi cumpleaños con mis hijas y con mi madre. Mi mamá me mando un correo de lo más lindo que al final decía: “Soy muy feliz de haber traído al mundo una niña tan bonita”. Yo le respondí: “No mami, creo que tu y papi tenían un problema ocular” (se ríe sin parar).


Porque la verdad que yo fui un macaco cuando nací, después me arreglé un poquitico pero nada más… El cumpleaños, es un año más o un año menos, depende cómo lo ves. Porque a mí me dicen: “cumplís un año más”, y sí, viví un año más, es verdad, pero también estás restándole a lo que te queda ¿no? Depende de la mirada que tú hagas.

Hablando de su madre: ¿Por qué decidió quebrar el silencio?

Yo pienso que son varios factores los que influyen. Ella es grande ya como mujer. Siente también que hay una deuda con sus hijos que no había pagado, pero además de eso, en estos últimos años, han salido muchos escritos sobre mi papá que desgraciadamente no son muy fieles a la verdad y ella se molesta mucho con eso. Así que me imagino que ella misma probó su misma medicina: “Si yo protesto por esto entonces: ¿qué voy a esperar? ¿Que yo no esté para que alguien invente lo que he vivido? Entonces mejor es contarlo yo”. Creo que esa es una de las razones que más influyó en su decisión de hacerlo ahora.

Pero además la posibilidad real de hacerlo ahora, lloró, sufrió pero ya sus hijos son mujeres, hombres, tiene nietos. Es decir, ella ya no es imprescindible para cada uno de nosotros. En aquella época, cuando éramos muy chiquitos, si ella no estaba: ¿qué iba a pasar con nuestras vidas? No es lo mismo cuando hay una mamá que guía, que forma, que educa. Así que ella tenía que poner como un dique de contención a todos sus sentimientos para poder seguir viviendo. Cuando vos lees el libro te das cuenta de que es un momento desgarrador la pérdida de mi padre. Y tiene que seguir viviendo. Así que me imagino que fue un mecanismo, durante tantos años, de resistir, de encerrar ese sentimiento para poder seguir hacia el exterior, ¿no?

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El libro es una Evocación a esa historia de amor entre su madre y su padre. ¿El libro te ayudó a conocerlos mejor?

Indiscutiblemente. Mi mamá no hablaba de estas cosas. Fíjate, yo siempre explico esto porque para mí misma no hay una explicación lógica. Por ejemplo: mami no hablaba de sus intimidades pero sin embargo yo no extraño la ausencia de mi papá hasta que soy una adolescente. Es decir, papi muere cuando tengo seis años. Recién a los diez, once es que empiezo a decir: “Mi papá no está”. Lo empiezo a añorar de verdad. En la etapa anterior ¡yo lo sentía!, ¡estaba ahí! ¿Cómo ella logra hacer esto, sin hablar íntimamente de nada? ¿Cómo lo logró? Eso no te lo puedo decir. No lo sé. Pero yo lo sentí. Yo te estoy diciendo lo que yo sentí. Y yo lo sentía a él, que estaba ahí. Y nunca lo usó para regañarnos. Nunca. Yo me podía poner brava con ella y ¿quién era mi cómplice? Mi papá. Era así.

Su madre tuvo un rol destacado en la integración de la mujer a la Revolución…

Sí, ella fue parte de la Dirección de la Federación de Mujeres Cubanas, fue de las primeras dirigentes nacionales de la Federación y ha trabajado muchísimo en la integración de mujeres. En pleno período especial, cuando aparecen después de tanto tiempo algunas prostitutas en Cuba, mi madre se quería morir. A veces tenía que agarrarla del brazo para pararla. No entiende cómo es posible que una mujer se degrade de esa manera. Ella nunca va a poder entender eso, ni yo tampoco. Para mí es una herida lacerante en el pecho cuando una joven hace semejante tontería con su vida. Las crisis económicas muchas veces producen crisis de valores y en ese sentido hay que seguir trabajando. Te cuento esto para que te des cuenta hasta qué punto mi madre es sensible en relación a la mujer. Siempre ha sido, para nosotros, un bastión muy importante en ese sentido. Tengo una “tía”, que es postiza, no genética pero más que tía. Se llama Ernestina, era enfermera de mi papá y compañera de la clandestinidad de mi mamá. Ernestina me enseñó algo que llevo a la práctica siempre: la tierra es mejor que yo y la piso. Eso quiere decir que a mí no me pisa nadie. Así hemos vivido y crecido, con estas mujeres alrededor, que te podrás imaginar.

Del libro surge que Fidel es algo así como el mediador entre esa apetencia de hogar y el hacedor de sueños que latía en el Che ¿Qué relación tuvo siempre la familia con Fidel?

Mi mamá, tu lo leíste en el libro, quiere muchísimo a Fidel. Es más, ella no quisiera estar viva si él no está. Fíjate hasta dónde llega ese cariño extraordinario. Ese respeto, esa admiración de mi madre a Fidel. Pero Fidel tenía su propia vida también. La imagen paterna que yo tuve fue él por eso yo le digo “tío” desde que tengo uso de razón a Fidel. Después crecimos y Fidel tuvo siempre montón de obligaciones, un montón de trabajo y ya no tenía la misma cercanía. Pero siempre estaba en contacto de alguna manera. Por ejemplo cuando yo me casé. Yo tuve que esperar que Fidel llegara a mi casa para poderme casar. Eran las 23.30 y mi “tío” estaba recibiendo al presidente de Yugoslavia.

Después me contó el embajador de ese país que su presidente miraba que Fidel estaba mirando el reloj a cada rato. Entonces en un momento le dice: “Mire presidente, usted ya cumplió conmigo si usted tiene otro compromiso no se preocupe”. Y Fidel le explica: “Es que se casa la hija mayor del Che”. Realmente yo no soy la hija mayor del Che (Hilda Guevara es su hija mayor con su primer matrimonio con Hilda Gadea) pero como soy la mayor de los cubanos pues él lo dice así muchas veces.

Entonces el hombre se queda impresionado porque siempre se ha dicho que él y mi papá tuvieron discusiones y se separaron. Toda esa tontería que se manipuló, precisamente, para acabar con la imagen de Fidel. Entonces el hombre (el presidente de Yugoslavia) se queda impresionado y Fidel le dice: “¿Tu quieres venir conmigo?” Y el presidente dice que sí. ¡La Madre que me parió! Se apareció mi “tío” con toda la comitiva del presidente de Yugoslavia a mi casa. Teníamos una botella de champaña para brindar que habíamos traído de Angola.

No había nada más para brindar (se ríe a carcajadas) ¡Era una boda para treinta personas! Cuando mi mamá ve que empieza a llegar toda esa cantidad de gente no sabe qué hacer. Pero bueh, empieza a desarrollarse la boda. Tú ves las fotos de la boda y Fidel parece el novio. Julio, que era mi marido estábamos uno en cada punta celebrando y él en el medio celebrando también. Vamos a picar, él también en el medio. Esa noche fue muy linda. Él puso los testigos de mi boda también…

¿Me habla en serio…?


Sí, sí. Trajo al embajador de México que acababa de presentar sus cartas credenciales y le dijo: “Vamos, vamos, tú también eres testigo porque el Che vino a Cuba desde México así que vamos: firma”. Nosotros teníamos nuestros propios testigos que firmaron. Después él puso a firmar a medio mundo. “Raúl ¿vas a firmar tu también? Dale, dale. Vilma (Espín) tu también, dale”. Y al final dice: “Bueno, ahora voy a firmar yo, sino no están casados”. Es tremendo. Esa noche fue extraordinaria.
Fidel es así. Cuando nació mi hija mayor: ¡discutimos el nombre de mi hija! ¡Él quería ponerle el nombre a la niña! El padre de mi hija en esos momentos estaba por África y yo había quedado con él en un nombre que a mí tampoco me gustaba. A mí me gustan muchos los nombres castizos. Y él, un poco para embromarme me dijo que se iba a llamar Estefanía. Bueno si era varón yo ponía el nombre, porque él tenía un varón del primer matrimonio, entonces me tocaba a mí. Pero si era mujer le tocaba a él. Entonces fue niña y él no estaba en Cuba en ese momento. Y en esos días; Fanny nació el 21 de diciembre de 1988; ese mismo año, el 22 de diciembre se firma el Acuerdo Tripartito entre Sudáfrica, Angola y Cuba. Por la cual, Cuba retiraba sus tropas militares de Angola, Sudáfrica derrotada se retiraba totalmente, comenzaba el inicio del final del Apartheid y Namibia conseguía su independencia. Era una victoria total. Por eso el quería que mi hija se llamara “Victoria”. Y yo no podía, había dado mi palabra a mi marido que se llamaría Estefanía. ¡Ay para qué fue aquello! Lo último que me dijo acercándose a la cuna fue: “Ojalá no saques el temperamento de tu madre”. Se viró y se fue muy molesto conmigo porque decía: “Los abuelos son lo que ponen los nombres”. Y yo le respondía que eran los padres, no los abuelos y así. Mi madre pidiendo que le ponga Victoria también. No podía porque tenía la palabra empeñada con mi marido. Después éste me dijo por qué no le había puesto ese nombre.


Gracioso, claro, si él no estaba.

Mi “tío” es una persona muy importante en mi vida. De niña yo trataba de sacar las mejores notas en la escuela para que él estuviera orgulloso de mí. Ese tipo de cosas fue la familiaridad que tuvimos y que tenemos con Fidel.

Usted, su madre y sus hermanos viven en Cuba ¿Cómo está su país hoy? ¿Qué cambios se están produciendo?


Seguimos siendo un país bloqueado por Estados Unidos. Eso no ha cambiado y eso marca muchísimo la economía y el desarrollo económico del país. En los últimos años comenzamos a dar soluciones a viejos problemas que el socialismo iba trayendo consigo. La crisis económica brutal en que vive el mundo también nos ha afectado a nosotros. No vivimos en otro planeta, vivimos en este. Por lo tanto nos afecta también y ahora va a seguir afectándonos. El Estado cubano determina que hay gente que estaba trabajando bajo sus órdenes pero que no eran productivos. Y, realmente, no se podía seguir manteniendo esas personas. Pero tú no puedes dejarlas en la calle, tú no la puedes dejar sin amparo. Entonces fue la idea de buscar una alternativa y esta fue que estas personas puedan trabajar por cuenta propia, si así lo querían. Así que se facilitó el alquiler de locales, se facilitó el traspaso de propiedades. Por ejemplo de viejas barberías que existían a cooperativas para un grupo de barberos que pudieran trabajar juntos. Ya había, unos años atrás estaban funcionando así, pero bueno con esa situación se incrementaron estas soluciones.


Además de eso se crea un sindicato para las personas que trabajan por cuenta propia para que nadie les robe. Porque tú sabes que siempre sale uno creyéndose el más bárbaro, el más pillo y trata de explotar. No, eso no se va a permitir nunca. Entonces un sindicato que haga respetar eso y que proteja a los trabajadores de cuenta propia.


Se han planteado cambios en algunas leyes que faciliten estos trabajos pero la Asamblea Nacional Cubana en última instancia tendrá que aprobar todos los cambios y proyectos de Ley. Lo importante es que primero lo discutió el pueblo, en sus viviendas, en los CDR (Comité de Defensa de la Revolución) lo discutimos en los trabajos, en la militancia, en las universidades, en todos lados. Hay muchos criterios y proyectos en cuanto a lo económico y en el último Congreso del Partido se analizaron punto por punto, todo lo que la población había pedido y esforzado discutiendo. Se ha analizado en el Congreso, que fue público, televisado para todo el país. Así que bueno, fue una discusión abierta y ahora falta una nueva Asamblea del Partido donde si se va a ver la parte interna del Partido Comunista de Cuba.


Estamos trabajando sobre todo en la cuestión económica. Mejorar la situación económica del país es fundamental para Cuba. La ventaja que tenemos en este momento es el ALBA (Alternativa Bolivariana para nuestra América) que es la alternativa que tenemos países del Continente como son Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Cuba más dos islitas pequeñas del Caribe.
Estamos trabajando para aumentar nuestras relaciones comerciales, más libres, mucho más igualitarias. Respetándonos mutuamente sin querer influir en los problemas internos de cada país. Pero sí ayudando en lo que se nos pida. Por ejemplo: si faltan médicos y Cuba los tiene, se los da. Si hay necesidad de instructores de deporte pues Cuba los da. Cuba no tiene petróleo entonces se hacen intercambios entre nuestros países. Nosotros prestamos más servicios y ellos con cuestiones que nos hagan falta a nosotros. Vamos desarrollándonos.


Por ejemplo: Cuba está desarrollando mucho el polo científico, tenemos vacunas, tenemos una serie de investigaciones de última tecnología en el mundo. Estos avances muy ayudados por Venezuela, por lo tanto los logros se comparten porque ellos nos ayudan y nosotros le devolvemos a ellos sin problema alguno. Es realmente un intercambio muy respetuoso. Muy bueno dentro de nuestros pueblos que se están conociendo mucho más, culturalmente, como pueblos autóctonos que viven en la zona. Es un proyecto muy bello y hemos hecho cosas muy bonitas como el “Yo Sí puedo” (Programa de Alfabetización), “Operación Milagro” para devolverle la vista a quien lo necesite gratuitamente. Ya vamos casi por los cinco millones de paciente operados. La meta son diez millones así que nos falta un tramo.

Estamos con un proyecto muy lindo con el ALBA para recuperar la vida de los pacientes minusválidos que durante mucho tiempo han sido olvidados y han sido maltratados. Porque a veces por una cuestión religiosa la gente dice. “Dios me castigó por un pecado que cometí”, y entonces esconden a los minusválidos en situaciones infrahumanas que hay qué verlas. Uno nunca se las imagina. Vamos a los lugares donde nunca llego ningún profesional con una brigada de médicos de primer nivel. Especialistas de todo tipo que acuden integrando además a la comunidad demostrando que no es correcto mantener a estas personas aisladas o encerradas o separadas por su deficiencia física o mental, sino todo lo contrario. Hay que ayudarlos, hay que rescatarlos.

La medicina, su padre y el Hombre Nuevo


La medicina cubana es eminentemente preventiva, cuenta Aleida Guevara. Nosotros tenemos catorce vacunas para los niños nuestros. Totalmente gratuitas, por supuesto. Pero además de eso está la educación, que es un factor muy importante para tener una salud real. Debes tener un pueblo culto, un pueblo que entienda lo que hay que hacer y para qué hay que hacerlo. La televisión cubana ayuda mucho. Nosotros no tenemos tandas comerciales pero sí tenemos propaganda científica en nuestra televisión. Es decir, las cosas que hay que hacer para mejorar esto o lo otro. Estamos trabajando mucho ahora contra la obesidad, contra la gordura, en los malos hábitos de la alimentación y los ejercicios que hay que hacer porque sino nos vamos poniendo sedentarios.

En ese tipo de cosas también ayudan los artistas. Hemos pasado hace poco, como tú sabes, unos ciclones horribles que arrasaron con varias ciudades del país y sin embargo la gente fue a recuperar sus pueblos y también fueron los artistas. Iban a los lugares y por la mañana trabajaban en la recuperación del pueblo y por la tarde actuaban para entretener a la gente. Algo muy hermoso, precioso.

Tenemos muchos proyectos, estamos mejorando mucho la economía, sobre todo la producción agrícola. Estamos con el tema del petróleo, ya que tenemos un área que es nuestra y vamos a ver cómo la explotamos. Yo pienso que en los próximos diez años la vida en Cuba debe mejorar, siempre y cuando el gobierno de Estados Unidos no haga algún desastre en la zona. Si lo hace, tendremos que enfrentar las consecuencias.

¿Qué recuerdos te quedan del Che?

Tenía cuatro años y medio cuando papi sale de mi vida. Piensa que en ese tiempo que vivimos juntos mi padre recorre el mundo casi dos veces llevando el mensaje de la Revolución Cubana. Es catalogado por esto como uno de los primeros diplomáticos de la Revolución Cubana. Pero además de eso, él trabajaba dieciséis horas diarias cuando estaba en Cuba. Tenía muy poquito tiempo. Hay flashes en la memoria, sí. Verlo llegar del trabajo voluntario sucio y quitarse esa ropa, ponerse en cuatro patas en el pasillo y yo ir sobre su espalda.

Como imágenes rápidas que pasan pero pocas, muy pocas. Una muy clara, que yo pienso que es de uno de los últimos días que convivimos en Cuba, es una imagen donde esta con mi mamá, en el cuarto de ellos, y él está detrás de mami. Ella tiene a mi hermano apoyado en su hombro y mi papá esta acariciando la cabecita del bebe con una mano que para mí es muy grande. Porque yo estoy debajo mirando la escena. Y yo te lo estoy contando y estoy mirando (cierra los ojos). La cara de mi papá se me desdibuja un poco, se pierde un poco, pero la mano no. La mano es grande, comparada con esa cabecita, y la está tocando con tanta ternura que yo tenía cuatro años y medio y nunca se me olvido eso, jamás.

¿Cuál es la vigencia del hombre nuevo en esta sociedad de hoy?

El hombre nuevo no es algo acabado, es algo que se va creando y se va transformando a través de la percepción de la sociedad. Cada vez que tú mejoras la sociedad, debe mejorar el hombre. Y cada vez que mejore el hombre, va a exigir una sociedad más avanzada. Es como que se retroalimentan. Yo hago esto para mejorar esto, cuando mejoro esto voy a exigir más porque necesito más, entonces el hombre nuevo se va perfeccionando a medida que la sociedad se va haciendo mejor para todos. Es algo que se puede notar hoy. Cuando tú mandas muchachos jóvenes a lugares donde nunca antes fue un médico y resisten y trabajan y vuelven mucho más conscientes, eso es muy positivo y bueno para nosotros.

¿Cuál es el poema que más te gusta de tu viejo?


(Se ríe) Bueno, mi papá tiene varios pero hay uno que a mí me conmueve mucho, es el canto que le hace a Fidel. La última estrofa para mí es preciosa. Dice: “pedimos al pueblo cubano un sudario de cubanas lágrimas para cubrir sus huesos en el tránsito a la historia americana”. Y eso lo hemos hecho.


Aleida Guevara March: “Mi madre estuvo callada hasta que escribió este libro”


María Sucarrat / Tiempo Argentino


Aleida Guevara March es militante del Partido Comunista de Cuba, médica internacionalista (con próxima estación Argelia) y, entre otras tantas cosas que ocupan su vida, colaboradora del Centro de Estudios Che Guevara y del Instituto de Amistad con los Pueblos.

Aleida es Guevara. Es la hija del Che. Y está hoy en la tierra de su padre con la misión, esta vez, de difundir Evocación. Mi vida al lado del Che, ese libro en el que su madre, Aleida March, ha volcado sus vivencias, sus recuerdos, su meticulosa memoria. Y por supuesto, la relación con su marido y padre de sus cuatro hijos, Ernesto Guevara.

“Sumida en el silencio por decenios, nada distante, tan sólo en otro plano, refugiada...”. Así, bajo el título “Aleida nuestra” comienza el prólogo del libro escrito por Alfredo Guevara, intelectual y fundador del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y compañero de armas y viejo amigo de Fidel Castro.

¿Sumida en el silencio por cuánto tiempo estuvo su madre?

—Estuvo callada hasta que escribió este libro. Toda la vida estuvo callada.

¿Y por qué?

—Porque mi madre es una mujer de origen campesino. Una mujer educada en el campo. Ella siempre fue muy reservada y sobre todo con las cosas que tenían que ver con su vida personal. Siempre habló muy poco de sus sentimientos. Nosotros, digo, mis hermanos y yo, le preguntábamos porque teníamos curiosidad, pero ella nunca nos contaba nada.

¿Pero qué les decía? ¿Qué no quería hablar?

—Siempre cambiaba de tema. Empezaba a decir algo y, blablabla, se iba por las ramas. Y yo sentía más curiosidad. Por ejemplo, nunca vi a mis padres besándose.

Pero quizá en esa época, los padres no se demostraban afecto de esa manera.

—En realidad, mi papá le dedicaba al trabajo mucho tiempo. Entonces, supongo que los momentos de intimidad los reservaban para ellos, para cuando estaban solos.

O sea, si tiene ese recuerdo, que ellos no se besaban, también conserva otros.

—¡Sí! Tengo recuerdos muy firmes, muy reales y claros. Pero mi papá se fue cuando yo tenía cuatro años y medio, entonces siempre me pregunté: ¿Cómo era mi papá? ¿Cómo era la relación entre ellos? Siempre me hice muchas preguntas.

¿Y con la escritura de Evocación las pudo contestar?

—Sí. Entendí todo. Entendí lo que fue para mi madre seguir viviendo después de haber perdido al hombre que amaba tanto. Ella se encerró durante todos estos años. No se podía permitir romper el dique de sus sentimientos. No podía desbordar porque sabía que no tendría retorno.

No debe haber sido fácil quedarse sola con cuatro hijos tan chiquitos.

—Ella tenía que mantener esa fortaleza para poder criar a sus chicos. Luego fue creciendo y pudo volcar todo su sentimiento en ese libro.

¿Cuánto duró la escritura?

—Cerca de un año.

¿Y cómo fue el proceso? ¿Ella anotaba sus recuerdos?

—No. Usó una grabadora. Iba hablando de sus cosas. Y fue muy duro. La vi sufrir, la vi llorar. A veces, entraba a casa, la encontraba con el aparato en la mano llorando y le decía: “No lo hagas más si te hace mal. Déjalo de una vez”. Por suerte no me hizo caso y siguió adelante. Fue muy difícil para ella, por su educación campesina, poder contarlo todo. Su amiga María del Carmen Ariet la ayudó mucho. Y nosotros, sus hijos. Creo que lo hizo por nosotros. En la dedicatoria del libro dice “A mis hijos, la mayor inspiración para mí”.

Dice también: “Me sentía orgullosa del papel que las mujeres estábamos desempeñando en la lucha”. Es muy moderna su mirada sobre las mujeres.

—Mi mamá trabajaba con hombres. Era una combatiente de la lucha clandestina y estaba rodeada de hombres. Pero a todos les ponía límites. Ella, hasta que conoció a mi padre, no se había relacionado con ninguno. Pero claro, con el argentino no pudo (se ríe), él le fue trabajando el terreno y la ganó. Luego, con su muerte, quedó refugiada en el dolor. Es una historia de amor fantástica.

“Refugiada en el dolor” dice el prólogo de Alfredo Guevara.

—Cuando él murió, mi madre sintió una pérdida desgarradora. Sólo se mantuvo a flote por sus niños. Creo que ella se hubiera ido con él si no estábamos nosotros.

Además eran todos muy pequeños.

—Y mirá, yo tengo 51. Camilo tiene 49, Celia 48 y Ernesto 46. ¡Casi no hay diferencia entre nosotros!

¿Y el Che compartía esa visión acerca de las mujeres con su madre?

—Al principio, no. Él creía que la mujer no era idónea para actuar en ese medio. ¡Y si era bonita, peor! Él creía que no podía aparecer una mujer en medio de tantos hombres que llevaban tanto tiempo combatiendo. “Se puede evitar”, decía. Para él, sus hombres, al ver a una mujer, iban a empezar a comportarse según las reglas naturales. A mirarla como presas, a querer cazar (se ríe). Pero luego, con mi madre, y con otras compañeras como Lilia (Doce) o Clodomira (Acosta) que lo acompañaron en la Sierra Maestra, se fue dando cuenta de la importancia que tenía la mujer para la tropa. Lidia era mayor y se portaba como una madre con sus hombres. Pudo ver que las mujeres, lejos de ser un problema, provocaban tranquilidad.

Las mujeres estaban muy implicadas en la lucha.

—Sí, por supuesto. Cuando llegó mi mamá, él vio cómo trabajaba y vio que estaba siempre dispuesta a mostrar que las mujeres podían ser de gran utilidad.

¿Cómo era la relación de ellos entonces?


—Trabajaban juntos y logran una complicidad, pero ella se da cuenta de que él es muy importante –mucho más importante que ella– para el proceso revolucionario. Y lo apoya a él por eso.

¿Y él?

—Él la apoyaba en todo. La enviaba de viaje por el mundo por la Federación de Mujeres Cubanas. Nunca le dijo que no a un emprendimiento, una idea que ella tenía. Le pidió que estudie.

Ella se había recibido de maestra.


—Sí. Ella era maestra y él le pidió que estudiara historia, que era lo que en realidad le gustaba.


¿Cómo eran en la casa?

—Él estaba muy poco tiempo. Trabajaba 16 horas por día. Se iba muy temprano. Viajaba mucho. He visto fotos de mi madre con una tremenda panza arriba de un barco, o a caballo o en un jeep. Y yo le decía “¿Pero cómo hacías eso con semejante panza?”. Ella me contestaba “Es que yo echo barriga muy pronto. ¡En esas fotos estoy apenas de cuatro o cinco meses!” (se ríe). Para ella, estar a su lado era lo más importante en la vida.

¿Qué recuerda de la rutina de la casa?

—Mira, te cuento una anécdota. A mi padre le encantaban los perros. Él los amaba a todos. Y mi abuela, la madre de mi madre, vivía con nosotros en nuestra casa. Mi papá tenía un perro muy grande. Se llamaba Muralla. Y Muralla se echaba a dormir en la puerta de la habitación de ellos. Entonces un día mi abuela, le grita: “¡Pero este animal tan grande, no se puede tener un animal tan grande!”. Y mi papá se levanta y le dice: “Señora, ¿por qué se mete con el pobre animal? ¡Déjelo tranquilo!” (Aleida llora y se seca los ojos con las manos). ¡Me has dado sentimiento! Mira que acordarme de esto...

¿Sólo tenía ese perro?


—Muralla era el perro de mi papá. Y tenía una perra, su pareja, que se llamaba Socorro. Muralla amaba a mi padre. Se iba con él, en el carro, al Ministerio. Y cuando mi papá se fue, el perro lo esperaba. Se acostaba en la puerta de su cuarto a esperarlo y lloraba. Como los niños eran muy pequeños y el perro lloraba muy fuerte durante toda la madrugada lo mandaron a dormir afuera (Aleida vuelve a llorar).


Dice su madre que cuando conoció al Che lo veía muy serio y mayor. Ella era una niña, tenía 20 años.


—Lo veía mayor pero no era una niña. Tenía un poco más de 20, no te voy a decir la edad porque se va a enojar conmigo. Pero era toda una mujer.



¿Y cómo fue su nacimiento? ¿Qué le ha contado su madre?

—Mira, mi padre, por su educación, quería un varón. Él ya tenía una hija mujer, mi hermana mayor. Y quería un varón. Cuando mi mamá quedó embarazada soñaba con su niño, por esas cosas que los varones transmiten, y estaba muy entusiasmado.

¡Pero nació una niña!


—Sí, nací yo. Él estaba de viaje en China. Y mi mamá le envió una comunicación: “Ha nacido y es hembra.” ¿Y sabes qué le contestó desde China? “Si es hembra, tírala por el balcón”.

¿Entonces?


—Mi madre había estado 11 horas con trabajo de parto para terminar en una cesárea. ¡Imagínate! Así que cuando llegó para Cuba mi mamá no quería dejarlo entrar en su habitación. Él decía: “¿Dónde está la niña?”, y ella: “La tiré por el balcón”. “Ya Aleida, deja la bobería”. Ellos bromeaban mucho. Y no me pusieron nombre hasta que él llegó.

¿Quién lo eligió?

—Mi padre. Le dijo a mi mamá: “Se llamará Aleida porque es el nombre de la mujer que amo”.

Luego llegó el varón.


—Sí. El Che estaba afuera con Lolita, una amiga. Entonces salió el partero con un bebezón en los brazos. Camilo pesó como unos cinco kilos. Y el partero le dijo: “Comandante, felicidades”. Y mi papá se paró y le dio un abrazo a Lolita y le convidó a un tabaco.

¿Toda su familia vive en Cuba?


—Toda. Salimos a hacer algunas misiones afuera pero volvemos a Cuba. Lo de siempre.

¿Y cómo está Cuba hoy?


—Para un país que sigue bloqueado puedo decir que bien, que hacemos el esfuerzo para vivir con dignidad y sobre todo con alegría. Trabajamos para obtener mayor ganancia en el sentido social. Económicamente, lo podemos hacer. Y gracias al Alba (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) se respira de otra manera. Pero el proceso revolucionario tiene que seguir creciendo. Aparecen más facilidades, eso es muy bueno. Y esperamos con los brazos abiertos que Argentina y Brasil se incorporen al Alba.


¿Sienten allá la crisis que afecta a Europa, por ejemplo?


—Nosotros tenemos los ojos puestos en América Latina, que es autosuficiente. ¿Imagina si la producción de la región se pusiera al servicio de este continente? Se lograría para siempre la unión latinoamericana. El Alba nos ha permitido relacionarnos con todos los países y el proceso revolucionario se va ampliando. De allí, ya no hay retroceso.




 

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