martes, abril 14, 2009

AUTOMAESTRIA: Desacralizar el Crecimiento Interior _Escribe: Roberto Cabrera Olea


Aun en la contriciòn de algunos ritos y ceremonias religiosas, seguimos atados a la forma, expresiòn cotidiana de lo sensible, es decir, seguimos ligados al mundo material, anteponiendo a la experiencia de Dios, un concepto, o muchas ideas sobre èl, elaboradas prolijamente, si, pero formas creadas por la mente al fin, para poder poseer como privilegio un trozo de èl - al menos esa es la ilusiòn que solemos manejar.

Y hay que cambiar: Mente vacia, espiritu abierto, reempezar de cero para conectarnos con nuestra esencia comùn y volver a vivenciar quienes somos, "como era en un principio, ahora y siempre... " (Jesùs Hubert)

Queridos amigos.

En nuestra ruta hacia el encuentro de nuestra esencia y de nuestra conexión con la Fuente y la verdad, muchas veces caemos en aferrarnos en formas establecidas casi como recetas que nos garantizan dicho contacto y crecimiento. No digo que nos aporten en ello, pero de alguna forma nos mantienen en la energía del tutelaje y en la sensación de que hay una forma mejor que otra para alcanzar despertar y conciencia. Al mismo tiempo, caemos en creer que si nos saltamos una parte de esa forma o receta, no estamos conectándonos bien o no se cumplirá nuestro objetivo.

Sin duda que estas formas nos sirvieron por muchos años de nuestra historia para encontrar nuestra espiritualidad a veces tan escondida, porque en esos tiempos la vibración de la Tierra y de la conciencia humana no estaba tan alta ni tan cerca del cielo como lo está hoy. Hoy, estos tiempos de maravillosos cambios ya nos han instalado a un estirar la mano de alcanzar nuestra verdad esencial, nuestra espiritualidad, a partir de un crecimiento interior que no necesita ser difícil ni complicado, y no necesariamente tiene que traernos dolor…, ya que eso es parte también de antiguas creencias.

Una de las trampas que se nos ponemos en frente al creer tanto en las formas de los rituales o ceremonias, o las formas de hablar con Dios o con nuestros guías, en definitiva de ligarnos al cielo, es la de sacralizar ese espacio de conexión. Me refiero, a sentir que esos actos de conexión nos vincularán con algo que está lejos de nosotros, y más que eso, que ese algo es mejor que nosotros…, lo sagrado. Y lo sagrado considerado como una experiencia que no se encuentra en lo cotidiano sino sólo en esas formas y concepciones de lo que es divino y humano como partes separadas y que necesitan de un gran trabajo para volver a ser unidos.

Bien, este tiempo en que se apela a la automaestría de cada uno de nosotros para liberarnos del sueño del olvido y reconquistar nuestro empoderamiento, nos abre la puerta a creer en algo mucho más valioso, conocido pero olvidado, cercano y propio, antes que seguir poniendo nuestra conciencia y nuestro amor en circunstancias externas que a larga, paradójicamente, nos debilitan. ¿Por qué? Porque esas recetas o formas nos muestran un camino que no necesariamente es nuestro ya que cada uno es único, realizando un viaje único. De esta manera, cada duda sobre cómo hacer las cosas se resuelve con el caramelo de la guía externa que supuestamente nos garantiza una ruta segura hacia Dios. Oh paradoja, si ya todos sabemos que somos Dios en acción en la Tierra, y que más allá del cliché, somos todo el universo en acción desde la carne, ¿porqué entonces seguimos buscando esa guía externa y la forma establecida y muchas veces añeja, para que nos diga quienes somos y cómo debemos actuar para encontrarnos con nosotros mismos? Nadie, mis queridos, sabe más que tú de ti mismo…, es imposible, ni siquiera los ángeles y los guías. Lo que ellos pueden mostrarnos es lo que nosotros hemos olvidado, pero está en nosotros recordarlo y retomar el poder en nuestras vidas, recordar nuestra maestría.

No reniego de la forma, ni de la disciplina, ni de los rituales…, pero quiero darles su justo lugar. Al final, lo que más vale es tu pasión por la acción en el ritual, y esa pasión de la acción consciente muchas veces se confunde con obediencia y adoración a lo que en ese ritual se está trabajando o invocando.

Desacralizar el crecimiento interior consiste en dejar de ver en este proceso tan natural de reconexión algo que no conocemos, y como dije antes, mejor que nosotros. La humanidad y la divinidad no están separadas, son uno en la conciencia…, pero han estado ilusoriamente separadas en la mente temerosa y desconfiada del humano que cree que es poca cosa o que le falta tanto por trabajar para alcanzar a Dios. Ya eres Dios simplemente por pisar esta Tierra y basta con dejar de ver como tan lejano a Dios, lo divino y lo sagrado para que lo puedas sentir en tus actos cotidianos. Esto se trata de conciencia más que cualquier otra cosa, y esto implica el recuerdo de quienes somos en verdad, y ya basta de mirar en menos nuestra experiencia terrenal, porque en ella encontraremos la plenitud de haber vuelto a tocar nuestro corazón con el amor que somos.

La vida en la Tierra nos invita a disfrutar del sentir…, a sentir placer siempre y por cualquier aparente pequeñez. Ya no culpa, sino responsabilidad; ya no juicio, sino conciencia; ya no dolor, sino amor…

Me encantan las paradojas, porque la vida está llena de ellas, es más, la vida es un paradoja ya que la nueva energía no es ni lineal ni se puede explicar como hemos aprendido a explicarnos las cosas. La nueva energía que sustenta esta nueva conciencia se siente y se vive, se experiencia. Y la paradoja final de estas que tanto me gustan porque me instalan en la incertidumbre que me lanza por un tobogán de sensaciones, consiste en que al desacralizar el crecimiento interior y las experiencias que conocemos para conectarnos con Dios, lograremos traer la pasión de vivir y de conectar con lo divino a cada acto cotidiano de nuestras vidas. Al reconocer que lo divino no está lejos como creíamos y que la energía de amor de la Fuente vibra en nuestro cuerpo siempre -aunque nos sintamos tan solos, malos o indignos-, todo acto tan común como lavarnos los dientes, o ponernos la ropa, nos puede trasladar al sentimiento de nuestro Dios interior. Sólo se trata de autoconciencia, de autoamor y de sabernos maravillosos dioses en un juego, para que la vida se transforme en un PLACER divino.

Deseando que disfrutes siempre de esta vida, que ya es sagrada y divina dentro de lo más pagano.

Con amor.

Yo Soy Roberto.

Santiago de Chile

magomirdin@gmail.com

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