martes, septiembre 20, 2011
Por una espiritualidad sin fechas límite, ni apocalipsis
¿El desarrollo espiritual puede depender de fechas apocalípticas, por muy revestidas que se presenten de saltos evolutivos o ascensiones?. Pensamos que no.
La muerte como transición obligada, para todos, es indesligable de nuestra existencia. Y esta no tiene fechas determinadas. Desde esta constatación resulta una perversión para el espíritu el “chantaje” de poner límites artificiales a la vida: “Cambia, porque ya viene el final”.
Al impulso del miedo lo único que puede funcionar es un hipócrita golpearse de pecho, mecánico, vacío y egoísta. Nada más alejado del amor.
Pienso que mucho de estos “ukases” pseudos-espirituales provienen de la religiosidad tradicional que asocia la buena conciencia con el castigo y el premio. Poco, muy poco con la convicción.
En ese sentido vale la pena recordar la advertencia del Maestro Jesús: “El que quiera salvar su vida, la perderá…el que la pierda por mi causa, la salvará”.
¿Y cuál es la causa de Jesús?
“Nadie puede amar a Dios que no ve, si no ama a su hermano que ve”.
Reflexionemos en ello, en estos días de cometas, fines de calendarios y profecías para no dormir. (Jesús Hubert)
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