lunes, julio 23, 2007

Celebremos a la Patria...¡viva!


Llega el 28 de Julio y las Fiestas Patrias. Y para que no pasen como un formal “saludo a la bandera”, creemos necesario volver nuestros ojos sobre aquellos que han fraguado con su vida
lo que somos hoy.

Dos de ellos, destacan nítidamente.

Uno, es Tupac Amaru II, quien pagó con un sacrificio muy alto y cruel, la aspiración libertaria e integradora del Perú indio, mestizo y criollo,
y el otro, no menos grande,
porque hizo carne, literalmente hasta la muerte,
el drama social-cultural…¿ y racial ?...del Perú,
estamos hablando de nuestro querido José María Argüedas.

Profesor de aula, intelectual, escritor, lingüista, pero, por sobre todo, peruano visceral, José María Argüedas no fue un testigo “externo” del desgarramiento del Perú, fracturado como Tupac Amaru por el colonialismo, en este caso mental y corrosivo, suerte de “kryptonita” debilitadora de nuestra esencia ancestral.

Porque ha sido gracias a su convicción peruanista,
a la pertenencia consciente de José María al Perú,
que su obra ha servido de una especie de puente cultural
entre la tradición andina
y el resurgimiento económico del hombre del ande.

De no haber existido la obra de José Maria Argüedas, es posible que
la modernidad y el “achoramiento”
- forzado por la necesidad de conquistar las ciudades del antiguo comunero y peón andino - habría desdibujado y borrado algunos de los rasgos esenciales de nuestra cultura andina.
Habríamos, quizá, perdido el alma …en el camino.

José Maria Arguedas, se despidió cantando...(Guillermo Rochabrun)


El 22 de Noviembre de 1969 un día sábado, apenas seis días antes del disparo fatal con el que José María Arguedas se quitara la vida, tuvo lugar en su casa de Chaclacayo un largo encuentro familiar y amical. Estuvieron con Arguedas y su esposa Sybila Arredondo, María Rosa Salas, Jesús Ruiz Durand, Carolina Tellier, hija de Sybila, y la dama chilena Gaby Heinecke, quien fuera esposa del historiador Rolando Mellafe. Estuvo también presente Diego Cisneros, Hijo de María Rosa, en ese entonces de 3 años.Durante aproximadamente seis horas conversaron, pero sobre todo cantaron.

Hecho esencial de este encuentro fue una labor, diríase pedagógica que Arguedas hizo para con María Rosa. Arguedas quiso repasar con ella algunas canciones indígenas que el le había enseñado unos años atrás.

Entre enero y marzo de 1965, María Rosa Salas había estado alojada en la casa de José María y Sybila en Santiago de Chile. María Rosa se encontraba estudiando con Mirka Stratigoupoulu, profesora de la escuela de Música Antigua de la Universidad Católica de ese país . Dada esa vocación musical, entre las numerosas tardes y noches en que pasaban largas horas conversando, Arguedas decide enseñarle a cantar algunas canciones en quechua.

María Rosa no sabia ese idioma, aunque si conocía bien su fonética puesto que su padre, el abogado ayacuchano, Julio Salas Dongo, amigo de Arguedas, lo hablaba entre su familia.En aquel encuentro cada sección de cada canto fue comentada y luego registrada.De esta manera Arguedas indico las inflexiones de la voz que se deben utilizar, por ejemplo para cantar "Lorocha", las cuales no estaban pautadas rígidamente. Arguedas explicaba la forma de interpretar las canciones utilizando metáforas. "es un alarido que lleva la vibración de la sangre,...este canto sale como brotado de la entraña misma de la tierra, el aire lo lleva al cielo, lo mezcla con las nubes...".De igual manera recomendaba que "Cosecha de Alberjas" (Saruykuy) debe cantarse de modo apacible; solo las notas finales de cada frase se prolongan y deben hacerse vibrar. Así también, respecto al Carnaval de Circa, "Tuta Wayray", Arguedas sugiere que el tempo de la fuga se cante mas lento, "como una pasión controlada".

Lo que este encuentro de chaclacayo revela es el deseo de Arguedas de transmitir, de enseñar, la forma indígena de cantar. No se trataba simplemente de aprender los cantos, sino de adentrarse en el canto mismo. Y es que la forma del canto viene a ser una parte muy profunda de la cultura. Es algo así como el acento que acompaña al habla, aspecto que siendo tan característico de una lengua viva ninguna gramática puede registrar. El acento en una de las huellas del idioma en tanto realidad eminente colectiva y que, aunque solo lo perciben los extraños, es capaz de sellar el sentimiento de pertenencia de una persona.

La figura excepcional de Arguedas, excepcional en su autenticidad cultural, se manifiesta en la vivencia interior de determinados sentimientos y en su expresión exterior, a través del habla y del canto. A diferencia de tantos otros, en el no se trato de un "acercamiento" a la cultura indígena, o su reivindicación ni defensa compasiva, términos que remiten todos ellos a una relación exterior.

Aquella tarde se ensayaron en total doce piezas, de las cuales se grabaron nueve. Cuatro de las canciones habían sido también ensayadas en Santiago-Lorochay, Saruykuy, Amapolay y Tuta Wayra-, lo cual dice mucho del significado que debían tener para Arguedas.

La sesión se grabo en una grabadora portátil de cassette de José María y en una grabadora de carrete pequeño semi profesional de Jesús Ruiz Durand, es particularmente significativo que Arguedas tuviera la iniciativa de grabarlas. Al despedirse Arguedas entrego el cassette a María Rosa quedando en volverse a reunir en breve, alrededor de la música.Jesús conservó la cinta de carrete. Sin embargo ese encuentro nunca tuvo lugar; como hemos dicho, seis días después Arguedas ejecuto la decisión que ya había tomado de poner fin a sus días. La difícil elección , de la cual hablaba en la carta final a Gonzalo Losada, finalmente tendría lugar.

Fue aquella reunión una despedida, conscientemente pensada como tal? En todo caso, esta grabación es un documento casi único sobre la relación de Arguedas con el canto indígena.

José Maria Arguedas, canta...(Documento sonoro)

Canto Coral a Tupac Amaru II_Autor: Alejandro Romualdo

CANTO CORAL A TÚPAC AMARU, QUE ES LA LIBERTAD (De Edición Extraordinaria, 1958) (Alejandro Romualdo)

"Yo ya no tengo paciencia para aguantar todo esto"
Micaela Bastidas



Lo harán volar
con dinamita. En masa,
lo cargarán, lo arrastrarán. A golpes
le llenarán de pólvora la boca
Lo volarán:
¡y no podrán matarlo!

Lo pondrán de cabeza. Arrancarán
sus deseos, sus dientes y sus gritos,
Lo patearán a toda furia. Luego
lo sangrarán
¡y no podrán matarlo!

Coronarán con sangre su cabeza;
sus pómulos, con golpes. Y con clavos
sus costillas. Le harán morder el polvo
Lo golpearán:
¡y no podrán matarlo!

Le sacarán los sueños y los ojos
Querrán descuartizarlo grito a grito.
Lo escupirán. Y a golpes de matanza
lo clavarán:
¡y no podrán matarlo!

Lo podrán en el centro de la plaza,
boca arriba, mirando al infinito.
Le amarrarán los miembros. A la mala
tirarán:
¡y no podrán matarlo!

Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.

Querrán descuartizarlo, triturarlo,
mancharlo, pisotearlo, desalmarlo.

Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.

Al tercer día de los sufrimientos,
cuando se crea todo consumado,
gritando ¡libertad! sobre la tierra,
ha de volver.
Y no podrán matarlo.






La poesía comprometida de Alejandro Romualdo
Semblanza

En el primer libro de Alejandro Romualdo, La torre de los alucinados, aparte de la presencia de Eielson puede advertirse la de Rilke; sin embargo, ese texto ya era profundamente original y tiene como especial característica la reminiscencia de una infancia feliz; ese mundo invocado y embellecido por la palabra de Romualdo tiene connotaciones religiosas. El lenguaje utilizado es a ratos edulcorado, pero en ocasiones muestra ya esa tendencia a evidenciar la realidad que caracterizaría a su poesía posterior.Después, en contacto con algunos poetas españoles como Alonso, Aleixandre, Bousoño y especialmente Otero, la poesía de Romualdo se transforma y se torna materialista. En los años 50/52, la poesía de Romualdo se distinguirá todavía por una preocupación de orden religioso; la divinidad aparece hermanada con el hombre, y más aún, inventada por él. Después, en el poemario España elemental, el tema es el dolor por el sufrimiento del pueblo español.Formalmente, la poesía de Romualdo recurre al ritmo acezante a través de cesuras encabalgamientos sorpresivos; en ocasiones recurre a formas tradicionales como el soneto; en otros casos, dentro del soneto, realiza las operaciones mencionadas: encabalgamientos, cesuras, aliteraciones. El recurso formal más importante de Romualdo es lo que Bousoño llama la ruptura del sistema y es realizado más en el plano semántico que en el sintáctico. Toda esta primera fase de la poesía de Romualdo culmina con Cámara lenta (1950) y El cuerpo que tú iluminas (1951).Una segunda fase de la producción de Romualdo es la que se inicia con Edición extraordinaria (1958), donde el poeta recurre al lenguaje periodístico, de la frase hecha, impactante, directa. Algunos críticos escogieron los poemas menos logrados del libro para llamar la atención sobre cómo la poesía social peruana había caído en lo que llamaban "un callejón sin salida". No se percataban de que no es el procedimiento el que hay que mirar sino el logro del poema. Basta decir al lector de hoy que el "Canto coral a Túpac Amaru", tan celebrado, pertenece a este poemario. De otro lado, Romualdo, al utilizar técnicas periodísticas para escribir poemas, está haciendo lo mismo que en esos años empezaban a hacer Nicanor Parra en Chile y Ernesto Cardenal en Nicaragua.La poesía posterior de Romualdo recoge sus virtudes iniciales, pero está hecha con una mano de más experiencia y oficio, un buen ejemplo es el libro Cuarto mundo.Otro tipo de poesía que ha ido ganando el interés de Romualdo es la espacial, en la que ha conseguido hermosos logros. Así, este poeta considerado con justicia como el más representativo de la tendencia social, es decir, aristotélico, realista, comprometido, muestra sus coincidencias en las búsquedas con poetas finalmente tan diferentes como Sologuren y Eielson. Por Marco Martos







lunes, julio 16, 2007

El amor consciente




Amar al Universo y a todo lo creado: ése es el sentimiento más perfecto que puede brotar de los lazos que unen a dos personas. El amor debe trascender de la propia individualidad de la pareja y recorrer una serie de etapas que culminen con la apertura del corazón.

Generalmente, solemos considerar que las relaciones íntimas son adecuadas cuando satisfacen nuestras necesidades de amistad, seguridad, sexo y autoestima. Sin embargo, si aspiramos a convertir nuestras relaciones en un sendero -en un sendero sagrado- nos veremos obligados a ampliar nuestra perspectiva y a asumir una visión más comprensiva que, incluyendo todas esas necesidades, no se halle, sin embargo, circunscrito a ellas.

Nuestro tema tiene que ver con el cultivo del amor consciente, de ese amor que puede inspirar el desarrollo de una conciencia más expandida y la evolución de las personas implicadas. Sin embargo, no debemos mostrarnos demasiado idealistas porque las relaciones íntimas nunca funcionan a un solo nivel. Vivimos simultáneamente en diferentes niveles y cada uno de ellos tiene sus propias necesidades concretas.

El vínculo más primario que podemos encontrar en la pareja es la necesidad de una fusión simbiótica originada en el deseo de alcanzar el alimento emocional del que carecimos en nuestra infancia. Obviamente, esto es algo por lo que atraviesan muchas parejas que, cuando acaban de conocerse, atraviesan una fase simbiótica que les lleva a cortar temporalmente otras actividades o amistades y a pasar la mayor parte del tiempo juntos. El estadio simbiótico de una relación puede así contribuir a que ambas personas lleguen a establecer un profundo vínculo emocional. No obstante, si la simbiosis se convierte en la principal motivación de la relación o si perdura demasiado tiempo, termina convirtiéndose en un factor limitador que establece una dinámica paternofilial que limita el rango de expresión e interacción de ambas personas, destruye los roles masculinos y femenino de la relación y termina creando pautas de comportamiento adictivas. Más allá de la necesidad primitiva de fusión simbiótica, el deseo fundamental que aparece en una relación es el de compañerismo, un deseo que puede asumir formas más o menos sofisticadas. El compañerismo constituye un ingrediente esencial de toda relación pero ciertas personas, sin embargo, parecen no desear nada más de su pareja.

Otro nivel posterior de relación es el que se establece en el caso de que los amantes no sólo compartan las actividades y la compañía del otro sino que también tengan intereses, objetivos y valores parecidos. Así pues, cuando una pareja comienza a crear un mundo común podemos afirmar que ambos se adentran en el nivel de la comunidad, un tipo de relación que, al igual que el compañerismo, constituye una forma terrenal y concreta de relación. Sin embargo, más allá del hecho de participar de los mismos valores e intereses del otro, se encuentra el nivel de la comunicación, un nivel en el que somos capaces de compartir todo aquello que ocurre en nuestro interior, es decir, todos aquellos pensamientos, expectativas, experiencias y sentimientos.Establecer una buena comunicación es una tarea mucho más difícil que tratar simplemente de crear una situación de compañerismo o de comunidad. Este nivel requiere que cada miembro de la pareja sea totalmente sincero al expresar lo que ocurre en su interior y tenga el valor suficiente como para superar los inevitables obstáculos que aparecen ante cualquier intento de compartir dos verdades diferentes. La buena comunicación es, con toda certeza, el elemento más importante de cualquier relación cotidiana sana.

Un nivel todavía más desarrollado de la comunicación es la comunión. Más allá del hecho de compartir los pensamientos y los sentimientos existe el reconocimiento profundo del ser de otra persona, un reconocimiento que suele descubrirse en el silencio, tal vez mientras miramos a los ojos de nuestra pareja, estamos haciendo el amor, paseando por el bosque o escuchando música. Es como si, de pronto, nos sintiéramos percibidos y conmovidos en aquel núcleo profundo del ser que trasciende a la personalidad. Seguimos siendo plenamente nosotros mismos pero, al mismo tiempo, estamos completamente en contacto con nuestra pareja. Este tipo de relación es tan extraño y sorprendente que no suele pasar desapercibido. Por otra parte, aunque la comunicación pueda ser fruto de un trabajo deliberado, la comunión, por su parte, es completamente espontánea y se encuentra más allá de nuestra voluntad. La comunicación y la comunión son formas de intimidad más profundas y sutiles que la compañía y la comunidad y tiene lugar, respectivamente, en el nivel de la razón y en el de corazón. La profunda intimidad de la comunión puede alimentar el anhelo a superar completamente la dualidad, una aspiración, en definitiva, por lograr la unión completa con la persona amada. No obstante, aunque este anhelo expresa una necesidad auténticamente humana, se dirige en realidad, hacia lo infinito, lo absoluto y lo divino.

Pero cuando este deseo de unión definitiva permanece ligado a una relación concreta suele terminar creando problemas y reduciendo nuestra aspiración por la realización espiritual a la idealización, la inflación, la adicción y la muerte. La forma más adecuada de orientar nuestra aspiración hacia la unión consiste en una práctica espiritual auténtica -como la meditación, por ejemplo- que nos enseñe a ir más allá de la mente dicotómica en todas las áreas de nuestra existencia. Así pues, aunque apunte en esta dirección, las relaciones íntimas pueden alentar este tipo de práctica pero jamás pueden llegar a sustituirla. Toda relación tiene áreas, más o menos intensas, a lo largo de este continuo de conexión.

Las parejas que comparten una relación profunda de ser a ser, que mantienen un buen nivel de comunicación, que tienen intereses y valores comunes y que disfrutan naturalmente de la compañía del otro, logran establecer un equilibrio ideal entre el cielo y la tierra, por así decirlo. (La sexualidad, por su parte, puede operar en cualquiera de estos niveles: como una forma de unión simbiótica, como compañía corporal, como un ejercicio compartido, como una forma de comunicación o como una comunión profunda.)

El amor consciente sólo aparece cuando ambas personas logran establecer una comunión esencial que trasciende a la personalidad. En esos momentos de comunión, estamos simultáneamente en contacto con nuestra propia esencia y con la esencia de nuestra pareja y, sin embargo, seguimos siendo individualidades separadas. Por más próximos que nos hallemos nunca podremos llegar a compartir plenamente nuestros mundos ni a saber del todo cómo son las cosas para la otra persona. Así pues, aunque podamos compartir ciertos momentos fugaces de unidad en los que nuestra esencia permanece en contacto, la unión completa siempre estará fuera de nuestro alcance. Ahora bien, no existe modo alguno de retener a otra persona ni de poder utilizar la relación como una forma de escapar de la soledad. Nuestra pareja es sólo un préstamo temporal que nos concede el universo, un préstamo que ignoramos cuándo se nos reclamará. En el fondo de la devoción a otra persona anida la dulce y melancólica plenitud de un corazón que sólo anhela desbordarse. La soledad es, a fin de cuentas, lo que nos impulsa a salir de nosotros mismos. Por consiguiente, no es necesario que nos aislemos porque la soledad, como simple presencia, es lo que compartimos con todas las criaturas de la tierra, es el trasfondo del que brotan todos los tesoros: un anhelo desbordante que nos hace salir de nosotros mismos, escribir un poema, componer una canción o crear algo hermoso. Cuando valoramos nuestra soledad podemos ser nosotros mismos y entregarnos más plenamente. Entonces ya no necesitaremos que los demás nos protejan o nos hagan sentir bien sino que, en lugar de eso, estaremos en condiciones de ayudarles para que sean ellos mismos. El amor consciente sólo puede brotar como el fruto maduro de un corazón herido. Todas las tradiciones espirituales coinciden en afirmar que la persecución exclusiva de nuestra propia felicidad no conduce a la verdadera satisfacción porque los deseos personales se multiplican de continuo generando nuevas frustraciones. La verdadera felicidad -la que nadie puede arrebatarnos- emana de la apertura de nuestro corazón, de su proyección hacia el mundo que nos rodea y se complace con el bienestar de nuestros semejantes. Si queremos preocuparnos por el desarrollo y la evolución de las personas a las que amamos es necesario poner en funcionamiento las capacidades más profundas de nuestro ser y evolucionar nosotros mismos.

La evolución exige la puesta en marcha de todas nuestras cualidades. Así pues, todas las dificultades propias de la relaciones constituyen, en realidad, una oportunidad excepcional: descubrir el camino sagrado del amor cuya llamada nos alimenta a cultivar la plenitud y la profundidad de nuestro ser.

El logro más elevado del amor, el amor consciente, encamina a los amantes más allá de sí mismos y les lleva a conectar plenamente con la totalidad de la vida. En realidad, el verdadero amor carecerá de espacio para desarrollarse hasta el momento en que se proyecte hacia el exterior.

El punto más elevado de la relación amorosa apunta al logro de un sentimiento de hermandad con toda forma de vida, lo que Teihard de Chardin denominaba "amor por el Universo". Sólo de este modo podrá el amor -como afirmaba Teihard- "convertirse en luz y poder ilimitados". El sendero del amor se propaga en círculos. Comienza en el hogar encontrando nuestro sitio, haciéndonos amigos de nosotros mismos y descubriendo que, bajo la confusión y el engaño de nuestro propio egoísmo, se esconde la riqueza intrínseca de todo nuestro ser. Cuando llegamos a establecer contacto con esta plenitud fundamental que anida en nuestro interior descubrimos que tenemos mucho más que ofrecer a nuestra pareja de lo que anteriormente imaginábamos. Cuando dos personas se preocupan por el desarrollo de la consciencia y el espíritu de su pareja, tienden naturalmente a compartir su amor con los demás. Y, de este modo, las nuevas cualidades emergentes -la generosidad, el coraje, la compasión y la sabiduría, por ejemplo- se extienden más allá del círculo de su propia relación. Estas relaciones son el "hijo espiritual" de la pareja, lo que su unión puede ofrecer al mundo.

Una pareja florecerá, pues, cuando su visión y su actividad no se centre exclusivamente en ellos mismos sino, por el contrario, cuando sean capaces también de incluir a la comunidad de la que participan. Pero, como señala Teihard de Chardin, el amor entre dos personas puede expandirse todavía más. Cuanto más profundo y apasionantemente se ame una pareja mayor será su preocupación por el estado del mundo en el que viven, más conectados estarán con el planeta y, en consecuencia, se ocuparán de cuidar del mundo y de todos los seres que necesiten ayuda. El logro máximo y la más plena expresión del amor se alcanzan cuando éste llega a abarcar a toda la creación enriqueciendo y fortaleciendo entonces, a su vez, la vida de la pareja. Éste es el gran amor y el gran camino que nos conduce hasta el mismo corazón del Universo. (Extraido de la lista GRAN FRATERNIDAD DE LA LUZ, de los Grupos MSN)

sábado, julio 14, 2007

Has dejado pasar la luz?_Dr. Jorge Carvajal Posada

La transparencia es, en todas las cosas, una esencia que la luz deja pasar. En la gema es su geometría perfecta. En la no resistencia, la transparencia se revela como aquello que no se queda con nada de nadie, porque a nadie sabe juzgar. La transparencia, que es en el niño inocencia, es sabiduría en el viejo. Es transparencia esa esencia infinita del tiempo que hace de toda muerte un nacimiento. En la ciencia, la transparencia es la relatividad de toda verdad. En el arte es la sencilla belleza. En el poema es el arte de decir lo esencial En la sabiduría, la transparencia es esa filosofía de vida que puede mirar a través de la diversidad la constante presencia de la unidad. En el humilde, la transparencia es la misma humildad. En la felicidad, no existe más que la levedad de la transparencia, pues la felicidad es feliz sólo cuando se deja pasar Cuando en cada partida veamos una señal del eterno regreso, ya no tendrá lugar el apego; Cuando dejemos fluir sin afanes el tiempo, ya no vendrá la impaciencia Entonces viviremos el tiempo como un movimiento de la conciencia Y, en la vacía quietud de la transparencia, Podremos sentir que la eternidad es la plenitud de la paz Dejemos que pase la luz, Y así no tendremos que luchar con la oscuridad. Si no queremos perdernos de nada Dejémoslo todo pasar, Que la luz nunca se apaga Cuando se deja pasar. La transparencia es la religión de la vida, Unión de la chispa en la llama Unidad de las olas y el mar. Cuando la luz se deje pasar todos los lugares serán gotas en el océano del infinto. Todos los tiempos serán chispas en el fuego de la eternidad. ¿Y tú, has dejado pasar la luz ya? .

Yma Sumac_La otra maravilla mundial del Perú

Recordamos hoy a una "maravilla" musical de nuestro país, que paseo el nombre del Perú en el registro maravilloso de su voz , por los principales escenarios y públicos del mundo.

Esto dice la Wikipedia de ella:

Zoila Augusta Emperatriz Chávarri del Castillo (Ichocán, Cajamarca, 10 de septiembre de 1922), más conocida como Yma Sumac (transliteración del quechua Ima Sumaq, "qué linda"), es una cantante soprano de Perú que logró el alto registro de 5 octavas en un momento en que el promedio que alcanzaba una cantante de ópera era de dos octavas y media. Se dice que de niña trataba de imitar el canto de los pájaros, iniciándose así su pasión por el canto.

Alcanzó fama en el mundo entero tanto por su alto registro como por su belleza exótica y el aura mágica que significó representar a una sacerdotisa inca o virgen del sol. Es la única peruana que tiene su nombre inscrito en el "Paseo de la Fama" en Hollywood.

El registro vocal de Yma Sumac abarca las 5 octavas, siendo ella la 1ª cantante en alcanzar este rango en la historia de la música con el uso de falsete y Whistle Register La nota más alta de la peruana era de un E7, producido en varios conciertos pero nunca escuchado en grabaciones, y su nota mas baja es un E2.Por muchos no conocedores musicales es comparada con Mariah Carey,aunque esta cantante cante G#7, no podría jamas existir comparación alguna con Yma Sumac, pues la particularidad unica de yma Sumac en el mundo es que ella es la única que puede interpretar todos los papeles de la opera desde soprano coloratura hasta los graves profundos de un bajo, y con el pleno dominio de todos los registros, y sin el uso de falsete ni whistle register, cosa que Mariah Carey jamás podrá hacer, Yma Sumac es tambien conocida por su tecnica, y por ser la unica que logro hacer la triple coloratura o conocido como trino de aves en la canción Chuncho, ademas de superar a Erna Sack en las notas altas y a Mado Robin con su famoso D7.

jueves, julio 12, 2007

La soledad de una vida llena de "hacer"_ Robert Johnson


Empecé a distinguir la diferencia entre la soledad no buscada y la deseada. Sabía que la soledad no era simplemente el resultado de estar aislado.Podemos estar muy atareados y rodeados de gente pero sentir una intensa soledad porque nuestras vidas están dominadas por el «hacer»; no hay suficiente tiempo para estar en una soledad atenta, con nuestros pensamientos y sentimientos.

Conozco a muchas personas que están en esta situación, rodeados de otras personas y sin embargo sufriendo una intensa soledad. Muchas veces intentamos enfrentarnos a este problema haciendo aún más cosas, cualquier cosa que nos libere de ese sentimiento doloroso de estar separados, pero no sirve de nada.

Ésta es la soledad de una vida llena de «hacer», y he descubierto que la mayoría de personas dedican demasiado tiempo al hacer, y muy poco o ninguno al ser. Cuando tienes la vida ocupada con demasiado hacer, la única cura para este tipo de soledad es una fuerte dosis de soledad buscada.

Parece irónico que la cura para la soledad sea estar solo; una forma de soledad meditativa y abierta al ser interior, tiempo para aminorar y escuchar a mi yo interno, tiempo para reconectarme con la naturaleza.

Aunque la mayoría de personas sufren actualmente la soledad de sentirse separadas de su yo interior y profundo, la soledad también puede funcionar en la otra dirección. Nos podemos volver demasiado absortos en nosotros mismos, separados del mundo por «ser» demasiado y descuidar el «hacer».

El brazo horizontal de la cruz representa el hacer, o el reino terrenal. Tenemos todo tipo de actividades cotidianas; muchas veces ese hacer llena todas nuestras vidas. Pero si nos centramos exclusivamente en el hacer, nuestras vidas empiezan a parecer vacías y carentes de sentido; empezamos a preguntarnos por qué trabajamos tan duro.

Podemos preguntarnos en secreto si vale la pena, para qué o cuál es el sentido de nuestra vida. Eso es señal de que hemos descuidado el opuesto de hacer, que es el ser.

Pensemos ahora en el brazo vertical de la cruz, que representa el ser, o el reino celestial. También debemos disponer de tiempo y espacio en nuestras vidas donde podemos conectar con algo que es más grande y duradero, requiere tiempo para reflexionar, meditar, para el trabajo interior y una soledad atenta, necesitamos un equilibrio entre el hacer y el ser.

En la proyección cada uno de nosotros coloca alguna cualidad de nuestro propio ser en algo o alguien. Los aspectos de la realidad de los que no somos conscientes son proyectados en el mundo exterior, donde los vemos en términos de acontecimientos y personas ajenos a nosotros.

Como este proceso es inconsciente, muchas veces pensamos que pertenece al objeto exterior cuando, de hecho, nos pertenece a nosotros. No son solamente las cualidades negativas de la persona las que se proyectan hacia fuera de esa manera; en igual medida, proyectamos nuestras cualidades positivas.

El intento de filtrar el pensamiento oriental en las mentes occidentales es como intentar fusionar dos colmenas. Si quitamos la tapa inferior de una y la superior de otra e intentamos juntarlas a la fuerza, las dos colonias de abejas se matarán entre ellas.

Sin embargo, si extendemos una hoja de periódico entre las dos colmenas y las ponemos entonces una encima de la otra, para cuando hayan agujereado el papel ya tendrán un olor muy parecido y no sabrán distinguir qué abejas son de una colonia y cuáles de otra. Entonces se unirán en una sola colmena.

El trabajo del alma, o interior, tiene lugar cuando algo se mueve desde el inconsciente, donde empezó, hacia el consciente. El camino no es nunca recto y fácil en el interior de uno mismo, como si se pudiera ir a una biblioteca y hacer todo el trabajo interior allí. En lugar de ello, cuando hay algo que está listo para pasar del inconsciente al consciente, se necesita un anfitrión o intermediario.

Generalmente, este intermediario es alguna persona o cosa. De repente, parece como si uno tuviera que poseer a cierta persona. Si es nuestro «oro» –nuestra alma- lo que está aflorando a la conciencia, es probable que la primera percepción de un cambio interno tan profundo sea que otra persona empiece a brillar para nosotros. Se trata de nuestro oro, pero lo vemos en el otro; estamos poniendo todo el oro en esa persona.

Primero admiramos a un héroe, sin darnos cuenta jamás de que él o ella solamente representa aquello que necesitamos manifestar en nuestro interior. Entonces, un tiempo después, si somos razonablemente inteligentes para saber trabajar con nuestras proyecciones, nos despertamos y descubrimos que nos hemos convertido en alguien bastante parecido a ese héroe. Fijamos nuestras propias posibilidades proyectándolas en otra persona y después las vamos asimilando gradualmente.

Este proceso continúa durante toda la vida. Nuestras proyecciones del héroe en otros siempre representan la dirección hacia la que nos encaminamos. Las personas actuales ya no pueden depositar su alma en otra persona o cosa; tenemos que aprender a albergarla nosotros mismos y encontrar el valor más elevado en nuestro interior.

Hemos ganado en realidad del ego, pero hemos perdido las funciones místicas y religiosas que deberían guiar nuestras vidas. El concepto de escuchar la voluntad de Dios es difícil de seguir para muchas personas de nuestro tiempo, porque choca con nuestro amor por la libertad y nuestra insistencia en el libre albedrío.

Por lo que se refiere a los aspectos más importantes de mi vida, no soy libre. Cuando estoy más seguro es cuando dejo de intentar controlar mi vida y en lugar de ello sigo los tenues hilos. Ésta es una perspectiva religiosa en el sentido de que el ego humano tiene que rendirse ante algo más poderoso que él.

La libertad insiste en que el ego puede hacer todo aquello que desee. No estoy intentando descartar por completo el concepto de libertad. Naturalmente que tenemos libre albedrío, pero insisto en que en cada momento hay una cosa correcta que hacer: podemos escoger seguir la voluntad de Dios o no seguir la voluntad de Dios, y sólo de esta manera podemos tener una vida con sentido. He aprendido a confiar en los tenues hilos para las grandes decisiones de mi vida, y utilizo el ego para que se encargue de los pequeños detalles.

Las pequeñas decisiones nos pertenecen, mientras que las grandes son como el viento que nos lleva. Pero la mayoría de personas actuales pasan gran parte de sus días preocupados por temas de tal envergadura que el ego realmente no puede controlar. El ego, pequeño y limitado, no es la facultad humana adecuada para tales tareas.

El asiento del conductor no corresponde al ego. De hecho, el ego suele interponerse en el camino de estar atento a los tenues hilos. Tenemos que aprender y procurar que nuestro ego se quede quieto y se comporte humildemente para así poder seguir los tenues hilos.

Las personas están tan ocupadas intentando controlar las cosas que no son del dominio del ego, que descuidan lo que sí lo es: una conciencia más elevada. El ego tendría que recoger datos y observar. El ego sirve como los ojos y los oídos de Dios. Recoge los datos, pero no toma las decisiones finales.

Cuando no sabemos cómo tomar una determinada decisión, deberíamos utilizar el ego para reunir toda la información posible y después esperar. Finalmente la voluntad de Dios se nos revelará. Es engañoso decir que ya lo sabremos; es más correcto decir que nos será revelado.

La manera de enfocar este tipo de vida es empezar con cosas extremadamente pequeñas. No hay que pensar demasiado en ello o se entra en contradicciones. Hay que empezar a observar cómo tomamos las pequeñas decisiones.

En lugar de sopesar todos los pros y los contras, y forzar una decisión una decisión con el ego, simplemente intentemos mantener el ego despierto y darle un golpecito en la mano, con suavidad, si intenta hacer demasiado.

Existe una diferencia cuando el ego dice algo o cuando es el self quien lo hace. Sé por experiencia que el impulso proviene de distintos lugares que hay en mí. Ese otro centro es capaz de tomar decisiones, y casi podemos sentir en el cuerpo la diferencia entre una decisión del self y otra del ego.

La del ego parece provenir de la cabeza, mientras que la del self parece venir de cerca del corazón o del estómago, a veces la llamamos «un sentimiento visceral».

Si realmente estamos siguiendo la voluntad de Dios lo sabemos de manera instintiva, hay una sensación de paz, de equilibrio y de totalidad, un ritmo tranquilo. En lugar de preguntar qué es lo correcto o qué coincide con nuestro interés personal, preguntémonos qué es lo que nos hace completos.

La santidad es el resultado de la totalidad no de la bondad. Lo que se necesita para ser completo será diferente para cada persona, y cambia a cada instante. Ello requiere volverse a alinear cada día, cada hora, en cada momento. Cuando uno consigue vivir así, alineando el ego con el self interior, ello tiene una profunda influencia en la calidad de nuestra vida. Seguir la voluntad de Dios incluyendo sus desgracias, significado, propósito y dignidad también nos quita gran parte de la ansiedad producida por la vida moderna.

Seguir la voluntad de Dios no consiste en resignarse o pasivamente «fluir con la corriente»; para las decisiones claves de la vida, hay que aprender a escuchar al corazón para poder oír cuál es lo más adecuado que hay que hacer.

Para sobrevivir las pruebas y tribulaciones diarias de la vida, todos debemos de encontrar, aunque sea ocasionalmente, un hilo de divinidad, algún rayo de significado que nos apacigüe el alma.

Si la vida no es tocada ni tan siquiera por una minúscula experiencia del mundo divino, entonces nuestra existencia se hace tan pequeña y retorcida que resulta insoportable. Muchas personas viven en este tipo de existencia árida y desolada, donde no existe otra cosa que el pequeño imperio del ego.

Toda mi vida ha sido un intento de encontrar y seguir la voluntad de Dios, y al mismo tiempo ha sido un paso por la soledad, siento que las dos cosas, para mí, han sido inseparables. En cierta manera comprendí que ése era mi destino a una edad bastante temprana, pero otra parte mía se rebeló desesperadamente contra la soledad y así estableció el conflicto básico de mi vida.

Cuando estaba solo, no podía soportar la soledad. Cuando estaba con alguien, una voz me susurraba constantemente al oído que debería estar solo.

Ahora puedo estar solo durante un largo tiempo y al mismo tiempo no sentirme obligado a hacer nada para evitar esa soledad; puedo soportar la soledad de estar con Dios.

Robert Johnson, analista junguiano

martes, julio 10, 2007

Sila Illanes - Quiero ser libre

En estos dias de celebración por la elección contable de Machu Picchu como unas de las siete "maravillas del mundo", vale la pena abrir nuestros sentidos a la cultura viva de nuestra tierra, que tiene en la voz de Sila Illanes una de sus cumbres mas altas y memorables.

LA CIENCIA SAGRADA DEL SERVICIO _ Conferencia del Dr. Jorge Carvajal Posada(*)







“Podrías olvidarlo todo salvo ser y nacer dentro de ese torrente de amor que hay dentro de ti.”

¿Qué es servir? Servir no es dejar caer migajas, no es acallar la conciencia, ni es dar de lo que nos sobra. Servir es entregarse, rendirse, es dar la vida. No tiene que ver con el conocimiento, sino con esa sabiduría viva, de la vida que fluye en nosotros cuando podemos de veras amar. Sólo cuando amamos de verdad somos incondicionales, sólo es incondicional el amor del alma.

Amar incondicionalmente y servir son una propiedad humana, pero no son sólo un mérito del hombre, el servicio va mucho más allá de nosotros. Estas bellas flores que hoy aquí nos acompañan, nos aman. Ellas ni se pretenden flores, ni pretenden aromar, ni pretenden ser de ningún color, simplemente nos regalan su aroma, su belleza, su armonía, a todos nosotros. Estas flores son hijas de la luz y de la sombra, son rocas ascendidas y encendidas, sabia profunda y oscura de una tierra despertada por el sol, que se elevó hasta el volcán de una flor para encender la belleza y la armonía en nuestro corazón. La naturaleza toda es un anhelo de servir… desde el sol, se mueve el hidrogeno, nace el helio y una explosión de luz y calor, nos regala calor y luz para la vida en la tierra.

El servicio es la realidad última desde ese tiempo, profundo, interior del comienzo mismo de la Creación. De ese tiempo profundo interior: el del instante. Los primeros instantes de la creación del universo, son servicio; la Creación se jugó en un tiempo infinitesimal de diez a la menos treinta y dos segundos. ¿Nos imaginamos un instante que apenas dure diez a la menos treinta y dos segundos? Si desde el momento mismo de la creación, hasta este instante no han transcurrido todavía diez a la treinta y dos segundos… ¿nos imaginamos el surco profundo de ese instante en el tiempo en el que Aquel que Sirve, el Gran Servidor del mundo sembró las primeras semillas de la evolución? Allí surgieron los electrones, en diez a la menos treinta y dos segundos. Toda la magia de tu energía, toda la magia de la bioquímica, del ATP, del ADP, de las mitocondrias, todo aquello que te permite el movimiento, que mueve tu pensamiento pero que también mueve tu amor, toda esa dinámica de la energía que se vuelve también movimiento, todo aquello que le permite al reino animal volar a través de las mariposas, son movimientos de electrones, todo estaba implícito en el comienzo, todo. La vida es un plasma electrónico activado, y los electrones que están saltando aquí, en tu corazón, así como en la última de las galaxias, se crearon en ese tiempo profundo e interior, de diez a la menos treinta y dos segundos.

Si nos vamos hasta el primer milisegundo nos encontramos la magia del Creador. Toda la materia prima de este universo había sido creada, protones, neutrones, electrones, fotones. Todo cuanto necesitamos para recorrer desde el hidrogeno al hierro y del hierro hasta el uranio, y los átomos pesados; para avanzar en ese recorrido hasta la química orgánica, está en ese regalo del pensamiento del Creador, que ya en el primer milisegundo concebía al hombre. Desde el principio antrópico, ya conocemos en el día de hoy que todo en la creación estaba preparado para que apareciera el observador. Y el observador es un creador que aparece cuando hay una grado de conciencia crítico. La misma materia es espiritual, hay espíritu sumergido en la materia. La materia incuba al espíritu y va ascendiendo, pura, a través de nosotros.

Encontramos en el mismo programa del átomo el destino del hombre. Primero la gran expansión: el Amor se expande, luego el corazón cósmico se contrae. Son los primeros sistemas solares. El Creador Llena el mundo con la inteligencia de la materia. Después viene la contracción. Primero el amor se expande y luego se contrae. Surge un sistema solar regido por el amor. Leche cósmica para alimentar los nuevos planetas, brota del corazón de las supernovas y llena la materia con la inteligencia del Creador.

Intuimos así más allá de la entropía, que nos arrastra hacia la muerte, un principio antrópico humanizador que vislumbra la humanidad inscrita en el plan, En estos planetas donde nace la vida está inscrito el programa de la creación desde el primer instante y así podemos continuar la creación. No somos polvo de estrellas, somos producto de la misma conciencia estelar. A través de nosotros pasan todos los reinos: el reino mineral, el reino vegetal y el reino animal, con toda la inteligencia de su evolución se sintetizan en nuestro corazón para que podamos ascender al reino de luz. Nos sumergimos de lleno conceptualmente por lo menos en esa mágica corriente de la vida que es a su vez una gran corriente de servicio.

¿Para qué servimos? Esa es una pregunta esencial. El servicio es una condición de la creación. En el servicio revelamos la esencia de las cosas, su cualidad. El servicio inteligente nos permite ir más allá de la apariencia pues la conecta con la esencia. El servicio conecta los sentidos al Sentido y nos da razón profunda de vivir, nos da un Norte. Nos permite darnos para renovarnos. Nos permite entrar en la gran ley de la vida que es la ley del corazón.

El corazón se da a cada segundo. No requiere nada. Si retuviera a cada segundo una sola gota de sangre, al cabo de una hora estaríamos al borde de una insuficiencia cardíaca congestiva y en un día ya estaríamos muertos. Todo aquello que el corazón recibe lo da enriquecido, renovado, lo da cargado con su oxígeno. Esa es la ley de la vida inscrita en la misma fisiología: vivir es dar, es darse, es entregarse. No es dar de lo que tienes, es dar de lo que eres, tu conciencia, tu tiempo…
No hay nadie que sea tan rico como para no necesitar recibir y no hay nadie que sea tan pobre que no tenga nada para dar. Dar de todas las maneras; en todo caso dar de ti. La vida nos hizo un regalo cósmico, sembró semillas del plan en la tierra de nuestra conciencia y esas semillas pueden germinar y multiplicarse como cosecha abundante de la vida en nosotros.

La vida sembró en nosotros una semilla mineral y ahí tenemos el hierro cósmico de los glóbulos rojos que vino de una supernova. El hierro no es de aquí. Ninguna partícula es de la tierra…

Por el mismo núcleo del hierro somos extraterrestres que habitamos la tierra. Somos hijos del corazón de las estrellas. Del mismo núcleo de las estrellas nos vino el calcio y la inteligencia de las células. El calcio se convirtió en canales que nos permiten crear corrientes eléctricas y hacer la comunicación desde ese núcleo.

La vida nos regaló el magnesio que está en el corazón de la clorofila. Nos regaló el fósforo que enciende tus neuronas, nos regaló electrones, calcio, hidrógeno, oxigeno, nitrógeno… para construir el sustrato de la vida , las proteínas. Nos regaló los minerales adecuados… para que esas proteínas se convirtieran en enzimas y la magia de la vida pudiera subir a través de nosotros. El reino mineral es un portador de la luz cósmica.

La vida nos regaló patrones de ordenamientos. De esta forma los átomos de carbonos duros se convierten en diamantes, duros al tacto, pero blandos a la luz, porque la dejan pasar y la revelan. Cuando las moléculas se ordenan y son coherentes se forman las gemas. Las piedras son preciosas no por su sustancia, sino por su patrón de organización interior, contienen una geometría fractal que se va ordenando para dejar pasar la luz.

Estamos aquí para dejar pasar la luz, para desarrollar la transparencia, para ser transparentes. Esa luz ya no es la luz del sol, es la luz del amor. El servidor enciende la luz y revela la luz. El servidor ha alineado su personalidad. Ya no es sólo cuerpo físico, sino que está magnetizado por sus sentimientos positivos, que le llevan a dar lo mejor de sí. El servidor ha conquistado su campo de conciencia mental. Conoce la ciencia sagrada del servir. Sabe que hay un momento para sembrar, un momento para cultivar, y un momento para cosechar. Conoce la ciencia del ritmo y de la oportunidad. Ha despertado su inteligencia. En el servidor hay genuino amor. No es un amor ciego y mercenario, es un amor con discernimiento, valiente.

El servidor reconoce la necesidad del otro, es el maestro de la necesidad. Reconoce lo esencial y, así, da de lo que el otro necesita. El servidor posee ese genuino amor impersonal que implica tanto el intelecto como el corazón. Servir no es necesariamente construir hospitalitos aquí y allá y hacer paternalismo, sino genuino amor personal. A lo mejor no hacemos nada afuera, pero sí damos nuestra compañía, nuestra oración, nuestro pensamiento, nuestra actitud, nuestra mano amiga… estamos entrando de lleno en esa corriente vivificante del agua abundante de la vida, el servicio.

Servicio no es necesariamente lo que se ve afuera, es lo que se construye desde adentro porque es producto de la coherencia. El servidor es un devoto que ha hecho de su vida algo sagrado. Su devoción es por Dios, pero ha aprendido a ver a Dios en la humanidad. El servidor es también un devoto de la sombra, porque ama los lugares donde hay sombra y es capaz de llevar su luz allí. El ha aprendido una bella lección que está inscrita en esa conciencia cósmica que llamamos reino vegetal.
¿Qué tal si las raíces no tuvieran devoción por la oscuridad y por la sombra y por la tierra? No habría flores. Por eso estamos aquí. Dios nos tiene aquí porque hay oscuridad. El problema de la oscuridad no es el problema de la sombra, es el problema de aquellos que tienen un poquito de luz. No tenemos que atacar al mal, ni siquiera a los gobernantes, tenemos los gobernantes que nos merecemos. Tenemos la tierra que todos ,por acción o por omisión, hemos contribuido a crear. No es cierto que la tierra esté dividida en fronteras. Somos el mismo cuerpo de Cristo. Por nosotros corre una misma savia. Si cortamos su circulación, la responsabilidad es sólo nuestra. Estamos unidos por un mismo tronco, estamos nutridos de la misma raíz. Podríamos disfruta todos de la misma savia viva del dinero, de la cultura, de los bienes de la tierra, de la energía…

Deberíamos aprender de la devoción del reino vegetal. Podríamos descender a la profundidad de la dura roca para disolverla. Llevar nuestras lágrimas conmovidas a los lugares difíciles donde no hay solidaridad, donde no circula la savia. Hemos de reconocer que la tierra somos nosotros. La tierra es con nosotros. El servicio tiene que ver con la ciencia sagrada de la devoción. La devoción no rechaza la sombra. No rechaza los impulsos, no rechaza a Eros, sino que reconoce que Eros y Logos están unidos en una misma corriente de conciencia.

Aprender la ciencia sagrada de la devoción y reconocer como el poeta que lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene de sepultado. Que no es posible alcanzar el gozo sin haber sufrido. El dolor no es lo contrario del amor sino su revelador, armonía de los opuestos, que en el amor son complementarios. Disfrutamos de la belleza de la luz y de la oscuridad que se reúnen en la aurora y el crepúsculo.

Podríamos aprender de reino vegetal que también vive en nosotros, la ley de la armonía, de la devoción, del amor incondicional. Almacenar la luz, asimilarla y proyectarla al planeta en un servicio que va hasta el sacrificio. La nota clave del alma es el servicio pues el oficio sagrado del amor es el sacro oficio del alma. El ritual del amor se oficia a cada instante en el corazón cuando despertamos a nuestra humanidad.

Podríamos aceptar el regalo de la sombra y vivir la caída, la enfermedad, el fracaso, la separación… como un necesario aprendizaje. Vinimos a aprender y aprender es encender un fuego interior. Podríamos ver como el vegetal crece por la sombra hacia la luz. El tallo busca la luz. Sin la sombra no podríamos orientarnos hacia la luz. Allí donde hay sombras hay crecimiento.

La caída es un bello regalo. Pierdes la salud pero la salud perdida es tu maestro, tu enfermedad te enseña cuánto vale la salud. Mueres clínicamente, regresas y ¿qué pasa? Cambia tu conciencia, tu vida, tus relaciones y tus valores… Se acabó la prisa, el afán de poseer. El único afán es el de ser uno con el ser, uno con los otros.

Tenemos otra bello aprendizaje en el proceso de florecer Podríamos aprender del regalo de una flor, más allá de su perfume y su color. Aprender la estrategia de la flor para abrirse, para abrir sus pétalos y revelar su luz y aromar, revelar el cáliz y la promesa de la semilla y la promesa del fruto. Aprender de la flor que cuando se muere sale el fruto. El fruto maduro se cae por su propio peso. El fruto es blando y dulce y entonces puede alimentar la vida y multiplicar el programa del Creador en la semilla que cada uno de nosotros somos. Observemos el regalo de la flor y aprendamos con ella que vivir es abrirse a la vida, abrirse al amor y aromar… ¿Cuál es tu perfume? ¿Cómo has aromado más allá del desodorante y del perfume exterior? ¿Cuál es el aroma de tu vida? ¿Has aromado, has perfumado hoy la atmósfera de tus hijos, la de tus hermanos, de tu mujer...?

La flor es puro crecimiento. Su crecimiento es rápido y su vida corta. Su tiempo es un tiempo intenso, profundo. El crecimiento verdadero sucede por el centro, no por la periferia. Cuando la flor crece por la periferia se cierra a la luz. En el crecimiento céntrico sucede el milagro de la apertura a la luz.

¡Que tu crecimiento no sea periférico, sino central! ¡No sea el de tu capital, el de tu forma, el de tu armadura, de tu apariencia, de tu personalidad…, sino el de esa esencia desnuda que contiene en ti la semilla del Creador, porque entonces vas a servir a la vida y vas a madurar y revelar el plan de la semilla y así entregar el fruto a la humanidad y nutrir la humanidad…!
Podríamos crecer desde el centro. Cuando una flor se cierra crece por la periferia. Nosotros también nos cerramos a la luz cuando vivimos para las apariencias o las formas externas.

Vivir es muy simple. Vivir es ejercer de aprendiz, y éste es el alma que sirve y que está los pies del maestro, del hijo, del hermano, del pájaro, del árbol, del río, del gobernante, de la humanidad… Si vives como aprendiz estás en tu centro y puedes disfrutar la vida. La vida es como una rueda a gran velocidad. En la periferia rige la fuerza centrifuga. La vida nos alcanza en la periferia no más que para sobrevivir. Pero hay un ojo del huracán, un lugar de máxima quietud, donde recibes la conciencia del ser y ese es el centro de la rueda.

El reino de los cielos es el reino la inocencia y de los procesos, del crecimiento permanente. Cuando eres inocente puedes fluir como los niños. Podrías nacer y brotar como un manantial fresco. Ese el eje de la rueda de tu vida. Podrías permanecer siempre en el eje de la vida. Podrías estar en tu centro, ser el aprendiz inocente y sensible. Sólo tienes dos posibilidades: o vives o te mueres lentamente. O aprendes y enciendes ese fuego interior en tu corazón o simplemente sobrevives y vegetas como la víctima en la periferia. La víctima no puede servir. Su pregunta no es qué es lo que yo voy a dar a la vida, sino qué es lo que la vida me va a dar a mí. Es una pregunta que nace del egoísmo de vivir en periferia.

Vivir es también recibir la herencia del reino animal. El regalo de este reino es el primer camino hacia la libertad. Ya no tenemos raíces, ya no estamos sólo en un único sitio, tenemos patas y nos podemos mover. Empieza el embrión del instinto que nos conduce por el sendero de la evolución hasta el libre albedrío. El instinto animal es un regalo de tal naturaleza... Qué magia hay en esos perritos que llevan los viejitos por las calles de Paris? Ellos son su familia, pues quizás perdieron a sus hijos...

Seis millones de niños mueren anualmente de hambre. Con un poquito de nuestros desechos se podrían salvar, con un poquito de nuestra amistad y solidaridad y de generosidad podrían vivir. Un poquito de lo que nos sobra es exactamente lo que precisan esos niños para sobrevivir. Hay un millón y medio de niños ciegos. Con un poquito de vitamina “A” los podríamos salvar.

Mientras mueren 6 millones de niños de hambre, hay 6 millones con malnutrición severa que no se van a morir. Posiblemente haya otros 300 millones de niños con desnutrición moderada que tampoco se van a morir, pero que han malnutrido su cerebro. Un cerebro no nutrido no es un cerebro de paz, es un cerebro sin amor y nuestros hijos se van a encontrar con ellos en las calles. ¿Qué va a pasar entonces?
¿Donde está nuestra humanidad? Es muy cómodo hablar de humanidad y no comprometerse con ella. Es cuestión de comprometernos, no de culparnos. Es cuestión de sentir nuestra humanidad e implicarnos en esa gran corriente que nos puede permitir conquistar el más bello de los valores que es la solidaridad. La más bella oportunidad de ser felices es ser solidarios.
Los estudios demuestran que el principal agente de felicidad es hacer felices a otros. Un gobernante es feliz porque hace felices a sus súbditos, una madre porque hace lo propio con sus hijos… Un budista, un Bodhisatva, un meditador, un servidor del mundo… es feliz porque hace el vacío y a través del vacío lograr la plenitud y través de ella el éxtasis que es la entrega total a la corriente del Ser.

Podemos encontrar la posibilidad de servir aquí y ahora. Podríamos dejar de criticar a nuestros gobernantes y saber que la energía sigue al pensamiento. Aunque no estemos de acuerdo es preciso enviarles lo mejor de nuestros pensamientos y oraciones para que se puedan iluminar y hacer lo mejor.

Podríamos llevar luz a nuestros médicos y a nuestros sistemas médicos pues ellos también son víctimas de una macroeconomía, de la formación, de un sistema regido por la posesividad, la explotación, la violencia... Podríamos ayudar a limpiar las atmósferas astrales emocionales de la confusión.

La ciencia del valer no puede estar separada de la ciencia del ser. Vales por lo que eres. Reconocer los tres valores esenciales: el amor, la paz y la libertad, valores que nutren nuestro ser. Con la paz nuestro cuerpo físico está en armonía. Con amor el cerebro, concretamente la parte que rige las emociones, está nutrido. Cuando tenemos libertad, nutrimos también nuestro cerebro humano, ese cerebro que nos ha sido regalado para la evolución, para crear.

Servir es la única manera posible de vivir humanamente. Servir es actualizar el ser, es convertir una esencia posible en una existencia real. Es convertir un potencial humano infinito en una fuerza externa activa y efectiva, que sea transformadora y transmutadora del mundo. Servir es el canal que conecta el ser a la existencia.

Somos sí, pero es preciso demostrarlo. Servir es participar de esa corriente que conecta toda la evolución en el seno del cuarto reino de la naturaleza, el reino de la humanidad, con el quinto que es el reino de las almas.

Podrías sembrar un árbol, siémbrate. Tu eres un árbol, el árbol de la vida. En cada paso vas fecundando tus caminos y en cada primavera puedes florecer. Podrías escribir un libro, escríbelo, no tienes porque ser escritor. Escribe en el libro vivo de tu piel con tus caricias, en el libro de tus ojos con tus miradas. Escribe en el libro de tu corazón. Graba con el fuego de la vida.

Que tu vida sea un libro que tus hijos puedan leer, que tus enseñanzas no sean palabras muertas, ni tus valores sean valores cadavéricos. Que tus valores sean el valor del ejemplo, el valor de la vida. Podrías callar y hablar desde tu respiración, desde tu actitud y desde aquello que estás haciendo con corazón. Podrías inclusive olvidar las técnicas de meditación y de oración. Podrías olvidarlo todo salvo ser y nacer dentro de ese torrente de amor que hay dentro de ti.

Esa es la invitación. Servir es vivir. ¡Que bueno que volvamos a vivir!


(*) Para conocer quién es el Dr. Jorge Carvajal, te invitamos a leer una reveladora entrevista, ingresando por este vínculo: http://www.vidaalternativa.com.ve/entrevista81.htm

Por qué el hombre (siempre) busca música ...




Hasta mí llega una melodía que me estremece. Cierro los ojos y escucho. Mi cuerpo tiembla y en mi mente se agolpan multitud de ideas y sensaciones. Siento que puedo viajar con mi imaginación a otros lugares, que puedo traspasar fronteras, y experimento cosas nuevas.

Sin necesidad de palabras mi cerebro parece descifrar todas esas secuencias de sonidos, silencios y ritmos, y dar una lectura a todo ello. Es como si conociese esta secreta organización, como si formase parte de mi cuerpo como el latido de mi corazón o el ritmo de mi respiración. Parece que mi organismo estuviese adiestrado desde siempre para traducir este perfecto lenguaje matemático. ¿Escucho con mi oído o con mi mente? ¿Escucho fuera o dentro de mí?.

La música la percibimos incluso antes de nacer. Se ha demostrado que somos capaces de recordar melodías que hemos escuchado dentro del vientre materno. Nadie olvida las canciones de su infancia ni tampoco las que nos acompañan en distintas etapas de la vida. La música forma parte de nuestro caminar. Está dentro y fuera de nosotros.

Aunque se trata de una experiencia personal -cada uno la siente y percibe de forma distinta-, se ha comprobado que todas las manifestaciones musicales del mundo tienen la misma base emocional que es percibida por cualquiera -sea del país o la cultura que sea-: cadencias ascendentes estimulan y, melodías lentas y con cadencia descendente producen tristeza. Un susurro a un niño produce calma e invita al sueño y un ritmo fuerte y repetitivo puede ser un estímulo para la lucha. El sonido por tanto puede influir en el ánimo y voluntad de quien lo escucha. Pero también puede influir positivamente en la salud de nuestro cuerpo hasta el punto en que la música es determinante en la curación de algunas enfermedades o aminora sus efectos, aunque no se sabe bien por qué.

El ser humano es un animal musical y este lenguaje de notas y ritmos que ha creado forma parte de su propia naturaleza. Surge misteriosamente de su interior. Preguntarse por la música y adentrarse en ese mundo, en el fondo es preguntarse por uno mismo.

Después del Big- Bang se produjo una segunda explosión casi inapreciable que dio lugar a un sonido que aún se puede escuchar en el universo. Esto que hasta hace muy poco era tan sólo una teoría, ha sido confirmado por los satélites. Los científicos han comprobado que el Sol emite un sonido, así como los planetas como consecuencia de su movimiento. Las esferas más cercanas emiten tonos más graves que se agudizan según aumenta la distancia. El sonido de cada uno de estos cuerpos se combina con el de los demás y surge una melodía que mantiene conectado a todo el Universo. La ciencia acababa de demostrar lo que en las antiguas culturas y tradiciones se conocía como “Música de las Esferas”. El Sonido del Universo que alimenta a todas las formas de vida.

Toda la Creación partió del Sonido, todas las vidas llevan oculto el Sonido y al Sonido regresan. El hombre es Hijo del Sonido pero lo fue olvidando en la medida en que perdió la necesidad del Silencio, de escucharse y escuchar a la naturaleza. Así el Sonido se ha ido perdiendo y con ello también la armonía con el entorno. Por eso, y como garantía, el Sonido Origen quedó grabado en su interior. El hombre compone música, escucha música, se acompaña y necesita de la música porque busca el Sonido, ése que un día perdió. Necesita contagiarse de esa armonía, esa perfecta combinación de sonidos y silencios que aún no ha encontrado y que le harán vibrar como nunca antes ha experimentado. Necesita sentirse creador y conectar con el Creador. Alguien dijo que la música era un ejercicio de aritmética y que quien se entregaba a ella en el fondo manejaba números. Si Dios geometriza y lo hace a través del Sonido, el hombre intenta plasmar a través de la música ese mundo de belleza ordenada que siente pero aún no ha descubierto. La música es un camino.Cuando el hombre consiga vibrar en la misma sintonía que la “Música de las Esferas” de la que siempre ha formado parte, escuchará la melodía más bella jamás compuesta.

MUSICA DE LAS ESTRELLAS, Editorial de la Revista Fusión - España (Edición de Julio del 2007)

domingo, julio 08, 2007

De ALTURAS DE MACHU PICCHU - Versión musical de Los Jaivas(*)

Machu Picchu, es símbolo de la cultura inca y ahora, dicen también que "maravilla del mundo"...para turistas y postales.

Pero la cultura andina, viva, aun es la pariente pobre de la cultura en el Perú.

¿Segregación? , ¿racismo?,¿indiferencia? En realidad, lo mas apropiado seria decir: desconocimiento, y falta de identidad con el legado cultural y espiritual andino.

Recordemos nomás, que en el Perú se suprimió el feriado por el Día del Indio, o de la Raza,o del Campeesino, que teniamos antes los 24 de Junio de cada año, pero en cambio, si se celebra, con feriado y todo, por ejemplo, el DIA DEL PAPA, (sin acento en la última sílaba).

Hagamos votos porque la elección internacional de MACHU PICCHU, "MARAVILLA DEL MUNDO", cambie actitudes entre peruanos y, sobre todo, las decisiones de los gobernantes de esta tierra, para que al fin el Perú, nosotros, nos reencontremos con nuestro futuro.

(*)Los Jaivas es una banda chilena de difícil clasificación, aunque se podría decir de folk prog, (en el Reino Unido fue denominada "rock jazz inca folk"), surgida en 1963 en Viña del Mar, en la costa de la Región de Valparaíso, Chile, y activa hasta el día de hoy. Se han caracterizado, en sus más de cuarenta años de actividad musical ininterrumpida, por la exploración y fusión de diferentes estilos, desde la música tropical de sus inicios, pasando por la improvisación al estilo del avant garde y el jazz, el rock clásico y la fusión latinoamericana. Se les considera creadores de un sonido único, que ha logrado unificar elementos de la música rock tradicional con instrumentos latinoamericanos tradicionales en un estilo original e inconfundible. En su trayectoria, además de componer, arreglar e interpretar un gran número de temas propios, han musicalizado obras de Pablo Neruda y arreglado e interpretado canciones de creadores como Violeta Parra, Víctor Jara y Osvaldo Rodríguez.

Alturas de Macchu Picchu - Pablo Neruda


I

Del aire al aire, como una red vacía,
iba yo entre las calles y la atmósfera, llegando
y despidiendo,
en el advenimiento del otoño la moneda
extendida
de las hojas, y entre la primavera y las espigas,
lo que el más grande amor, como dentro de un
guante
que cae, nos entrega como una larga luna.


(Días de fulgor vivo en la intemperie
de los cuerpos: aceros convertidos
al silencio del ácido:
noches desdichadas hasta la última harina:
estambres agredidos de la patria nupcial.)


Alguien que me esperó entre los violines
encontró un mundo como una torre enterrada
hundiendo su espiral más abajo de todas
las hojas de color de ronco azufre:
más abajo, en el oro de la geología,
como una espada envuelta en meteoros,
hundí la mano turbulenta y dulce
en lo más genital de lo terrestre.


Puse la frente entre las olas profundas,
descendí como gota entre la paz sulfúrica,
y, como un ciego, regresé al jazmín
de la gastada primavera humana.

II

Si la flor a la flor entrega el alto germen
y la roca mantiene su flor diseminada
en su golpeado traje de diamante y arena,
el hombre arruga el pétalo de la luz que recoge
en los determinados manantiales marinos
y taladra el metal palpitante en sus manos.
Y pronto, entre la ropa y el humo, sobre la mesa
hundida,
como una barajada cantidad, queda el alma:
cuarzo y desvelo, lágrimas en el océano
como estanques de frío: pero aún
mátala y agonízala con papel y con odio,
sumérgela en la alfombra cotidiana, desgárrala
entre las vestiduras hostiles del alambre.


No: por los corredores, aire, mar o caminos,
quién guarda sin puñal (como las encarnadas
amapolas) su sangre? La cólera ha extenuado
la triste mercancía del vendedor de seres,
y, mientras en la altura del ciruelo, el rocío
desde mil años deja su carta transparente
sobre la misma rama que lo espera, oh corazón,
oh frente triturada entre las cavidades del otoño.
Cuántas veces en las calles del invierno de una
ciudad o en
un autobús o un barco en el crepúsculo, o en la
soledad
más espesa, la de la noche de fiesta, bajo el
sonido
de sombras y campanas, en la misma gruta del
placer humano,
me quise detener a buscar la eterna veta
insondable
que antes toqué en la piedra o en el relámpago
que el beso desprendía.


(Lo que en el cereal como una historia amarilla
de pequeños pechos preñados va repitiendo un
número
que sin cesar es ternura en las capas germinales,
y que, idéntica siempre, se desgrana en marfil
y lo que en el agua es patria transparente,
campana
desde la nieve aislada hasta las olas sangrientas.)

No pude asir sino un racimo de rostros o de
máscaras
precipitadas, como anillos de oro vacío,
como ropas dispersas hijas de un otoño rabioso
que hiciera temblar el miserable árbol de las
razas asustadas.

No tuve sitio donde descansar la mano
y que, corriente como agua de manantial
encadenado, o firme como grumo de antracita o cristal,
hubiera devuelto el calor o el frío de mi mano
extendida.

Qué era el hombre? En qué parte de su
conversación abierta
entre los almacenes de los silbidos, en cuál de sus
movimientos metálicos
vivía lo indestructible, lo imperecedero, la vida?

III

El ser como el maíz se desgranaba
en el incansable
granero de los
hechos perdidos, de los
acontecimientos
miserables, del uno al siete, al ocho,
y no una muerte, sino muchas muertes llegaba a
cada uno:
cada día una muerte pequeña, polvo, gusano,
lámpara
que se apaga en el lodo del suburbio, una
pequeña muerte de alas gruesas
entraba en cada hombre como una corta lanza
y era el hombre asediado del pan o del cuchillo,
el ganadero: el hijo de los puertos, o el capitán
oscuro del arado,
o el roedor de las calles espesas:

todos desfallecieron esperando su
muerte, su corta muerte diaria:
y su quebranto aciago de cada día era
como una copa negra que bebían temblando.

IV

La poderosa muerte me invitó muchas veces:
era como la sal invisible en las olas,
y lo que su invisible sabor diseminaba
era como mitades de hundimientos y altura
o vastas construcciones de viento y ventisquero.


Yo al férreo vine, a la angostura
del aire, a la mortaja de agricultura y piedra,
al estelar vacío de los pasos finales
y a la vertiginosa carretera espiral:
pero, ancho mar, oh muerte!, de ola en ola no
vienes,
sino como un galope de claridad nocturna
o como los totales números de la noche.


Nunca llegaste a hurgar en el bolsillo, no era
posible tu visita sin vestimenta roja:
sin auroral alfombra de cercado silencio:
sin altos enterrados patrimonios de lágrimas.


No pude amar en cada ser un árbol
con su pequeño otoño a cuestas (la muerte de mil
hojas) todas las falsas muertes y las resurrecciones
sin tierra, sin abismo:
quise nadar en las más anchas vidas,
en las más sueltas desembocaduras,
y cuando poco a poco el hombre fue negándome
y fue cerrando paso y puerta para que no tocaran
mis manos manantiales su inexistencia herida,
entonces fui por calle y calle y río y río,
y ciudad y ciudad y cama y cama,
y atravesó el desierto mi máscara salobre,
y en las últimas casas humilladas, sin lámpara,
sin fuego,
sin pan, sin piedra, sin silencio, solo,
rodé muriendo de mi propia muerte.

V

No eras tú, muerte grave, ave de plumas férreas,
la que el pobre heredero de las habitaciones
llevaba entre alimentos apresurados, bajo la pielvacía:
era algo, un pobre pétalo de cuerda exterminada:
un átomo del pecho que no vio al combate
o el áspero rocío que no cayó en la frente.
Era lo que no pudo renacer, un pedazo
de la pequeña muerte sin paz ni territorio:
un hueso, una campana que morían en él.
Yo levanté las vendas del yodo, hundí las manos
en los pobres dolores que mataban la muerte,
y no encontré en la herida sino una racha fría
que entraba por los vagos intersticios del alma.

VI


Entonces en la escala de la tierra he subido
entre la atroz maraña de las selvas perdidas
hasta ti, Macchu Picchu.
Alta ciudad de piedras escalares,
por fin morada del que lo terrestre
no escondió en las dormidas vestiduras.
En ti, como dos líneas paralelas,
la cuna del relámpago y del hombre
se mecían en un viento de espinas.


Madre de piedra, espuma de los cóndores.
Alto arrecife de la aurora humana.
Pala perdida en la primera arena.


Ésta fue la morada, éste es el sitio:
aquí los anchos granos del maíz ascendieron
y bajaron de nuevo como granizo rojo.

Aquí la hebra dorada salió de la vicuña
a vestir los amores, los túmulos, las madres,
el rey, las oraciones, los guerreros.

Aquí los pies del hombre descansaron de noche
junto a los pies del águila, en las altas guaridas
carniceras, y en la aurora
pisaron con los pies del trueno la niebla
enrarecida,
y tocaron las tierras y las piedras
hasta reconocerlas en la noche o la muerte.

Miro las vestiduras y las manos,
el vestigio del agua en la oquedad sonora,
la pared suavizada por el tacto de un rostro
que miró con mis ojos las lámparas terrestres,
que aceitó con mis manos las desaparecidas
maderas: porque todo, ropaje, piel, vasijas,
palabras, vino, panes, se fue, cayó a la tierra.


Y el aire entró con dedos
de azahar sobre todos los dormidos:
mil años de aire,meses, semanas de aire,
de viento azul, de cordillera férrea,
que fueron como suaves huracanes de pasos
lustrando el solitario recinto de la piedra.

VII

Muertos de un solo abismo, sombras de una
hondonada,
la profunda, es así como al tamaño
de vuestra magnitud
vino la verdadera, la más abrasadora
muerte y desde las rocas taladradas,
desde los capiteles escarlata,
desde los acueductos escalares
os desplomasteis como en un otoño
en una sola muerte.
Hoy el aire vacío ya no llora,
ya no conoce vuestros pies de arcilla,
ya olvidó vuestros cántaros que filtraban el cielo
cuando lo derramaban los cuchillos del rayo,
y el árbol poderoso fue comido
por la niebla, y cortado por la racha.

Él sostuvo una mano que cayó de repente
desde la altura hasta el final del tiempo.
Ya no sois, manos de araña, débiles}
hebras, tela enmarañada:
cuanto fuisteis cayó: costumbres, sílabas
raídas, máscaras de luz deslumbradora.

Pero una permanencia de piedra y de palabra:
la ciudad como un vaso se levantó en las manos
de todos, vivos, muertos, callados, sostenidos
de tanta muerte, un muro, de tanta vida un golpe
de pétalos de piedra: la
rosa permanente, la morada:
este arrecife andino de colonias glaciales.

Cuando la mano de color de arcilla se convirtió en arcilla,
y cuando los pequeños
párpados se cerraron
llenos de ásperos muros, poblados de castillos,
y cuando todo el hombre se enredó en su agujero,
quedó la exactitud enarbolada:
el alto sitio de la aurora humana:
la más alta vasija que contuvo el silencio:
una vida de piedra después de tantas vidas.

VIII

Sube conmigo, amor americano.
Besa conmigo las piedras secretas.
La plata torrencial del Urubamba
hace volar el polen a su copa amarilla.

Vuela el vacío de la enredadera,
la planta pétrea, la guirnalda dura
sobre el silencio del cajón serrano.
Ven, minúscula vida, entre las alas
de la tierra, mientras -cristal y frío, aire golpeado
apartando esmeraldas combatidas,
oh agua salvaje, bajas de la nieve.


Amor, amor, hasta la noche abrupta,
desde el sonoro pedernal andino,
hacia la aurora de rodillas rojas,
contempla el hijo ciego de la nieve.

Oh, Wilkamayu de sonoros hilos,
cuando rompes tus truenos lineales
en blanca espuma, como herida nieve,
cuando tu vendaval acantilado
canta y castiga despertando al cielo,
qué idioma traes a la oreja apenas
desarraigada de tu espuma andina?


Quién apresó el relámpago del frío
y lo dejó en la altura encadenado,
repartido en sus lágrimas glaciales,
sacudido en sus rápidas espadas,
golpeando sus estambres aguerridos,
conducido en su cama de guerrero,
sobresaltado en su final de roca?

Qué dicen tus destellos acosados?
Tu secreto relámpago
rebelde
antes viajó poblado de palabras?
Quién va rompiendo sílabas heladas,
idiomas negros, estandartes de oro,
bocas profundas, gritos sometidos,
en tus delgadas aguas arteriales?

Quién va cortando párpados florales
que vienen a mirar desde la tierra?
Quién precipita los racimos muertos
que bajan en tus manos de cascada
a desgranar su noche desgranada
en el carbón de la geología?

Quién despeña la rama de los vínculos?
Quién otra vez sepulta los adioses?
Amor, amor, no toques la frontera,
ni adores la cabeza sumergida:
deja que el tiempo cumpla su estatura
en su salón de manantiales rotos,
y, entre el agua veloz y las murallas,
recoge el aire del desfiladero,
las paralelas láminas del viento,
el canal ciego de las cordilleras,
el áspero saludo del rocío,
y sube, flor a flor, por la espesura,
pisando la serpiente despeñada.

En la escarpada zona, piedra y bosque,
polvo de estrellas verdes, selva clara,
Mantur estalla como un lago vivo
o como un nuevo piso del silencio.

Ven a mi propio ser, al alba mía,
hasta las soledades coronadas.
El reino muerto vive todavía.

Y en el Reloj la sombra sanguinaria
del cóndor cruza como una nave negra.

IX


Aguila sideral, viña de bruma.
Bastión perdido, cimitarra ciega.
Cinturón estrellado, pan solemne.
Escala torrencial, párpado inmenso.
Túnica triangular, polen de piedra.
Lámpara de granito, pan de piedra.
Serpiente mineral, rosa de piedra.
Nave enterrada, manantial de piedra.
Caballo de la luna, luz de piedra.
Escuadra equinoccial, vapor de piedra.
Geometría final, libro de piedra.
Témpano entre las ráfagas labrado.
Madrépora del tiempo sumergido.
Muralla por los dedos suavizada.
Techumbre por las plumas combatida.
Ramos de espejo, bases de tormenta.
Tronos volcados por la enredadera.
Régimen de la garra encarnizada.
Vendaval sostenido en la vertiente.
Inmóvil catarata de turquesa.
Campana patriarcal de los dormidos.
Argolla de las nieves dominadas.
Hierro acostado sobre sus estatuas.
Inaccesible temporal cerrado.
Manos de puma, roca sanguinaria.
Torre sombrera, discusión de nieve.
Noche elevada en dedos y raíces.
Ventana de las nieblas, paloma endurecida.
Planta nocturna, estatua dc los truenos.
Cordillera esencial, techo marino.
Arquitectura de águilas perdidas.
Cuerda del cielo, abeja de la altura.
Nivel sangriento, estrella construida.
Burbuja mineral, luna de cuarzo.
Serpiente andina, frente de amaranto.
Cúpula del silencio, patria pura.
Novia del mar, árbol de catedrales.
Ramo de sal, cerezo de alas negras.
Dentadura nevada, trueno frío.
Luna arañada, piedra amenazante.
Cabellera del frío, acción del aire.
Volcán de manos, catarata oscura.
Ola de plata, dirección del tiempo.

X

Piedra en la piedra, el hombre, dónde estuvo?
Aire en el aire, el hombre, dónde estuvo?
Tiempo en el tiempo, el hombre, dónde estuvo?
Fuiste también el pedacito roto
de hombre inconcluso, de águila vacía
que por las calles de hoy, que por las huellas,
que por las hojas del otoño muerto
va machacando el alma hasta la tumba?
L
a pobre mano, el pie, la pobre vida...
Los días de la luz deshilachada
en ti, como la lluvia
sobre las banderillas de la fiesta,
dieron pétalo a pétalo de su alimento oscuro
en la boca vacía?

Hambre, coral del hombre,
hambre,
planta secreta, raíz de los leñadores,
hambre, subió tu raya de arrecife
hasta estas altas torres desprendidas?
Yo te interrogo, sal de los caminos,
muéstrame la cuchara, déjame, arquitectura,
roer con un palito los estambres de piedra,
subir todos los escalones del aire hasta el vacío,
rascar la entraña hasta tocar el hombre.


Macchu Picchu, pusiste
piedra en la piedra, y en la base, harapos?
Carbón sobre carbón, y en el fondo la lágrima?
Fuego en el oro, y en él, temblando el rojo
goterón de la sangre?
Devuélveme el esclavo que enterraste!
Sacude de las tierras el pan duro
del miserable, muéstrame los vestidos
del siervo y su ventana.
Dime cómo durmió cuando vivía.
Dime si fue su sueño
ronco, entreabierto, como un hoyo negro
hecho por la fatiga sobre el muro.
El muro, el muro! Si sobre su sueño
gravitó cada piso de piedra, y si cayó bajo ella
como bajo una luna, con el sueño!
Antigua América, novia sumergida,también tus dedos,
al salir de la selva hacia el alto vacío de los dioses,
bajo los estandartes nupciales de la luz y el decoro,
mezclándose al trueno de los tambores y de las lanzas,
también, también tus dedos,
los que la rosa abstracta y la línea del frío, los
que el pecho sangriento del nuevo cereal trasladaron
hasta la tela de materia radiante, hasta las duras cavidades,
también, también, América enterrada, guardaste en lo más bajo
en el amargo intestino, como un águila, el hambre?

XI


A través del confuso esplendor,
a través de la noche de piedra, déjame hundir la mano
y deja que en mí palpite, como un ave mil años prisionera
el viejo corazón del ovidado!
Déjame olvidar hoy esta dicha, que es más ancha que el mar,
porque el hombre es más ancho que el mar y que sus islas,
y hay que caer en él como en un pozo para salir del fondo
con un ramo de aguas secretas y de verdades sumegidas.
Déjame olvidar, ancha piedra, la proporción poderosa,
la trascendente movida, las piedras del panal,
y de la escuadra déjame hoy resbalar
la mano sobre la hipotenusa de áspera sangre y silicio.
Cuando, como una herradura de élitros rojos, el cóndor furibundo
me golpea las sienes en el orden del vuelo
y el huracán de plumas carniceras barre el polvo sombrío
de las escalinatas diagonales, no veo la bestia veloz,
no veo el ciego ciclo de sus barras,
veo el antiguo ser, servidor, el dormido
en los campos, veo el cuerpo, mil cuerpos, un hombre, mil mujeres,
bajo la racha negra, negros de lluvia y noches,
con la piedra pesada de la estatua:
Juan Cortapiedras, hijo de Wiracocha,
Juan Comefrío, hijo de estrella verde,
Juan Piesdescalzos, nieto de la turquesa,
sube a nacer conmigo, hermano.


XII


Sube a nacer conmigo, hermano.
Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares:
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas:
joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla:
alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra
no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis
y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,
las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas
y las hachas de brillo ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
A través de la tierra juntad todos
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros anclado,
contadme todo, cadena a cadena,
eslabón a eslabón, y paso a paso,
afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano,
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.


Dadme el silencio, el agua, la esperanza.

Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.

Apegadme los cuerpos como imanes.

Acudid a mis venas y a mi boca.

Hablad por mis palabras y mi sangre.

Fin

( Para comprender algo, del inspirado asombro del insigne poeta, hagamos un recorrido virtual en 3D a la ciudadela de Machu Picchu, pulsando este enlace:
http://blogs.elcomercio.com.pe/infografia/ )