Al día siguiente, en todas las primeras planas, en todos los
noticieros de la televisión se suceden las imágenes de las damas y se da gran
publicidad al operativo de las fuerzas conjuntas del ejército y de la
policía. El congresista Fredy Otárola dirá
que “el operativo fue impecable”. ¡¿Impecable?! Una niña muerta, niños
secuestrados y varias mujeres acusadas falsamente de terroristas –que después
serán liberadas- y todo el trauma
causado a los niños y a los pobladores, ¿no significa nada? ¿Es que, como titula
un cuento de Julio Ramón Ribeyro, “La piel de un indio no cuesta caro”?
Y la perla: el ilustrísimo señor Cardenal Juan Luis Cipriani, minimizando la muerte de la niña y mostrando
su verdadera cara y posición en este
mundo terrenal, dice: “Las intervenciones militares contra el terrorismo no
pueden ser con guante y mandil y (pidiendo)
permiso para entrar”. Para un cardenal que combate el aborto en todas las
circunstancias, a todo pulmón en cada homilía,
¿esta vida no le significa nada? ¿Qué vidas le parecen valiosas? ¿No lo
fueron las de decenas que se perdieron en el cuartel de Los Cabitos cuando
estaba de obispo en Ayacucho y cuyos cadáveres se están desenterrando hasta
ahora? Seguro que este obispo asume también que se justifica la muerte de diez
individuos si en el grupo hay tres o algún terrorista.
Nadie pretenda enlodar a nuestras heroicas fuerzas armadas
que luchan día a día por defender la democracia. Que no la enloden los malos
efectivos. Ya no estamos en el régimen del dictador A. Fujimori, que cumple
condena por corrupto y asesino. La democracia debe mostrarse limpia y llegar a
todos los rincones de nuestra patria. Ha habido un mal operativo. Luego se ha
agraviado a niños y pobladores, se ha mentido en las altas esferas. No se puede
mezclar las cosas. Es necesario dar respuesta rápida con la verdad y pedir
perdón al ofendido. La confianza en la democracia está en juego.
Algunos congresistas pretender salvar su imagen pidiendo
investigación de los hechos. Por cierto, comenzará, ¿y cuando terminará? Tenemos la experiencia que las fuerzas
armadas no envían nombres de los jefes involucrados en acciones por investigar,
no dan informes, y se dilatará la investigación y al final la democracia
seguirá herida, lamentablemente, como se dice.
Ya han pasado varios días, se ha empleado mucho tiempo en el
congreso; se dan argumentos de toda especie. Sin embargo, ahí están los hechos.
Está en prueba la confianza de los millones de peruanos en la democracia, en la
que creemos y por la que tenemos que levantar la cara y debemos defender. Es la
única manera de derrotar a todo terrorismo: lograr que todos los peruanos
confíen en la democracia. Que en cada rincón del país se entienda que no hay
peruanos de primera, de segunda, tercera y cuarta categoría.
Al final, ¿qué va quedar?
La convicción de que todo sigue igual en el país. Las poblaciones
del interior indefensas, sin atención de su gobierno. Sin esperanzas. Raúl Mayo Filio, en El Comercio, domingo 16
de setiembre del 2012, informa: “Ranrapata, el aislado centro poblado de Junín
(…) es uno más sumido en la extrema pobreza (…). Donde los niños viven sin
alimentos, abrigo ni la mínima atención de salud. (…) la única fuente de agua
de la comunidad es un manantial que los pobladores comparten con las bestias de
carga y los animales domésticos. No hay saneamiento básico, tampoco electricidad;
menos una carretera. La penosa realidad está plasmada en los rostros de los
niños llenos de llagas por infecciones cutáneas, con ojos enrojecidos por la
conjuntivitis, pelo rojizo producto de la desnutrición. En estas condiciones,
un pueblo es presa fácil para el engaño.” Con seguridad, el Cardenal jamás irá
a llevarles consuelo alguno. Y dirá: “La criatura está muerta. Recemos y
busquemos la mejor manera de actuar.” Le decimos: ya estamos cansados de rezar,
lo estamos haciendo desde hace siglos, y cierto, mejor busquemos qué hacer,
comenzando por llevar auxilio y justicia a esa poblaciones, con el ejemplo.
La lucha contra los terroristas debe comenzar por atender
las necesidades primarias de estos pueblos olvidados. Los olvidados de siempre
deben sentir la presencia del gobierno en realizaciones concretas y no en
promesas que no se cumplirán. Deben sentir la sinceridad de quienes dicen
respetar sus derechos y ser considerados ciudadanos como los que viven en
Miraflores o en La Planicie.
No creo en “investigaciones”. La verdad se ocultará entre
los folios de los juzgados. Ya en el comunicado oficial del 25-2012-CCFFAA se
decía en el ítem 3: “El operativo se desarrolló con presencia de personal del
Ministerio Público que elaboró el acta correspondiente, haciéndose cargo del
caso (…).” Sin embargo, el Fiscal de la Nación, José Peláez, reveló que el
Ministerio Público desconocía la realización del denominado “Operativo Mantaro”
y que “la fiscal Elaina Aguilar Solórzano recién tomó conocimiento del hecho, el
pasado 09 de setiembre, cuando se encontraba en la base militar de Pichari”
(información publicada en La Primera, sábado 15 de setiembre de 2012).
Entonces, ¿en qué investigaciones vamos a confiar con todos los antecedentes
que conocemos?
Es triste reconocer que parece que las cosas seguirán igual
como siempre.
¿Qué piensan ustedes, queridos amigos? Quisiera conocer sus
opiniones. Y si les parece pueden reenviar CAMBALACHE a sus amigos.
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