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El espíritu del Cristo sigue vivo en hombres como Miguel Pajares |
Es más cómodo leer el evangelio y hablar de un Cristo que vivió hace más de dos mil años. Pero si se
trata de un Cristo de hoy, que se juega la vida por intentar desesperadamente conservar
la vida de los que están muriendo, ahora, por ejemplo de Ébola, en la lejana África;
poco o nada decimos o hablamos.
Aquí las cartas del padre Miguel, un condenado a muerte por amor, por
solidaridad. Casualmente es español, pero en realidad, no tiene nacionalidad: es
universal, eterno, como Jesús de Nazareth
(Jesús Hubert)
(*) Esta nota de actualidad.rt es posterior a la publicación del post:
Fallece el misionero español Miguel Pajares enfermo de ébola
Publicado: 12 ago 2014 | 8:37 GMT
Los servicios sanitarios han informado a través de
EFE
sobre el fallecimiento del religioso español repatriado desde Liberia
Miguel Pajares en el hospital Carlos III de Madrid, España.
El
misionero contrajo el virus del Ébola en Liberia, de donde fue evacuado
de emergencia a España para ser tratado del virus. Miguel Pajares parece
haber muerto poco después de recibir el
tratamiento experimental contra el ébola ZMAPP.
Las cartas del ébola del misionero Miguel
Historia de sacrificio y heroicidad de Miguelín, como le llaman los suyos
El misionero español contagiado lucha por sobrevivir en una habitación-burbuja
En exclusiva sus cartas desde el infierno del 'dichoso ébola'
Pedía máscaras y guantes. No llegaron. Las últimas las escribe ya con fiebre
PACO REGO
Actualizado:
10/08/2014 01:12 horas
«Tenemos muchos
problemas. Han fallecido dos personas y 13 se niegan a venir a trabajar,
quieren quedarse en cuarentena. Yo he ido cada día y he saludado a todos, me
meten miedo, la muerte ronda. Se sospecha de algún caso más de ébola. Esperamos
resultados. Es penoso pero hay que estar. Lo comparo a la guerra, aunque esto
es más peligroso. El enemigo en casa. Estamos encomendando a Dios que haga su
parte, todo, y nosotros a sus órdenes».
11 de julio St.
Joseph's Catholic Hospital de Monrovia, Liberia
El grito llegaba
desde el mismo infierno. Era la voz de Miguel Pajares, Miguelín el misionero,
la voz del ébola. Aquel viernes, 10:08, dos horas menos que en España, mientras
tecleaba su desesperación en el dormitorio, el maligno virus ya miraba de cerca
al padre Miguel, siete años como capellán y enfermero en el centro médico
liberiano. Entre rezos y súplicas había despedido, cuatro días antes, el
cadáver de una mujer que había contraído la «peste», como él llama a la
infección. «Ojalá nos escuchen y la ayuda llegue pronto. Esto puede
complicarse. Temo lo peor», confesaba el sacerdote a sus colaboradores en el
hospital. Entonces aún le quedaban fuerzas, las suficientes para aliviar en lo
posible las almas y los cuerpos de aquellos negros desvaídos a los que iba
administrando la extremaunción poco antes de que fallecieran desangrados por
las hemorragias del virus. De cerca, sin marcar distancia con nada ni con
nadie. Fiel a la promesa asumida desde que abrazara la orden de San Juan de
Dios de jugársela -«hasta morir si fuera preciso»- por los más desgraciados. A
través de los escritos que ha ido enviando a familiares y amigos en España
hacemos el retrato del heroico misionero español -el primer paciente con ébola
que llega a territorio español y europeo- que hoy yace en una
habitación-burbuja del hospital Carlos III de Madrid, y la crónica de la
pandemia que llena de muerte el continente africano.
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