Llega el 28 de Julio y las Fiestas Patrias. Y para que no pasen como un formal “saludo a la bandera”, creemos necesario volver nuestros ojos sobre aquellos que han fraguado con su vida
Dos de ellos, destacan nítidamente.
Uno, es Tupac Amaru II, quien pagó con un sacrificio muy alto y cruel, la aspiración libertaria e integradora del Perú indio, mestizo y criollo,
y el otro, no menos grande,
porque hizo carne, literalmente hasta la muerte,
el drama social-cultural…¿ y racial ?...del Perú,
Profesor de aula, intelectual, escritor, lingüista, pero, por sobre todo, peruano visceral, José María Argüedas no fue un testigo “externo” del desgarramiento del Perú, fracturado como Tupac Amaru por el colonialismo, en este caso mental y corrosivo, suerte de “kryptonita” debilitadora de nuestra esencia ancestral.
Porque ha sido gracias a su convicción peruanista,
De no haber existido la obra de José Maria Argüedas, es posible que
la modernidad y el “achoramiento”
- forzado por la necesidad de conquistar las ciudades del antiguo comunero y peón andino - habría desdibujado y borrado algunos de los rasgos esenciales de nuestra cultura andina.
Habríamos, quizá, perdido el alma …en el camino.
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