domingo, junio 29, 2014

¿Hacia dónde vamos en el Perú?_ Escribe Claudia Cisneros, Diario La República




Bolivia lidera el crecimiento de América Latina...¿por qué?
En nuestra vida personal, como en la vida de los pueblos, lo material no es el aspecto más importante y fundamental.

De manera clara y valiente, la periodista Claudia Cisneros, pone las puntos sobre las ies acerca de las políticas de estado en el Perú de hoy.

No debemos dejar de leerla, para reconocer dónde deben estar las prioridades para construir la sociedad que queremos. Y de yapa, valiosísimo, tampoco dejen de ver "La Espera", el documental sobre el Baguazo, al que hace alusión la periodista Cisneros. Lo reproducimos al final del artículo(Jesús Hubert).

Del Baguazo al Paquetazo: Síntomas de un desarrollo fallido

La supervivencia de nuestros hijos, la vivencia cultural, nuestra identidad como pueblo permanece en esa tierra... Y esa tierra es la que hay que desarrollar. Llegar a acuerdos con el gobierno sin pelear. Nosotros buscamos el desarrollo, no que nos impongan. Si hay que morir (defendiéndola), moriremos. El dinero se acaba pero la tierra sigue. El petróleo se acaba pero la tierra sigue.

Así explica el Apu Santiago Manuin en el documental La Espera sobre la masacre del Baguazo,su relación existencial con la tierra y la falta de entendimiento con otros estamentos de la sociedad.

En el fondo de la tragedia, más allá de los crímenes materiales, está una voluntario y perverso desprecio del poderoso hacia el diferente, junto con un obsceno abuso de su debilidad política y representación social en los fueros del poder. Cuando un gobierno se torna tirano, ha trastocado prioridades respondiendo a otros intereses, en este caso económicos, antes que a la vida. No es casualidad que en el discurso ante las FFAA a pocos días del Baguazo, Alan García preguntara de forma retórica: ¿qué es lo más importante para un país? solo para responderse a si mismo y a quienes (se) rinde cuenta: el desarrollo. No dijo la gente, no dijo la vida de la gente o la vida buena de la gente, sino el desarrollo, así, en abstracto, por no decir en numérico.

Y ese concepto de desarrollo es la muy peligrosa idea que se viene inoculando en todo ámbito y capas sociales. La que nos vende Castilla y su ahora subordinado presidente; con la que nos bombardean los medios, la propaganda, los analistas del sistema. Como si el espanto de los 80s con sus carencias, caos social y político, derrumbe económico y moral de la nación justificara el atropello que acometen en nombre de las buenas cifras macroeconómicas; como si debiésemos permitirles asustarnos con los decimales de la desaceleración, del crecimiento, porque es lo bueno, es lo estable, es lo deseable.

Como si eso fuese todo lo bueno, deseable y estable que importa, o si quiera lo que más importa. Y estoy segura que nadie quiere volver a vivir miserias como nos las hicieron vivir el APRA y el terrorismo. Pero algo mucho está fallando si en esta sociedad, hoy aletargada por la bonanza, no distinguimos la relatividad y limitaciones de la economía y somos capaces de asumirla como por encima de la paz social.

Algo muy malo está pasando- y a punto de no tener vuelta atrás -en este gobierno, si bajo la coartada de la desaceleración se mete de contrabando, no solo una serie de decretos que lesionarán el medioambiente, sino que arremeten directamente contra una institución de fiscalización y equilibrio que de manera indirecta y a veces directa, evita conflictos sociales, devuelve confianza del ciudadano al Estado- antes siempre parcializado con las empresas- y sobre todo, devuelve esperanza en que un gobierno funciona para servir a la gente, para servir en el sentido de ser útil, como en el sentido de trabajar por ellos y para ellos. Porque el ciudadano debe ser la prioridad de un Estado, de hecho para eso nació, para ordenarlo y procurar su vida buena. Aunque los políticos hayan pervertido ese origen tantas veces y durante tanto tiempo que ya casi suena ingenuo, vacío, absurdo decirlo.

La vida y la historia se encargarán de juzgar a un hombre que fue bueno, como Manuel Pulgar Vidal, que fue consecuente, que siempre estuvo del lado de los sin voz pero que erotizado por el poder ha olvidado su nombre y apellido, y ha convertido sus otroras principios en fines. De Castilla solo se puede decir que siempre fue como un lobo agazapado, mostrando cada vez con más lujuria y poder sus colmillos bañados en oro. Y de Ollanta, la incógnita de si está asustado y secuestrado por los fundamentalistas de la cifras (mascarón de proa de los empresarios que desprecian todo lo que no sea lo suyo), o de si como la mayoría de los encumbrados en el poder, lo terminan usando, principalmente, para resolver sus urgencias biográficas.
http://www.larepublica.pe/columnistas/de-centro-radical/del-baguazo-al-paquetazo-sintomas-de-un-desarrollo-fallido-29-06-2014
"La Espera" - Historias del Baguazo 

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