
Se hablan de los piratas de Somalia, como si se tratarà de una versiòn moderna de las mìticas historias de Salgari o la saga de "Piratas del Caribe", pero la vida de estos “piratas” somalíes se parece más a la de Jean Valjean, aquel personaje de la clásica novela de Victor Hugo, “Los Miserables”, quien estuvo preso 19 años por robar un pan.(Jesús Hubert)
Las primeras acciones coinciden con la caída del gobierno central de aquel país allá por los años noventa. Nueve millones de habitantes quedan sumidos en la miseria y el hambre. Un caos que es aprovechado por flotas extranjeras para entrar en aguas somalíes de forma ilegal y beneficiarse de una de sus mayores riquezas, la pesca.
Unos años antes Somalia había empezado a convertirse en destino de vertidos tóxicos y nucleares venidos desde distintas partes del mundo. En este contexto de expoliación surgen los primeros piratas.
Basurero nuclear

La mirada se dirige en aquel momento a países azotados por las crisis políticas y empobrecidos. Somalia -al igual que otros de la zona- se convierte en una alternativa. Se trataba de una violación de convenios internacionales y algo hasta éticamente reprobable, pero el plan siguió adelante. Autoridades somalíes protestaron e hicieron llegar varios informes a la ONU y a la UE sobre lo que allí estaba ocurriendo y cómo afectaba a la población civil. No sólo no tuvieron efecto tales reclamaciones sino que los negocios de basura nuclear continuaron a gran escala. Sólo en 2001 llegaron a África seiscientas mil toneladas de deshechos nucleares.
Las descargas de desperdicios tóxicos siguen teniendo lugar como recientemente declaró a Al-Jazeera, el enviado de la ONU a Somalia, Ahmedou Ould-Abdallah. El diplomático dijo que poseían informaciones fidedignas de que las corporaciones europeas al igual que las asiáticas, estaban descargando químicos tóxicos, incluso desperdicios nucleares en las costas de Somalia. “Tengo que enfatizar sin embargo -apuntó-, que ningún gobierno ha endosado este acto y que empresas privadas e individuos son los responsables”.
Un último dato: almacenar residuos tóxicos en Europa cuesta alrededor de mil dólares la tonelada, hacerlo en un país africano, sólo 2,5 dólares.
Saqueo de sus reservas pesqueras

Enormes palangreros roban cada año cientos de millones de dólares en atún, camarón, langosta, gamba, etc. de la costa de Somalia, dejando sin sustento a miles de pescadores locales. ¿Países implicados? Según el analista político de origen somalí, Muhamed Abshir Waldo, “los implicados son prácticamente todos los países del Sur de Europa, Francia, España, Grecia y Reino Unido. Aún no hay muchos nórdicos, pero la pesca noruega está también involucrada en este muy lucrativo negocio. A ello hay que añadir a los rusos, taiwaneses, filipinos, coreanos... ¡Una costa gratis para todos!”.
"Guardacostas Voluntarios de Somalia"
Como respuesta al saqueo y en medio del caos que vive desde hace tiempo Somalia, empiezan a aliarse pequeños grupos armados locales para intentan ahuyentar a los barcos pesqueros extranjeros. Pronto se dan cuenta de lo fácil que resulta llevar a cabo un abordaje, trasladar la embarcación hasta Somalia y pedir un rescate. Se calcula que mil quinientas personas pueden estar relacionadas con esta forma de pillaje. El periodista británico Johann Hari explica en su artículo “Le están mintiendo sobre los piratas”, quiénes son estas personas. “Antes fueron simples pescadores, hombres de pesca ordinarios, que ahora consiguieron lanchas rápidas para intentar disuadir a los descargadores de basura y a los barcos rastreadores o, por lo menos, aplicarles algún impuesto. Se llaman a sí mismos 'Guardacostas Voluntarios de Somalia' y es duro entender por qué: 'nuestro motivo -le asegura Sugule Ali, uno de sus líderes- es detener la pesca ilegal y la descarga en nuestras aguas. No somos bandidos del mar. Consideramos bandidos del mar a quienes pescan ilegalmente en nuestras aguas, descargan basuras en nuestros mares y portan armas”.
A los antiguos pescadores, ahora se han sumado ex-combatientes y técnicos expertos en aparatos de última generación. De las barcazas se ha pasado a botes fuera borda. Van armados y están organizados. Aseguran no causar daño a las víctimas de los secuestros ya que su objetivo es pedir algún tipo de rescate a cambio. Cuentan además con el apoyo de la población, que dice beneficiarse indirectamente del dinero de los botines: estímulo del comercio local, creación de empleo, etc. Un 70% cree que la piratería es una forma de defender las aguas territoriales de su país. Son los pequeños ladrones que roban a los “grandes ladrones”.
Del anonimato a primera plana
Mientras todo esto estaba ocurriendo, la comunidad internacional miraba hacia otro lado. Entonces, ¿por qué ahora los piratas somalíes se convierten en un problema de primera magnitud?
Su actividad cada vez más incontrolable se desarrolla en la zona del Golfo de Adén -crucial en la estrategia occidental- y amenaza el tránsito del 20% del suministro de petróleo mundial que cada día pasa por allí. Es por ello que la Oficina Marítima Internacional (OMI) lanza la voz de alarma y solicita una intervención internacional para frenar la situación. Idear rutas alternativas para los treinta mil barcos que transitan anualmente por allí, costaría mucho tiempo y dinero, y las grandes potencias no están dispuestas a asumirlo. Además, este comportamiento podría ser contagioso en un lugar muy delicado como es el Cuerno de África.
De momento, la OTAN ha enviado cuatro navíos de guerra a surcar la zona. Francia, España, Rusia, India y Corea del Sur han sumado sus barcos a los estadounidenses de la Task Force 150 que participan -desde la guerra de Afganistán- en tareas de seguridad en la zona para garantizar el comercio a nivel mundial. Hace unas semanas Hillary Clinton advirtió que se incrementaría la vigilancia en la zona, decomisarían los botines y se sancionaría a las empresas que les vendieran armas. Amenazó con el empleo de la fuerza si fuera necesario. ¿Pondrá esto fin al problema?
El problema no son los piratas ni cómo acabar con ellos. El General de Artillería en la Reserva, Alberto Piris ve una cuestión más compleja que la que nos presentan. “La piratería -apunta-, no es sino el síntoma de unas condiciones políticas, sociales y económicas cada vez más insostenibles. Como ocurre con frecuencia, aliviar los síntomas no curará la enfermedad. Y atacar ésta a fondo requeriría otra mentalidad, muchos recursos de distinto tipo a los ahora utilizados y adoptar unos puntos de vista 'altermundistas' que no gozan hoy del aprecio de los poderes públicos mundiales”.
Es importante recordar que las potencias occidentales son las que han contribuido al nacimiento de este fenómeno. Tampoco han dudado en utilizar a fuerzas locales para promover guerras e inestabilidad en la zona y beneficiarse de ello.
De nuevo el axioma, “violencia negra, raíces blancas”, se cumple. Por eso, apostar por una intervención armada sería un error que podría desencadenar un problema de mayor magnitud en la región. Es necesario afrontar el origen del problema, no atacar sus consecuencias, como apunta Piris. Hay una realidad detrás de los titulares que nos hablan de “piratas” y “terroristas”. Una realidad que la comunidad internacional tiene que mirar de frente por razones de justicia. Tiene la responsabilidad y también los medios.
SOMALIA

Para más información:
www.rebelion.org* www.ucm.es/info/solidarios (Centro de Colaboraciones Solidarias)* www.msf.es (Médicos Sin Fronteras)* www.webislam.com* www.bbc.co.uk/mundo/index.shtml (BBC Mundo)
www.democracynow.org (Democracy Now)
Tomado de la Revista Fusión, de España, 10/05/2009