Ese circulo sigue creciendo, y debería seguir haciéndolo, pero contradictoriamente termina en la pareja, porque a partir de ese “amor”, se produce una involución, la pareja se encierra entre dos y se olvida del mundo, renunciando precisamente a ese llamado fundamental del corazón humano, voz de nuestra esencia divina: amar sin limites.
Reflexionemos, mientras recordamos esta canción de Los Angeles Negros que nos habla algo de ello. (Jesús Hubert)
A ti que de todo te ríes, y que nunca piensas
Y que vives esperando que otros, arreglen las cosas
Mientras tu disfrutas, de lo que ellos consiguen
Yo traigo la verdad en mi palabra
Vengo a decirte de un niño sin abrigo
Vengo a decirte que hay inviernos que nos muerden
De la falta de un amigo
Vengo a contarte que hay luces que nos hieren
Que existen noches sin whiskys ni placeres
Vengo a decirte que esta cerca tu condena
Hoy una madre murió de pena
Déjame cantar tengo vergüenza
De ser humano como tu y en tu presencia
Descubrirme a mi mismo en tu figura
Que poca cosa somos sin ternura
A ti que aún puedes reír, tan solo vengo a pedirte
Un pequeño favor, que me des un minuto
De tu tiempo mejor para darte lo mío
En mi, mejor canción
Yo traigo la verdad en mi palabra
Vengo a decirte de un niño sin abrigo
Vengo a decirte que hay inviernos que nos muerden
De la falta de un amigo
Vengo a contarte que hay luces que nos hieren
Que existen noches sin whiskys ni placeres
Vengo a decirte que esta cerca tu condena
Hoy una madre murió de pena
Déjame cantar tengo vergüenza
De ser humano como tu y en tu presencia
Descubrirme a mi mismo en tu figura
Que poca cosa somos sin ternura
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