“Aunque ello pueda irritar a quienes actualmente detentan el poder eclesiástico, debemos constatar que la Iglesia‑institución no ha superado la prueba del poder. Se podría haber esperado que la Iglesia hubiera historizado una nueva forma de ejercer el poder conforme a las exigencias evangélicas. Sin embargo, el ejercicio del poder en la Iglesia ha seguido los criterios del poder pagano, que se expresa en términos de dominación, centralización, marginación, triunfalismo y hybris humaia so capa de sagrada”Leonardo Boff en “Iglesia: carisma y poder”, pag.109
Hoy les presentamos uno de sus más recientes escritos sobre el tema. Importantísimo, porque la forma de organización vertical de la Iglesia Católica ha servido de modelo a todas las otras iglesias cristianas, que de una manera u otra, establecen un férreo control sobre sus feligreses, limitando el libre ejercicio de su pensamiento y opinión.
Las estructuras jerárquicas, transpuestas de las monarquías a la Iglesia, es un hecho muy grave, porque condiciona también la visión de un dios-rey por encima del hombre, que impone su voluntad absoluta - y reduce al hombre y a su creación - a la condición de siervos, a quienes solo cabe pedir misericordia, a un dios déspota y prepotente. Un dios muy lejano y contrario a la enseñanza de Jesús de Nazareth que presenta un Dios-Padre, amoroso, generoso y humilde, que es UNO con sus hijos, con quienes comparte su propia naturaleza, grandeza y poder. (Jesús Hubert)
Desde su inicio se estableció una bifurcación: el grueso de los fieles asumió el cristianismo como camino espiritual, en diálogo con la cultura ambiente. Y otro grupo, mucho menor, aceptó asumir, bajo control del Emperador, la conducción moral del Imperio romano en franca decadencia. Copió las estructuras jurídico-políticas imperiales para la organización de la comunidad de fe. Ese grupo, la jerarquía, se estructuró alrededor de la categoría «poder sagrado» (sacra potestas). Fue un camino de altísimo riesgo, porque si hay una cosa que Cristo siempre rechazó fue el poder. Para él, el poder en sus tres expresiones, como aparece en las tentaciones en el desierto –el profético, el religioso y el político–, cuando no es servicio sino dominación pertenece a la esfera de lo diabólico. Sin embargo este fue el camino recorrido por la Iglesia-institución jerárquica bajo la forma de una monarquía absolutista que rechaza hacer partícipes de ese poder a los laicos, la gran mayoría de los fieles. Ella nos llega hasta nuestros días en un contexto de gravísima crisis de confiabilidad.