Leonardo Boff, con su visión de teólogo de realidades a ras de tierra, confrontadas con lo trascendente, lo sintetiza bien: todo se ha convertido en mercancía, todo se compra y se vende, sin excepción, hasta lo llamado “espiritual”.Cualquier criterio distinto al de mercado, ya no existe para valorar la vida del hombre.
Nos relacionamos entre objetos. Una seria advertencia, que no por casualidad, nos recuerda otra que proviene del evangelio: al final de los tiempos “el corazón de muchos se enfriará”. Preguntémonos, cuánto se ha congelado ya de nuestro corazón (Jesús Hubert)
Leonardo BoffEl mercado siempre ha existido en la historia de la humanidad, pero nunca había existido una sociedad sólo de mercado, es decir, una sociedad que coloca la economía como único eje estructurador de toda la vida social, sometiendo a ella la política y anulando la ética. Todo es vendible, hasta lo sagrado.
No se trata de cualquier tipo de mercado. Es un mercado que se rige por la competición y no por la cooperación. Lo que cuenta es el beneficio económico individual o corporativo y no el bien común de toda una sociedad. Generalmente ese beneficio se consigue a costa de la devastación de la naturaleza y de la gestación perversa de desigualdades sociales. En este sentido la tesis de Thomas Piketty en El capital en el siglo XXI es irrefutable.