Alberto Granado y Ernesto "Che" Guevara cuando recorrían América
Lo que fue, lo que es y seguirá siendo está en la memoria de los pueblos. Pero hoy queremos comenzar nuestro homenaje, cediéndole la palabra a su amigo entrañable, Alberto Granado, con quien recorrió América antes de ser político y convertirse en el personaje mítico.
Lo hacemos porque queremos que conozcan como se forjó un ejemplo de humanidad, desde sus primeros años. Y podamos comprobar así que un hombre de verdad no se hace en un dia. (Jesús Hubert)
“Tengo 82 años. Nací en Córdoba (Argentina) y desde 1967 vivo en Cuba. Soy bioquímico y farmacéutico. En 1952, Ernesto Guevara y yo viajamos en moto por Latinoamérica. Tengo tres hijos y cinco nietos. Lucho por un mundo mejor. Soy ateo. He asesorado Diarios de motocicleta, película sobre nuestra aventura que se estrena mañana ” Alberto Granado (4/11/2004)
-Recuerda el primer día que vio usted a Ernesto ché Guevara?
-¡Sí! Me lo presentó mi hermano menor. Eran compañeros de clase. Ernesto tenía 14 años. Yo tenía ya 20 años y entrenaba un equipo de rugby. Y Ernesto quería jugar...
-¿Le vio usted aptitudes para el rugby?
-No. No las tenía. Además, Ernesto era asmático... Pero yo tenía mucha fe en el deporte como terapia, y le entrené.
-¿Y qué tal?
-Ernesto era muy tenaz, muy cabezota. Era de los que discuten cosas a los profesores. Nos hicimos muy amigos. Al ser yo mayor, le adopté: me convertí en su protector. Hasta le enseñaba a bailar... Nunca lo hizo bien.
-¿Les unió el rugby y el baile?
-Ernesto era un buscador: leía mucho, tenía una enorme sensibilidad, y nos unieron las lecturas, nuestras inquietudes y sueños...
-¿Qué sueños?
-Los dos teníamos alma gitana: queríamos conocer el mundo, queríamos viajar hasta que la vida dijera basta, vivir viajando...
-¿Por dónde querían viajar?
-Por todo el mundo. Pero empezaríamos por Latinoamérica: aun siendo argentinos, ¡sabíamos más de Europa que de nuestro propio continente! Y quisimos palpar América.
-¿A qué se dedicaban por entonces?
-Yo me había licenciado como bioquímico y farmacéutico, y Ernesto estudiaba Medicina. Queríamos también visitar leproserías de Latinoamérica, para ayudar.
-Pero ¿con qué medios contaban para hacer ese gran viaje?
-Con una moto Norton 500 del año 39 que le compré a una enfermera por 800 dólares. Y, como no teníamos ahorros, decidimos que trabajaríamos por el camino.
-¿En qué?
-Hicimos de todo: lavaplatos, transportistas, braceros, pinches de cocina...
-¿Cuándo partieron?
-En 1952. Yo tenía 29 años y Ernesto 23. Su madre me culpó a mí de arrastrar a su hijo. Y los míos, a él... Me encomendaron que lo cuidara... Y su padre nos dio una pistola...
-¿La usaron alguna vez?
-Una vez nos sentimos amenazados por unos bandidos, y disparamos contra unos patos, por amedrentar. Nos dejaron en paz.
-¿Dejaban ustedes novias atrás?
-Sí, los dos. Mi moto se convirtió en mi novia. ¡Cómo amaba yo a esa moto!
-¿No tuvieron otras novias por el camino?
-De todo hubo... Ernesto era agudo, irónico, sardónico, resultaba muy atractivo a las mujeres... Y eso nos dio algún susto...
-¿Susto?
-Estábamos en un baile nocturno en un pueblo de Chile, y una mujer se le insinuó...
-¿Guapa?
-Muy sensual. Habíamos bebido, Ernesto entró al trapo... y tuvimos que salir corriendo: ¡era la mujer del gobernador! Quisieron pegarnos! Allí pudo acabar el viaje...
-¿Quién pilotaba la moto?
-Yo, y Ernesto iba detrás. Pero también manejaba él a veces, ¡le encantaba!
-¿Qué ruta seguían?
-Por carreteras y pistas de tierra rodamos hacia el sur, luego hacia el oeste y entramos en Chile, cruzando los Andes... Afrontamos tempestades de nieve, pero pasamos...
-¿Y qué momentos fueron más peligrosos?
-El peor fue en una carretera peruana: se rompió el eje del camión en el que íbamos y quedó la mitad oscilando sobre un precipicio de mil metros... Ahí sí vimos la muerte.
-¿Iban en un camión? ¿Y la moto?
-Se había roto en Chile. Lloré al despedirme de ella... Luego fuimos de polizones en un barco, de Valparaíso a Antofagasta, para visitar allí unas enormes minas de cobre...
-¿Por qué?
-Por conocer cómo vivían los mineros.
Nos indignamos mucho al ver el trato inhumano y explotador que recibían. Ernesto increpó a uno de los capataces y, furioso, arrojó una piedra contra uno de los camiones...
-¿Nació en ese viaje su conciencia política?
-Yo presencié cómo Ernesto crecía durante el viaje: al principio lideraba yo, pero desde la mitad del viaje, el líder era él.
-¿Qué fue lo que más marcó al futuro Ché?
-Además de las minas, una anciana agonizante en Valparaíso, una obrera: él la atendió, la consoló... Y dos mineros en paro, despojados: Ernesto les dio una de nuestras dos mantas, y él y yo compartíamos la otra...
-Palparon ustedes la pobreza...
-Palpamos las injusticias, los abusos y explotaciones, la miseria en que los gobiernos tenían a sus pueblos. En Lima nos acogió el doctor Pesce, que nos dio a leer al poeta Vallejo, a Gramsci... Eso nos influyó. Después descendimos por el Amazonas en una balsa...
-¡Qué gran aventura!
-En Iquitos nos demoramos ayudando en una leprosería. El último día, cuando todos acudían a despedirnos entre lágrimas, miré a Ernesto ¡y lo vi!: el médico de cuerpos se había convertido en doctor de pueblos...
-Guevara sería luego un icono del siglo XX.
-Eso nos disgustaba a los dos: que su rostro fuera idolatrado... ¡Pero así son las cosas!
-¿Cómo acabó aquel viaje?
-Fuimos a Colombia y Venezuela... Allí, nueve meses, y 8.000 kilómetros después, nos separamos: él voló a Argentina para examinarse de Medicina. Pero aquel gran sueño nos había cambiado ya para siempre. Años después nos encontramos en Cuba, donde he fundado muchos hospitales y donde moriré.
-Cuando mataron al Ché, ¿qué sintió?
-Que me arrancaban la vida. Que ya no podría seguir viviendo. Pero aquí estoy...
-Si hoy viviera, ¿qué haría el Ché?
-Estaría luchando por mejorar el mundo.
Puede descargar gratuitamente “Diario de Motocicleta” de Ernesto Gurevara a través de la siguiente página: http://www.bibliotheka.org/?/ver/28351