martes, noviembre 26, 2013

Internet: El “big data” o el nuevo nombre del destino _ Escribe: Juan Manuel García





Parece un juego, pero no lo es. Ya no hay nada “privado”. Con internet nuestras vidas son públicas. Y como siempre, quien tiene el dinero tiene el poder de conocerlas, para condicionarlas, en función de sus propios intereses.

La próxima vez que diga algo a través del chat o del correo, o marque “me gusta”, sepa que quedará clasificado. (Jesús Hubert)


¿Adónde van nuestros datos personales en internet?


Mucha de la información que introducimos en la Red se utiliza con fines comerciales por parte de grandes firmas


Google procesa cerca de 25 petabytes de datos al día. Para entender lo que esto significa, considérese que una película de hora y media en formato digital puede comprimirse en un archivo de un gigabyte. Un petabyte equivale a un millón de gigabytes. Así pues, cada dos días, una única compañía obtiene y almacena una cantidad de datos equivalente a todos los libros escritos en la historia de la humanidad desde que se tienen registros.

Por su parte, los 1.200 millones de usuarios de Facebook comparten más de diez millones de fotos cada hora y hacen clic en el botón 'Me gusta' o insertan un comentario casi tres mil millones de veces al día. En YouTube, también propiedad de Google, se sube más de una hora de vídeo cada segundo. En el 2012, Twitter registró más de 400 millones de mensajes al día. El tráfico de esta red social crece un 200% al año. Esta cifra es uno de los principales argumentos que sustentan su oferta para cotizar en la Bolsa de Nueva York, con la que espera recaudar hasta 1.600 millones de dólares pese a ser un compañía que prácticamente no da beneficios. Su valor oculto está en el rastro en forma de datos que dejan las interacciones que se producen en su plataforma.

Los gigantes de internet, y especialmente Google, son el modelo perfecto de compañías de datos masivos, pero no son los únicos que están sacando provecho del cambio de paradigma que significa el 'big data'. Este concepto se emplea para referirse a los grandes volúmenes de información que se registran y almacenan permanentemente en todo el mundo, así como a los sistemas y las herramientas que sirven para analizar y extraer valor de esta información. Las compañías tecnológicas lideran hoy esta industria por la facilidad con la que recopilan datos de sus usuarios a través de internet. Pero no están solas en el negocio.


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Espionaje masivo


Recientemente, el caso Snowden ha puesto en evidencia que hay un beneficiario secundario de la explotación de este océano de información supuestamente privada: los gobiernos de las grandes potencias mundiales, que desarrollan programas de espionaje masivos para recolectar datos de correos electrónicos y teléfonos móviles (incluyendo los de los líderes, como Angela Merkel). Las informaciones reveladas en estos últimos meses han demostrado que Google, Facebook, Microsoft, Apple y otros proveedores de servicios digitales entregaron –de modo voluntario u obligado– ingentes volúmenes de datos personales a la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA) y a su homónima británica. La dimensión del espionaje es difícil de imaginar, pero sirva como muestra una de las últimas filtraciones que afecta a España: la NSA interceptó más de 60 millones de llamadas telefónicas en sólo un mes, entre diciembre del 2012 y enero del 2013.

Pero ¿cuál es el valor real de los datos masivos? ¿Por qué ese afán por recolectar y acumular toda esta información? Las respuestas varían en función del campo de actuación de quienes se dedican a trabajar con los datos, pero todas ellas tienen un elemento en común: la finalidad última es aumentar la eficiencia en el proceso de toma de decisiones. Hasta ahora,la información era escasa, cara y difícil de conseguir. En consecuencia, el objetivo de las investigaciones basadas en datos era que estos fueran de buena calidad para que los resultados fueran válidos.

Pero en los últimos años se ha producido un cambio de escala en el volumen de información que se produce y se almacena. La cantidad de información generada en todo el mundo se duplica cada dos años, y la capacidad de procesamiento de los ordenadores crece aún más deprisa. Cada vez es más simple y más barato guardar datos. Esto implica un cambio de esencia en el modo de analizarla información que no sólo está empezando a transformar organizaciones y mercados, sino que afecta también a los fundamentos de la organización social: la sanidad, la política, la educación, la cultura e incluso los comportamientos individuales y la forma de relacionarnos. En esta nueva era de la 'datificación', todo (incluso nuestro estado de ánimo, que revelamos a través de las redes sociales) se puede convertir en un formato cuantificado para su tabulación y análisis.

Viktor Mayer-Schönberger, profesor de Regulación y Gestión de Internet en la Universidad de Oxford, y Kenneth Cukier, editor de datos de la prestigiosa revista 'The Economist', mantienen en su ensayo Big Data. La revolución de los datos masivos' (Turner Publicaciones, 2013) que los datos masivos suponen un drástico cambio de enfoque en la forma de ver el mundo. Los seres humanos estamos configurados para buscar causalidades, el porqué de las cosas. Sin embargo, el valor de la informaciónreside ahora en las correlaciones. Es decir, en las relaciones estadísticas que se establecen entre diversos valores de datos y que permiten descubrir patrones ocultos entre la marabunta de información disponible. Las predicciones basadas en correlaciones son el núcleo de los datos masivos, según estos dos expertos en la materia. "No hace falta explicar las razones que subyacen en las correlaciones. No son intuitivas, simplemente existen", dice el profesor Mayer.
El 'big data' es la base de las estrategias de negocio de cada vez más compañías. En Amazon, pionera en la industria del comercio electrónico, la tercera parte de las ventas son resultado de su sistema de recomendación y personalización, que se nutre de las rutinas de navegación y compra de sus usuarios. En Netflix, el videoclub on line más popular, las tres cuartas partes de los pedidos surgen de las recomendaciones. Las conclusiones que aporta el estudio de datos masivos generan negocio para Amazon, pero la transformación que esto implica va mucho más allá.

En sus inicios, Amazon era reconocida por la calidad de las críticas de sus editores. Cuando a Jeff Bezos, fundador y CEO de la tienda on line, le mostraron la extraordinaria diferencia entre las ventas directas que generaba el sistema de recomendaciones respecto al modelo basado en el conocimiento de los críticos, estos fueron inmediatamente despedidos. Amazon aplica a rajatabla una de las doctrinas del big data: lo importante es encontrar el qué, sin que importen las causas. No hay necesidad de comprender qué motiva a los clientes. Esta manera de comprender los negocios prescinde casi completamente del toque humano. Y funciona. No en vano, Amazon ha desplazado del mercado a librerías y tiendas de discos en todo el mundo. No resulta osado prever que Bezos aplicará sus ideas a la industria de los medios, en la que entró el pasado verano tras adquirir uno de los diarios con más solera del mundo, 'The Washington Post'.

Otro sector que obtiene pingües beneficios del análisis de datos es el del marketing. Hay compañías que ejercen de mercaderes de datos personales. Recogen la información en internet, con el consentimiento de los usuarios o sin él (a través de las 'cookies'), aplican algoritmos de análisis a este descomunal volumen de datos y venden la información procesada al mejor postor. Por ejemplo, a los anunciantes interesados en aumentar la eficiencia de la publicidad digital. Así, por ejemplo, cada vez que los usuarios de las aplicaciones para 'smartphones' que registran la actividad física comparten en Facebook sus sesiones de 'running', los intermediarios convierten estos datos brutos en información relevante para que las grandes marcas sepan cuándo, dónde y a quién mostrar el anuncio del último modelo de sus zapatillas deportivas.

Pero sin duda, el gran riesgo de la adopción del 'big data' como motor de transformación de actividades económicas y sociales está en su capacidad intrínseca para predecir el comportamiento humano, y en los abusos que pueden derivarse del mal uso de esta información: "El verdadero peligro del big data radica en el uso de las predicciones probabilísticas con fines causales", alerta el profesor Mayer. Es decir, la propensión de juzgar y castigar a las personas sobre la base de lo que revelan los datos. La película de ciencia ficción 'Minority Report', dirigida por Steven Spielberg y protagonizada por Tom Cruise, trata exactamente de eso: autoridades que detectan la probabilidad de que una persona cometa un delito y la detienen antes de que suceda. En la película, las predicciones las hacen tres adivinos videntes, pero en la vida real se pueden llegar a conclusiones parecidas de la mano del 'big data'.
Mejoras sociales
Afortunadamente, no todos los usos del 'big data' están únicamente al alcance de los poderosos o enfocados a hacer negocio a costa de la privacidad de los ciudadanos. En muchos casos, los proyectos basados en datos masivos suponen extraordinarias mejoras para la sociedad. Los estudios científicos relacionados con el genoma humano, que han supuesto grandes avances en el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades más dañinas para el hombre, están basados en el 'big data'.

Asimismo, el uso de las nuevas tecnologías para recolectar información médica de los habitantes de países en vías de desarrollo ha permitido ahorrar mucho tiempo y dinero.Otro ejemplo paradigmático de uso del 'big data' para la mejora dela información sobre la salud es Google Flu, un experimento que en el 2009 demostró la capacidad del buscador para predecir dónde surgiría el próximo brote de la pandemia del virus H1N1, la gripe A. No obstante, hoy por hoy la mayor parte de las empresas ignora cómo aprovechar las oportunidades que brinda el 'big data'. Asimismo, existe una carencia de perfiles profesionales asociados a este nicho de mercado. Se abren inmensas posibilidades ante quienes se formen en la ciencia de los datos (matemáticos, gestores de grandes bases de datos, expertos en algoritmos de aprendizaje de máquinas, etcétera). En Estados Unidos ya existe un ecosistema muy floreciente de 'startups' que están aprovechando estas oportunidades. Algunas de estas pequeñas compañías con grandes ideas acabarán en manos de los 'grandes jugadores'.


 

1 comentario:

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