lunes, junio 25, 2007
Una prédica silenciosa...
La ciencia-ficción nos presenta, de mil formas, la posibilidad sorprendente del encuentro con seres extraterrestres, con seres de “otros mundos”.
Sin embargo, basta hacer una cola cualquiera, o voltear la mirada a la empleada de la casa, para despertar a la conciencia de que no todos somos terricolas, hijos del mismo planeta, en la valoración de cada uno. Descubrimos así, que tenemos categorías, escalones, hacia arriba o hacia abajo, para ubicar a las personas con las que nos relacionamos, o en muchos casos, ignoramos….
Formalmente, la mayoría suponemos terminadas las discriminaciones y abrimos los ojos como platos, si nos hablan de políticas y costumbres racistas o segregacionistas en el mundo, pero no nos damos cuenta del trato diferente que damos a las personas de acuerdo a su estatus económico.
“Tanto tienes, tanto vales”, sigue siendo la regla de oro en nuestra diario vivir. Olvidando, que el aire que respiramos y el sol que nos alumbra, no segrega, ni escoge.
Abramos pués nuestros sentidos y nuestra conciencia, a la prédica cósmica, repetida en nosotros con cada inspiración y nuevo amanecer, despertemos a la palabra viva del Creador – sin reglas, ni castigos - aliniémonos con su vivificante mensaje y ejemplo de amor.
Sin embargo, basta hacer una cola cualquiera, o voltear la mirada a la empleada de la casa, para despertar a la conciencia de que no todos somos terricolas, hijos del mismo planeta, en la valoración de cada uno. Descubrimos así, que tenemos categorías, escalones, hacia arriba o hacia abajo, para ubicar a las personas con las que nos relacionamos, o en muchos casos, ignoramos….
Formalmente, la mayoría suponemos terminadas las discriminaciones y abrimos los ojos como platos, si nos hablan de políticas y costumbres racistas o segregacionistas en el mundo, pero no nos damos cuenta del trato diferente que damos a las personas de acuerdo a su estatus económico.
“Tanto tienes, tanto vales”, sigue siendo la regla de oro en nuestra diario vivir. Olvidando, que el aire que respiramos y el sol que nos alumbra, no segrega, ni escoge.
Abramos pués nuestros sentidos y nuestra conciencia, a la prédica cósmica, repetida en nosotros con cada inspiración y nuevo amanecer, despertemos a la palabra viva del Creador – sin reglas, ni castigos - aliniémonos con su vivificante mensaje y ejemplo de amor.
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