Esto era debido a que para quienes sufrieron el 'crack’ de 1929 era claro que el libre mercado había llevado al desastre a la economía mundial, propiciando la especulación financiera y la acumulación de las contradicciones que desataron la Gran Depresión.
De allí que las medidas sistematizadas durante la siguiente década por sir John Maynard Keynes, que propiciaban una decidida intervención del Estado en la economía para expandir la demanda interna y salir de la recesión, tuvieran una gran acogida.
Hobsbawm recordaba, asimismo, que el amplio consenso que acompañó a la emergencia del Wellfare State (Estado de Bienestar) para garantizar el derecho de los ciudadanos a un trabajo digno y al acceso a servicios públicos de calidad, fue una respuesta a la indignación de los cientos de millones de víctimas del desplome del sistema capitalista mundial.
Por eso, cuando al terminar el siglo XX, los neoliberales proclamaban que la mejor política era dejar que el mercado organizara libremente la economía mundial Hobsbawm advertía que su deber como historiador era recordar las lecciones que había dejado la historia vivida.
No he podido menos que recordar al gran historiador inglés al leer la opinión de los editorialistas de The Economist, una de las más influyentes revistas económicas del mundo: “Se trata de una semana negra. Aquellos de nosotros que apoyamos el capitalismo financiero estamos abiertos a la acusación de que el sistema, que tanto hemos defendido, simplemente ha servido para que algunos truhanes se hagan ricos”.
La indignación de los especialistas ante la codicia de los capitalistas financieros solo es superada por la provocada por la política del gobierno para encarar la crisis, que echa la retórica neoliberal oficial al tacho de la basura.
El gobierno de Bush ha implementado una política de salvataje de las instituciones financieras en quiebra que haría palidecer de envidia a Lenin, pues incluye las nacionalizaciones más grandes de la historia de la humanidad.
De esta manera las pérdidas de las grandes corporaciones financieras serán socializadas: finalmente las pagarán los de abajo.
Las ganancias son privadas, las pérdidas, públicas: el comunismo de los ricos.
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