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MANEJAR EUROPA CON LA BANCA:
"¡Cómo no se me ocurrió antes!" |
El mundo ha ingresado a una nueva etapa. Lo que se presentaba como una embestida reaccionaria de la derecha europea para “rescatar” a la
banca, hundiendo la economía de sus pueblos y parecía posible de revertir en
las urnas, después de la tragedia griega (sin metáforas), es ya casi una ilusión.
No
están lejos de la verdad, quienes califican a las medidas impuestas por la Unión
(¡que ironía!) Europea, como un golpe de estado financiero. El estrangulamiento bancario y financiero tiene más poder que los tanques, los
aviones y las bombas. Allí están el partido Syriza y el pueblo griego para
confirmarlo.
La democracia ha muerto en Europa, las botas de los
banqueros la aplastaron, en su propia cuna.
Y… ¡ojo!..., amigos, el fascismo financiero tiene un mecanismo de dominio
perverso, no solo contra los estados, sino especialmente contra el pueblo de a
pie: el crédito. No lo olvidemos. (Jesús
Hubert)
¿Por qué Tsipras ha aceptado las salvajes condiciones de la
troika?
“Cuando la única alternativa supone plegarte a las
exigencias de una élite avasalladora, […] lo cierto es que la salida del euro
debe considerarse como un mal menor”, sostiene el autor
Eduardo Garzón
Tras más de cinco meses de duras negociaciones se ha firmado
finalmente un acuerdo entre el gobierno griego y la antigua troika (Comisión
Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional). A decir
verdad, el término “acuerdo” no es el más indicado para referirse a lo que en
toda regla es un conjunto de imposiciones de política económica que el propio
gobierno griego reconoce que son contraproducentes para su economía. Y es que
la postura del equipo de Syriza siempre ha sido clara: aunque son conscientes
de que las medidas de austeridad propugnadas por la Troika son perjudiciales
para el crecimiento económico y para las clases populares, la única posibilidad
de recibir asistencia financiera en el marco del euro es haciendo determinadas
concesiones. Sin embargo, lo que sorprende profundamente del acuerdo recién
firmado es que presenta condiciones mucho más negativas para el pueblo griego
que las que presentaban borradores de acuerdos anteriores que no fueron
firmados. Entonces, ¿qué ha pasado aquí?
Para poder entenderlo es imprescindible atender a las
declaraciones de los gobernantes griegos tras la firma del acuerdo. Según el
primer ministro, Alexis Tsipras, “durante la reunión del Eurogrupo el gobierno
heleno ha recibido serias amenazas y chantajes que de materializarse tendrían
graves consecuencias para el pueblo griego, ya que existe un plan perfectamente
detallado (que ya estaba siendo aplicado) para lograr un aislamiento completo del
país a partir del miércoles a todos los niveles, incluyendo el colapso de los
bancos y la falta de provisiones de todo tipo. Por lo tanto, con el fin de
sobrevivir y no sucumbir al Grexit, el gobierno se ha visto obligado a aceptar
compromisos muy duros, aunque también algunas victorias”.
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Las victorias a las que se refiere Tsipras son, ciertamente,
muy pocas y poco relevantes: 1) alivio de la deuda pública (sin detallar y
condicionado a la aplicación de otras medidas), 2) fijación en Atenas y bajo
control griego (y no en Luxemburgo bajo control de la Unión Europea) de un
fondo independiente destinado a privatizar los activos públicos de Grecia, y 3)
no alteración de algunas leyes como las que afectan a los nuevos empleados del
sector público.
Victorias que resultan claramente irrisorias si se comparan
con las concesiones que han tenido que firmar, entre las cuales destacan: 1)
Transferencia de activos públicos griegos a un fondo para que se vendan al
mejor postor (una cuarta parte de lo recaudado irá a los bolsillos de la
troika), 2) aumento del IVA, 3) recortes en las pensiones, 4) mayor
liberalización del mercado de bienes y productos, 5) privatización del sector
eléctrico, y 6) mayor limitación en la negociación colectiva.
Syriza no ha resistido el pulso
Además, el gobierno griego se ha comprometido a retirar
algunas medidas que aprobó en febrero (salvo las de carácter humanitario), así
como a presentar un borrador a la troika de cualquier medida que quiera aprobar
en un futuro.
Otro argumento de Tsipras es que, puestos a aplicar este
tipo de medidas, es mejor que lo haga un gobierno como Syriza a que lo hagan
gobiernos como los del PASOK o de Nueva Democracia ya que estos concentraron
las costes sobre las clases populares mientras protegían a los más acaudalados.
Por otro lado, el primer ministro asegura que el impacto recesivo de las
medidas de austeridad podrá ser compensado por otros factores positivos como la
entrada al país de nuevas inversiones gracias a que no sufrirán el aislamiento
financiero. Por último, Tsipras recuerda que su gobierno ha luchado mucho para
obtener las mejores condiciones posibles, y que su lucha democrática servirá de
ejemplo al resto del pueblo europeo.
Es decir, lo que ha ocurrido, simple y llanamente, es que el
gobierno de Syriza no ha resistido más el pulso que le estaba echando a la
Unión Europea. Ha preferido claudicar y aceptar las imposiciones de la troika
(incluso aunque fuesen más duras que las de borradores anteriores) antes que
arriesgarse a una salida del euro. La amenaza de la expulsión de la Eurozona ha
convertido en polvo el referéndum que supuestamente iba a dar mayor poder de
negociación al gobierno heleno. Sin conocer la existencia de este plan
“perfectamente detallado” de aislamiento a Grecia no se puede entender que el
acuerdo firmado sea peor que el que precisamente rechazó por mayoría el pueblo
griego. La viceministra de Trabajo y Seguridad Social, Rania Antonopoulos,
también ha sido muy tajante: “La única opción para nuestro gobierno es evitar
un colapso económico y el aislamiento geopolítico. Un Estado fallido no es una
opción”.
Es evidente que la congelación del flujo de liquidez que
estableció el Banco Central Europeo justo después de la convocatoria de
referéndum y que obligó a imponer el control de capitales fue el punto de
inflexión en las negociaciones. En ese momento el gobierno heleno comprobó que
las amenazas de la troika no eran simples movimientos estratégicos con los
cuales ganar poder de negociación, sino que la troika estaba plenamente dispuesta
a ejecutarlas si era necesario. Llegados a ese punto, el hecho de que ya se
hubiese convocado un referéndum para conocer si la población quería o no
políticas de austeridad poco le iba a importar al equipo de Syriza, porque el
miedo ya los había invadido.
Salir del euro no es el fin del mundo
Lo cierto es que Syriza siempre estuvo en contra de salir
del euro, y de ahí que algunos encuentren motivos para defender su actuación:
frente a la alternativa de ser expulsado del euro o aplicar austeridad dentro
de él, Syriza ha elegido la segunda opción. Ahora bien, lo que es tremendamente
difícil de defender (por no decir imposible) es que el gobierno haya firmado un
acuerdo que es bastante más nocivo para la ciudadanía griega que el acuerdo que
esa misma ciudadanía rechazó mayoritariamente en referéndum. Ello supone un
completo desprecio de la voluntad del pueblo, y eso es lo que es absolutamente
deplorable. El gobierno griego ha antepuesto sus miedos a la opinión de la
gente, y ha convertido la consulta popular en papel mojado.
Si nunca hubiese habido una consulta popular y el gobierno
griego hubiese aceptado alguno de los acuerdos anteriores, sería más difícil
criticar su actuación. Pero el hecho de que el pueblo griego se haya
posicionado en contra de las políticas de austeridad debería haber obligado al
gobierno a mantener su posición frente a la troika, independientemente de que
el país hubiese sido expulsado del euro por ello. Al fin y al cabo la población
ha sido valiente y ha mostrado estar dispuesta a rebelarse frente a los
recortes a pesar del probable escenario de salida del euro. Los argumentos de
Tsipras de que se quiere evitar un aislamiento financiero y geopolítico pierden
toda validez cuando uno mira alrededor y comprueba que ese aislamiento ya
existe: los inversores financieros internacionales llevan años sin comprar
deuda pública y sin invertir en el país, la fuga de capitales lleva
produciéndose más de un año y ha secado los bancos griegos, las empresas y
familias griegas no pueden comprar productos del extranjero y tienen limitadas
las retiradas de sus depósitos, etc. ¡Y todo ello ha ocurrido dentro del euro!
Defender la permanencia en el euro para evitar el aislamiento financiero suena
a broma.
Además, recordemos que la salida del euro no es el fin del
mundo. Es cierto que cambiar súbitamente y de forma caótica a una moneda de
menor valor tiene un coste económico y social elevadísimo a corto plazo para la
economía afectada, pero también son ciertas dos apreciaciones: 1) el coste
económico y social ya existe dentro del euro desde hace años y se intensificará
debido al nuevo acuerdo, y 2) a medio y largo plazo salir del euro puede ser
muy beneficioso para la población (si las cosas se hacen bien). Además, una
salida de Grecia de la Eurozona tiene importantes costes también para el resto de
economías de la zona monetaria, e incluso para otras economías vecinas y que no
poseen el euro. Ello es un elemento que todavía podría haberle dado mayor poder
de negociación al gobierno griego, además de que si vas a ser derrotado al
menos intenta que tu contrincante no se vaya sin despeinarse, como ha ocurrido
con el acuerdo firmado ya que no supone ningún coste para la élite europea.
Sí, salir del euro supone entrar en un terreno pantanoso,
repleto de incertidumbres y de miedos, en el que nadie querría adentrarse si
tuviese otra alternativa mejor. Pero cuando la única alternativa supone
plegarte a las exigencias de una élite avasalladora, traicionar el voto de tu
pueblo y seguir provocándole más dolor, lo cierto es que la salida del euro
debe considerarse como un mal menor.
Ahora bien, que nadie piense que el drama griego ha acabado.
Ya han sido convocadas importantes manifestaciones y huelgas en contra del
acuerdo firmado con la troika, y en el interior de Syriza la oposición es tan
grande que ya ha dimitido uno de sus diputados, siendo previsible que no sea el
único en los próximos días. Los posibles escenarios que se manejan hablan de un
nuevo gobierno de “unidad nacional” conformado por el ala más moderada de
Syriza y diputados del PASOK y Nueva Democracia, o incluso de nuevas elecciones
generales. Permanezcan atentos porque esto no ha acabado.
http://www.lamarea.com/2015/07/14/por-que-tsipras-ha-aceptado-las-salvajes-condiciones-de-la-troika/
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