En los años 60 y 70,
coincidiendo con el proceso de radicalización de los movimientos
populares en América Latina, inspirados por la Revolución Cubana,
surgieron los “investigadores sociales” y sus centros ad hoc.
Desde
entonces, quizas nuestra realidad económica y social sea la más estudiada del mundo, pero
el fruto de ello solo ha influido marginalmente en la masificación de la conciencia
acerca de la urgencia de un cambio profundo, en todo orden de cosas, en el continente. Convirtiéndose estos centros de investigación social en
pequeños cenáculos, suerte de monjes medioevales preservando, ya no el viejo
conocimiento, sino las investigaciones y análisis archi-fragmentados de nuestra
realidad.
Lamentablemente la cantidad, no ha significado proyección e influencia decisiva de estos estudios sociales en la vida política de nuestros paises.
Porque el compromiso que conlleva integrar todos esos estudios en una visión de
conjunto tendría consecuencias políticas inevitables. Y aun nadie se ha atrevido a hacerlo con capacidad, visión, valor y fidelidad a la causa popular. Por ello, diremos parafraseando a Marx que los investigadores sociales "han tratado de estudiar nuestras sociedades de mil
maneras, y lo que se trata es de transformarlas”.
¿Qué dirán sobre ello los investigadores sociales reunidos en la asamblea de
CLACSO que se inaugura en México?. Aquí un adelanto en la voz de su Secretario Ejecutivo,
Emir Sader, que publica hoy el diario Pagina 12 (Argentina) y que reproducimos
para ustedes (Jesús Hubert)
EL MUNDO › ENTREVISTA A EMIR SADER SOBRE LA INVESTIGACION EN AMERICA
LATINA
“Hoy la intelectualidad no es contemporánea de lo que
vivimos”
Mañana empezará a sesionar en México la Conferencia
Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales que organizan Clacso y la
Unesco. Emir Sader, secretario ejecutivo de Clacso, cuenta su visión de las
ciencias sociales en el continente.
Secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias
Sociales, filósofo, sociólogo e investigador, el brasileño Emir Sader se
despedirá del cargo en medio de una conferencia continental que reunirá en
México a 300 representantes institucionales de centros de investigación, 400
panelistas y 15 conferencistas magistrales, entre ellos Eduardo Galeano y Pablo
González Casanova.
Por Martín Granovsky
–¿Las ciencias sociales están por delante de la política o
por atrás de ella?
–El pensamiento social latinoamericano tuvo a lo largo de
muchas décadas un papel de vanguardia. Fue el gran analista de lo que pasaba,
un pionero de la reflexión sobre la realidad y una fuente de pensamiento sobre
los problemas y las expectativas del futuro. Sin embargo, en este nuevo período
la intelectualidad no está siendo contemporánea de lo que se está viviendo. De
los dilemas que está experimentando el continente. Pasa en la Argentina, Brasil
y México. Son claramente procesos progresistas los que tienen lugar en la
mayoría de América del Sur. Pero se enfrentan a problemas no tematizados.
–¿Tan poco?
–Estoy llamando la atención sobre un problema pero no quiero
ser absoluto. Basta entrar en
www.biblioteca.clacso.edu.ar para comprobar que hay trabajos
importantes. Tomemos el caso del equilibro macroambiental y el desarrollo
económico. Tomemos la relación entre movimientos sociales, ecológicos e
indígenas. No es un tema que esté siendo enfocado con la suficiente
profundidad. Sí tenemos un grupo de trabajo, pero es uno entre tantos. No hay
una gran solución teórica sobre los tipos de desarrollo en debate ni sobre las
tensiones entre el preservacionismo y el desarrollo.
–¿Qué otro tema de la agenda pública sería bueno que tuviese
más atención académica?
–Por ejemplo el tipo de Estado que debe corresponder a un
nuevo ciclo histórico existente. Heredamos un Estado que no está hecho para el
cambio. Algunos países tomaron la cuestión: Ecuador y Bolivia. Otro tema es el
de la cultura y los valores. Somos víctimas del modo de vida norteamericano
como única forma visible de sociabilidad. ¿Cuáles son los valores que
corresponden a un nuevo tipo de desarrollo volcado a las necesidades de la
gente? No es un asunto sólo ideológico. Los intelectuales ayudan a buscar
fundamentaciones, ramificaciones, análisis desde perspectivas nuevas. El tercer
tema que puedo citar es el tipo de integración sudamericana, sobre todo ahora
que ingresó al Mercosur Venezuela y probablemente lo hagan después Bolivia y
Ecuador.
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–En las redes sociales (http://bit.ly/LmjElH) sigue circulando el discurso de Pepe Mujica,
el presidente uruguayo, sobre los patrones de consumo y la felicidad deseable
en este mundo, que pronunció en junio en la conferencia ambiental de Río + 20.
–Lo tengo presente y es una muestra de la discusión sobre
las relaciones entre la gente y sobre los ideales. Hubo ideales destruidos por
la ideología mercantil. Hay un enorme proceso de democratización económica y
social. Pero a los medios, por ejemplo, ese proceso llega con dificultades.
Cuando llega. Y si llega.
–¿Qué responsabilidad específica tiene Clacso?
–Clacso tiene una red de 340 centros. Cuando empezamos este
mandato que se aproxima a su fin, eran 160. Los próximos días una asamblea
elegirá a las nuevas autoridades. Y haremos una conferencia con grandes temas
de análisis. Algunos, como Pablo González Casanova, hablarán de lo que piensan.
Al mismo tiempo programamos docenas de grupos de trabajo que abordarán temas
específicos. Estarán los tres que mencioné: el del papel del Estado, del
desarrollo económico y del equilibro ecológico.
–La Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias
Sociales se realizará en México, que antes era un centro académico importante
en la reflexión sobre América latina y parece haber dejado de serlo.
–México tenía un rol histórico progresista hacia América
latina. De solidaridad con las luchas latinoamericanas incluso en períodos de
dictaduras militares. Luego muchos intelectuales se reunieron en México por los
exilios y esa mezcla, que no fue todavía analizada en todas sus dimensiones,
generó un espacio único en América latina. Se fortalecieron corrientes
teóricas, se publicaron colecciones de libros, se fundaron editoriales... Tuvo
su auge del ’73 al fin de las dictaduras. Luego México adhirió a políticas
neoliberales y terminó con su esquizofrenia. Sesionaremos en México en medio de
un cierto clima de desaliento político de los propios mexicanos. Después de
seis años que comenzaron con un presidente electo de manera dudosa, tendremos
allí un presidente que no asume con legitimidad fuerte. Una sola vuelta y seis
años de mandato. Eso forma parte de otros condicionamientos a la reflexión
teórica en México. Las derrotas también se relacionan con el ánimo, ¿no?
–¿Y en el resto del continente?
–América latina sufrió retrocesos graves. Dictaduras
militares en países importantes, la crisis de la deuda que cerró el ciclo de
crecimiento más importante hasta ese momento y luego gobiernos neoliberales
radicales. Los gobiernos actuales reaccionan a ese retroceso, pero a veces
necesitan movilizar a la juventud, por ejemplo, y plantearse metas audaces. Si
no, el consenso es pasivo. Consultada, la gente se manifiesta a favor. Pero no
mucho más. Bueno, esa pasividad se está recomponiendo.
–¿Los últimos resultados electorales tienen que ver con esa
recomposición?
–La elección más importante fue la de Venezuela, que
confirma una segunda década de gobiernos progresistas en América latina.
Llevará seguramente a la victoria de Rafael Correa en Ecuador y después a la de
Evo Morales en Bolivia. Confirmó la mayoría política. A la vez, el proceso
demostró que hay dificultades. El propio Hugo Chávez habla de mejorar la
administración pública. Las elecciones de Chile fueron importantes para
consolidar en lo político el desgaste social de Sebastián Piñera y de la
derecha, que hasta perdió alcaldías importantes. Michelle Bachelet aparece con
gran popularidad para las próximas elecciones presidenciales de 2013. El
movimiento estudiantil catalizó otras quejas y quebró la imagen de Piñera como
empresario de éxito. En Brasil, con las municipales de octubre, el gran ganador
fue el gobierno y la gran derrotada fue la oposición, que siguió bajando en su
nivel de apoyo electoral.
–Y la victoria de un candidato del Partido de los
Trabajadores en San Pablo, una de las ciudades más grandes del mundo.
–Fue muy importante la victoria en sí misma, y más
importante todavía si tenemos en cuenta que en San Pablo se concentra la sede
de los principales medios, la riqueza de la soja y el poder económico del
centro-oeste. El triunfo de Fernando Haddad también prueba otra vez la
capacidad de Lula de proponer nuevas figuras políticas y llevarlas a la victoria.
–Volviendo al tema inicial de las ciencias sociales, ¿hay
una relación directa entre pensamiento de izquierda e investigación?
–Históricamente casi siempre la hubo. El cambio general del
mundo, con el fin del planeta bipolar, revela que aun gente que no estaba de
acuerdo con el modelo soviético sintió la derrota. Unos quedaron con un
pensamiento crítico pero de manera un poco utópica, sin comprender cómo el
socialismo puede volver a plantearse como una alternativa real. Más aún cuando
Europa se fue a la derecha, y a una derecha muy conservadora. Hubo un
desconcierto general. América latina está tratando de rescatar al pensamiento
de ese desconcierto, pero cuesta. La hegemonía norteamericana se debilita pero
no aparece una nueva hegemonía. Un segundo grupo se convirtió en una suerte de
ultraizquierda pesimista y precozmente escéptica ante los cambios. Otros no
reconocen lo que hay de progresista en la realidad. Hay una discusión sobre el
espacio del pensamiento crítico. Se trata de ubicarse en el único polo
progresista a escala mundial, que está en Sudamérica, y en ese marco pelear una
alternativa que sea antineoliberal y a la vez anticapitalista.
–¿Cómo se relacionan esos dos anti?
–La mercantilización de la economía y la centralidad de la
economía de mercado es antisocial. La anarquía del mercado capitalista está
destrozando la capacidad del hombre. La conciencia anticapitalista es
fundamental hasta para ser antineoliberal. Incluso los procesos progresistas
están limitados por el eje de la economía mundial, que es fuertemente
capitalista y está dirigida por grandes empresas transnacionales y la
especulación financiera. Por un lado, los medios de producción. Por otro, la
capacidad de trabajo del hombre. La vieja historia.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-207139-2012-11-05.html
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