martes, diciembre 08, 2020

REVISTA AYACUCHO'74, 47 AÑOS DESPUÉS...

Un suizo enamorado del Perú, que solo conocíamos por su esposa ayacuchana y las fotografías que su corazón recogiera de Huamanga, capital del legendario Ayacucho – imágenes que publicamos en la central de nuestro primer número, sin saber que se trataba también de un genial quenista, Raymundo Thevenot – expresan, mejor que las palabras, el espíritu de una revista que, sin dejar de lado su vocación de universalidad, nació con hondas raíces andinas y el firme compromiso con la lucha por la libertad y la integración americana.

“Ayacucho’74”, Libertad para América, así nombramos la revista magazine que fundamos en 1973 y que por inflexibilidades de juventud, solo llegó a publicar cinco números. Revista que nació al influjo e inspiración de los 150 años de la Batalla que selló la emancipación americana del yugo español y de su escenario histórico, Ayacucho, permanente protagonista de las luchas por la libertad.

Hoy, 47 años después, releyendo la primera editorial de Ayacucho’74, nos reafirmamos en la vigencia de los ideales planteados y de las tareas históricas pendientes.

Otro era el firmamento político de entonces. Un gobierno que se reclamaba revolucionario, nacido de los cuarteles, remecidos por campesinos tomando tierras y políticos-poetas y poetas-políticos, metidos a guerrilleros, quebró el espinazo del régimen feudal con la Reforma Agraria y le dio así el empujón que necesitaba la rancia oligarquía peruana para de una vez hacerse capitalista. 

U
n gobierno militar que tuvo entre sus mayores méritos, legitimar la palabra REVOLUCIÓN, la que dejo de ser una mala palabra para convertirse en sinónimo de cambio y esperanza; y el reconocimiento del Quechua como la lengua viva por excelencia de nuestra patria. Es más, el olimpo de los héroes incorporó, con gran respeto y relevancia, las figuras revolucionarias de Tupac Amaru II y Micaela Bastidas

Fue el gobierno de Velasco,  el único gobierno que se salió de la plantilla colonial y que puso como centro de su acción al trabajador del campo y la ciudad. Un gobierno que el tiempo y los gobiernos que lo sucedieron, nos han ayudado a aquilatar en toda su trascendencia, no solo por lo que logró, sino especialmente por los horizontes que abrió para una nueva sociedad, aun por luchar y construir.

Ya en Bolivia había sido asesinado el Che Guevara, por orden de la CIA, la misma central de inteligencia yanqui que construía la red de sabotaje contra el gobierno socialista de Salvador Allende, elegido por voto popular en 1970 y que en ese 1973, que preparábamos el segundo número de Ayacucho’74, ya se encontraba asediado y herido de muerte por las asonadas fascistas y el paro de camioneros que “ablandaban” el país para el infame golpe de Pinochet.

Las páginas de Ayacucho’74 daban cuenta, por ejemplo, de las “Dos Iglesias de Chile”, la que estaba con el pasado reaccionario y la inspirada por la teología de la liberación, la que militaba a favor del proceso de cambio emprendido por la Unidad Popular. El mismo inmortal trovador Víctor Jara, que cumplía una gira en el Perú, nos concedió, quizás, su última entrevista.

Ayacucho’74, gracias a nuestro amigo, el gran periodista español Enrique Valls, de la Agencia EFE, colaborador de nuestra revista, nos permitía dar cuenta de la encrucijada argentina que se debatía entre el regreso de Perón, el gobierno justicialista y las guerrillas urbanas del ERP y los Montoneros, principalmente. La siniestra telaraña del Plan Condor que unificaría la represión de los gobiernos fascistas del Cono Sur, empezaba a afilar sus garras.

Convencidos de que solo confrontando puntos de vista divergentes podíamos alimentar un auditorio de lectores informados y críticos, entrevistábamos a personajes de polos opuestos de la escena política. Así el responsable del programa de Alfabetización Integral, ALFIN – uno de los pilares de la Reforma Educativa  impulsada por Velasco - Alfonso Lizarzaburo, declaraba junto al “mago” Luis Alberto Sánchez.

El entrañable Dr. Raúl García Zarate, en exclusiva entrevista de 1973, nos contaba cómo se estaba convirtiendo en la guitarra estelar, no solo de Ayacucho, sino del Perú. 

Teníamos una sección también para difundir el pensamiento de José Carlos Mariátegui a cargo del entonces cura jesuita español, Doctor en Filosofía, especializado en marxismo, en la Universidad La Sorbona de Paris, Diego Messeguer Illan.


La lista de nuestros noveles y experimentados colaboradores era destacada, variopinta y diversa: Manuel Jesús Orbegoso, director entonces del suplemento “Dominical” de El Comercio, la actriz y animadora de TV, Linda Guzmán, el educador Sigfredo Chiroque, el periodista y poeta Juan Carlos Hidalgo Antigoni, Ricardo Verástegui López, quien llegara a ser maestro bausatino y la hoy destacada periodista de “La República”, Elizabeth Prado, nuestra colega Mary izurieta y la hoy comunicadora latinoamericana, Asunta Montoya así como el experimentado hombre de prensa “Pepe” Barahona García, nuestro Jefe de Redacción, constituían un valioso equipo periodístico que complementaba el audaz lente de Tito Mercado y el diseño gráfico del director del noticiero televisivo “Buenos días, Perú”, Andy Zagastizabal Robles. Y detrás, brindando el soporte logístico y empresarial, estaban el Dr. Alberto Castro Arce y su hermano Raúl Scarneo, quien posteriormente editaría por varios años la Revista AGROVALLE.

No es posible enumerar todo lo que publicamos, por eso intentamos, mas bien, contrastar ese tiempo con el que vivimos hoy.

En esos años se gestó la Izquierda Unida que alcanzó su auge con el triunfo de Alfonso Barrantes como Alcalde de Lima, se editaron publicaciones que enriquecieron el debate político como la revista “Marka”, “El Diario”, y su suplemento “El Caballo Rojo”, bajo la dirección del poeta Alfonso Cisneros.  Hildebrandt publicaba la revista “Testimonio”, mientras que en contrapunto permanente se editaban las revistas Caretas de Zileri y  Oiga, de Igartua y también entre otras, la revista Equis X y Vistazo. Una zaga de publicaciones que proporcionaban un bagaje informativo más completo y diverso que el de hoy, que aun con todas las redes habidas y por haber, ya no llega lamentablemente a la mayoría de la población.

Lo valioso de la mentalidad de esos años era la conciencia de que aislado ningún país de América podría llegar a ser libre. Verdad que han confirmado posteriormente lo ocurrido con el cruel bloqueo contra Cuba y Venezuela y los golpes amañados que sufrieron Evo, en Bolivia y Dilma, en Brasil.

Fuimos testigos también de cómo se gestó la Constitución de 1979, producto de una gran movilización y debate, a todo nivel, con la participación activa de las organizaciones populares y los partidos políticos.

Posteriormente, luego de que Fujimori logró imponer la constitución neoliberal de 1993 y se derrotó a Sendero, ingresamos a una larga “edad media” neoliberal, donde la única regla válida ha sido y es el consumo y el éxito, sinónimo de obtener dinero a cualquier precio. Producto de ello es que vivimos la descomunal descomposición y corrupción de la sociedad peruana, de arriba, abajo.

La derecha de los grandes negocios, a costa del estado maniatado, y subsidiario, según la Constitución del 93, y la izquierda onegista y parlamentaria, son las dos tenazas que siguen aprisionando al país. 

Una izquierda vergonzante de su historia, que no se atreve a reflexionar y hacer un balance acerca de su experiencia total, integrando todas sus vertientes, electoral y armada, no logra articular ningún proyecto de cambio real y únicamente aspira a administrar el mismo régimen económico, con algunos maquillajes y medidas de caridad populistas.

Mientras, el mundo ingresa velozmente a otra realidad, manejada por un poder fáctico que organiza un Nuevo Orden Mundial, utilizando la tecnología y la robótica para someter y controlar absolutamente a la población de la Tierra, con el pretexto de medidas sanitarias alrededor de la pandemia del Covid-19. Y con ese objetivo, sigue alimentando conflictos sectoriales (racismo, LGTB, feminismo, etc.) y estableciendo una sistemática política de desinformación a través de los medios masivos que controla y, además, de censurar y desprestigiar a quienes osan desenmascarar los manejos del poder en las redes sociales.

Por todo ello, estamos convencidos, que mientras sigamos alimentando la fe y la ilusión de libertad en las redes sociales y no impulsemos un reencuentro del hombre con el hombre y nos organicemos, no virtualmente, sino cara a cara, todo seguirá igual y peor. 

Es necesario no conformarse con la institucionalidad oficial, hay que crear y organizar institucionalidad paralela para educar el espíritu crítico y desarrollar la organización popular, sin sujeciones y con objetivos de libertad, soberanía e integración latinoamericana, y mundial, pero no con los ricos de siempre, sino con los pueblos oprimidos del mundo. No queda otra salida. (Hubert Rojas)


 

 

 

 

 

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