Dicen que se acerca ya el ansiado dinero de Bruselas. Quizás pararnos y primero pensar lo que queremos financiar, quizás detenernos y reflexionar sobre el empleo de esas ingentes sumas. Todo apunta a que esa gran ayuda irá a parar a los bancos insaciables, a una producción en importante medida desnortada. Financiar más de lo mismo o atrevernos a creer que otro modelo basado en el compartir y el cooperar es posible y por lo tanto inyectar el dinero en ese empeño.
No queremos nuevos y supersónicos coches, nuevos y superfluos bienes, no queremos más e inconsciente consumo. Queremos pan y futuro para todos los hermanos que pueblan esta tierra bendita. No queremos comprar más, queremos ser más, crear más, amar más… Nos asfixia una omnipresente publicidad que jamás habla a nuestras verdaderas necesidades, que nunca atiende las demandas de nuestra alma. No queremos lo último de la última gama de aparatos…, queremos que los últimos de las tierra se sienten a nuestra misma mesa y juntos compartamos un mismo y más feliz destino.
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